16.10.07

Vilma Ripoll

Mariano Bondiola prometió el desarme, pero no pudo contener su sed de fascismo y sangre de “bolitas” y “zurditos”. Encima lo mandaron a entrevistar a Vilma Ripoll.


“Aflojále con la violencia, Marianito... así no podemos hacer negocios. El discurso... bueno, se me fue de las manos. Sí, ya sabemos: hay que matar a los negritos. Pero para eso están los políticos y la policía. Nosotros facturemos, llenémonos de plata, pero sin violencia, porque la violencia trae problemas, y los problemas cuestan plata. ¿Capisce?”.

A ese nivel llegó a rebajarse el Jefe Emérito del Universo y Villa Luro, conocido como Enano Groso, para que nuestro cronista Mariano Bondiola se desarme, deje la violencia a un lado y se dedique a laburar.

Mariano aceptó las palabras del Enano, pidió perdón y se fue a entrevistar con La Vieja, nuestra jefa de redacción.

“Bueno, querido”, dijo la anciana gagá, “ya fracasaste con Lopez Morfi debido a tu fascismo exorbitante, así que ahora redoblo la apuesta y te mando con otro candidato presidencial: Vilma Ripoll”.

“¿Quién es esa?”, preguntó Mariano, desconcertado, como loco, limado, casi dado vuelta.

“Es una mujer candidata a presidente por la izquierda desunida, Mariano. Sí, quiero armar polémica”.

Ese día a la noche, el señor Bondiola se fue a su casa, agarró varios libros de Sartre y los usó como banquito... y así, meditando sobre su futuro, tratando de contener tanta violencia nazi, se preguntó: “¿La mato o no la mato?”, reemplazando el interrogante metafísico shakespereano.

Al otro día, se calzó la Magnum y fue a encontrarse con Vilma, no sin antes cruzarse con un cartonero, al que invitó amablemente a tomar un café sólo para envenenarlo, y con un “bolita” (tal como le dice Marianito a los bolivianos y a todo aquel que no tenga ojos azules) al que le clavó un cuchillo en el estómago al grito de “¡viva Anne Krueger!”.

Cuando llegó a las oficinas de Ripoll, ya estaba ensangrentado y cargaba la .47 en la mano (derecha, claro).

“¿Dónde está la zurdita esa, eh?”, gritó con los ojos desorbitados.

Pero antes de comenzar con la masacre se escupió una ceja, respiró profundo y sentenció: “cuando digo 'zurdita' o 'zurda' o 'de izquierdas' o 'comunista mal parido' me refiero al término que tiene su origen en el lugar de la Asamblea Nacional en que se sentaban, durante la Revolución Francesa, los representantes jacobinos, que respaldaban medidas que favorecían a las clases más pobres de la sociedad. A la izquierda se sentaban los 'bolitas' y a la derecha la 'civilización'. ¿Compredierum?”.

Silencio absoluto. Los empleados se escondieron tras sus escritorios. Temor. Mucho. Temor. El pánico era insoportable cuando hizo su aparición la misma Vilma Ripoll.

“¡Pero señor Bondiola! Me extraña de usted, que es tan civilizado, que cree en la democracia...”

“Sí, de 'demos' que viene de 'pueblo' y 'cracia' que viene de 'gobierno', ¿no?”, dijo Marianito, incontenible.

“Así es, señor Bondiola, así es”, continuó Vilma. “Por favor deje las armas y únase a nuestro partido, que por ahí conseguimos algunos votos más de la derecha reaccionaria, que nunca vienen mal.”

Mariano la miró a Vilma, pensó en la situación y reflexionó durante un minuto. A los 31 segundos de haber acabo ese minuto, gatilló la Magnum y le disparó a uno de los empleados de Ripoll por ser “medio leninista”.

Luego, al grito de “¡Viva Jorge Luis Borges y Bioy Casares, caracho!” se lanzó hacia la candidata a presidente, pero Vilma, aplicando una patada ninja, pudo bloquear el ataque y escapar.

Bondiola, sediento de sangre, se conformó con masacrar a todo aquel no fuera de Barrio Parque, hasta ser atrapado por la policía, metido en cana y derivado al manicomio.

Dolor.

Ricardo López Morfi (segunda parte)

Mariano Bondiola, convertido en un fascista de acción luego del discurso del Enano Groso, fue rumbo a la entrevista con Lopez Morfi... y en el camino se cargó a dos o tres negritos.


Permítannos interrogarlos, caros lectores. ¿Ustedes saben algo de armas? ¿Conocen, por casualidad, lo que es una magnum .357? ¿O una magnum .44? ¿No? Bueno, pregúntenle a Mariano Bondiola.

Voz imaginaria de alguno de nuestros lectores: “Mariano, ¿qué es una magnum .357?”

Voz neo fascista del señor Bondiola: “Bueno, verán, es un revólver que revuelve (si se me permite el la reiteración fonética... ética... éticum... vademecum... cum... cum Agüero), que revuelve (como decía) las tripas y se las saca hacia afuera a cualquier ser viviente. El objetivo de su creación fue hacer una bala de profunda penetración, trayectoria plana y largo alcance efectivo. Es excelente para la autodefensa por su alto poder de parada, que puede detener de un disparo animales superiores en tamaño al hombre. Inclusive puede matar a un ciervo de un disparo certero a corta distancia. ¿Entendierum?"

Voz imaginaria de alguno de nuestro lectores: “Y Marianito, ¿qué es una .44?”

Voz neo fascista del señor Bondiola: “Bueno, verán, es otra arma, un poco más poderosa, que viene del griego 'podem', que significada 'podar', de podar -por ejemplo- una planta, un arbusto, un felpudo, lo que sea. Para aquellos cinéfilos (del mandarín 'filos' que viene de 'filito', o sea 'minita' o 'turrita de ocasión'; y del mandarín del norte 'ciné' que en realidad es una modificación de 'sin té', es decir que 'cinéfilos' significa 'minita de ocasión que acepta cualquier cosa menos un té', esto es cerveza, vino, semen de Pitufo... ahora que recuerdo, es interesante que los lectores de esta página de culto sepan de donde viene la palabra 'Pitufo', que algunos creen invento de alguna mente afiebrada. No, queridos; no, queridas. En realidad la curiosa palabra tiene un origen claro, preciso, iso, o no iso, nunca lo sabremos, lo que sí sabremos es que hace muchos años, cuando China estaba unida a América, un cazador mongol se adentró en un espeso bosque en búsqueda del 'polvo mágico' que, según las creencias de la época, curaría la sífilis, la tuberculosis, la pediculosis, y todas las demás culosis, que viene del cordobés 'culiao'... bueno, este cazador mongol se perdió en el bosque y estuvo allí por meses, sin comida, sin agua, sin techo, sin 4 x 4, hasta que un día, ya desesperado, se comió un hongo que encontró en el piso, y los efectos lisérgicos no se hicieron esperar. Creyó ver dinosaurios rosa, extraños seres con pantallas en vez de panzas, e incluso un enanito color azul que le dijo en un dialecto desconocido: 'pitufinum garchum tu pitufinam e pitufinum gruñum enojadum cum pitufimun sabium, ¿entedé vieja?' El cazador mongol, entre estupefacto y sorprendido, salió corriendo. De pura suerte, llegó a un arroyo que lo llevó directamente a su pueblo, donde contó las maravillas que había visto en el bosque. '¿Y el polvito mágico, che?', le contestaron sus vecinos, insatisfechos. El cazador no hizo caso a los reclamos y continuó con su relato de dinosaurios, teletubbies, y... y... ese enano azul... no sabía cómo llamarlo y recordó lo primero que le dijo: 'pitufinum'. De ahí se fue deformando hasta llegar al actual 'Pitufo'. Al cazador nadie le creyó en su momento, y terminó atado a un árbol por el resto de sus días. Sin embargo, la historia prevaleció, hasta que llegó a oídos del creador de los famosos 'Pitufos'. Fin de la historia. Ahora sí, volviendo a la magnum .44 podemos decir que es el revolver más poderoso del planeta, capaz de derribar un elefante. O elefantum que...”

Y siguió la voz de Bondiola con su eterna (y estúpida) explicación de las cosas, pero sin revelar lo que acá nos importa: que cuando se dirigía a entrevistar al candidato presidencial López Morfi llevaba esas dos armas, una a cada lado de la cintura, caminando cual sheriff texano, cortando Buenos Aires con su mirada nazi... se cruzó con un par de "cabezas" (como les dice él) y los mató de un tiro; se encontró con una marcha piquetera y gastando sólo cinco balas logró dispersar la manifestación e incluso asesinar algún "zurdito".

La entrevista con Lopez Morfi nunca se concretó, porque Bondiola fue preso. Estuvo alojado por dos días en una cárcel de lujo, con internet, televisión, teléfono, incluso llave para abrir la prisión y salir. Por cortesía (según dijo) se quedó dos días.

¿Se viene el corrimiento de la centro derecha hacia la derecha y dos centímetros al domie? Temor.

Ricardo López Morfi (primera parte)

Las dos fuerzas más poderosas del Universo se juntaron para detener el fracaso: el Enano Groso y la Vieja meditaron semanas enteras y tomaron una decisión. ¿La víctima? López Morfi.


12 P.M. - Redacción de Lauweb: situación de estupefacientes, sala de ensayo, rocanrol.

La Vieja está haciendo yoga en un rincón, de regreso de su viaje por el Congo. Una rayo de luz parte en dos la oscura habitación. El silencio es total. En otro rincón está el Enano Groso, jefe absoluto del Universo y de esta redacción, fumándose un habano, meditando sobre el futuro del negocio, sobre el alza del dólar, sobre lo buena que estaba la mina que se cruzó en el ascensor y sobre el bagayo que ahora se tiene que bancar. El bagayo es, por supuesto, la Vieja, su amante desde hace dos meses. A los dos los separa una enorme distancia, a pesar de encontrarse en la misma habitación. Una hora hace que se encuentran allí: la anciana cruzada de piernas, casi en un nirvana; el enano fumando un habano infinito, largando humo por la nariz. El silencio es cada vez más profundo.

3 A.M. - Hamburguesería del payaso: situación pos-moderna, pre-visible.

El Enano se manduca unas papas pequeñas, mientras la Vieja sigue haciendo yoga. El silencio permanece, mientras de fondo suena una vieja canción de Ricky Martin. Unos niños juguetean en el pelotero, con caritas felices, resplandecientes, con su inonencia intacta... “¡pendejos de mierda!”, piensa el Enano Groso. Lo piensa, pero no dice nada, porque le prometió a la Vieja que iba a meditar lejos de sus samurais. Se contiene, va al baño, se tira un gas, piensa qué olor, se mira en el espejo, casi que no llega por su estatura, se sube a un banquito, se mira, piensa qué olor hay todavía, se lava las manos, se escupe las cejas, se saca una lagaña, piensa en la Vieja, vomita, piensa en sus amantes de antaño, se deprime, toma una pastilla, sale del baño, la mira a la Vieja que sigue meditando, piensa esta vieja chota me tiene podrido.

300,2 P.M. - Calle Perón, entre Uruguay y Talcahuano: situación de prostitución inminente.

La Vieja va a upa del Enano: una imagen digna de un Dalí empastillado. Sigue meditando. La Vieja, claro. El Enano extraña a sus samurais. La situación lo está poniendo tenso. Las bocinas de los autos, el 60 pisando a un transeúnte, un robo a un maxikiosko: nada altera a la actual jefa de redacción, ex secretaria, ex amante de Kevin Federline. No: ella medita. Y medita. Y sigue meditando. Son tiempos difíciles.

2 A.Mmmmm – Redacción de Lauweb: situación límite.

Y sigue meditando. El Yoga le pegó mal. O tal vez fue la sobredosis de cafias del fin de semana pasado. Nadie lo sabe. Pero La Vieja medita. Está casi convertida en un Buda con los pechos operados. Se eleva, su cuerpo se extiende, su alma toca el cielo, y dice luego de semanas de silencio: “¡Hay que entrevistar a López Morfi!”. Y agrega, con los ojos en blanco: “¡Y el encargado debe ser Mariano Bondiola”. Brillante.

40,3333333 F.M. - Salón exclusivo del Enano Groso, con dirección desconocida: situación íntima entre la vida y la muerte.

Luego de la sabia resolución de la Vieja, el Enano Groso solicitó una entrevista en su salón con Mariano Bondiola. Sentado en su enorme sillón (bueno, el sillón es grande pero además el Enano es enano), en casi completa oscuridad, rodeado (ahora sí) de sus samurais, recibió al periodista facho, ya libre de su condena por haber embarazado a Maru Botana.

“Dígame, dios mundano del periodismo: ¿qué deseaus de mius?”, dijo Marianito.

“Quiero que se calle la boca”, sentenció el Enano.

Uuuuuh, vamoooooo, y pegue y pegue y pegue Enano pegue.

“Escúcheme, pichón salido de mi huevo izquierdo: usted es nuestra última esperanza. Sí, así de mal estamos. Estuvimos meditando largo tiempo con nuestra Jefa de Redacción y llegamos a la conclusión que usted tiene que resurgir como el Ave Fénix. Escuche bien lo que voy a decir, engendro nacido en un container lleno de prostitutas: debe hacer entrevistas, pero nada de ser complaciente: queremos que saque al fascista que tiene dentro suyo. Mucho no le va a costar, eso seguro. No, no diga nada. ¡Silencio! Usted es el chicle que pisé hace dos años con estos mismos zapatos luego de pisar un sorete de perro. Así que cállese. Tuvimos varios cronistas, según me cuentan: un tal Toti Chumpete, zurdito incompetente que se hundió en el alcohol... ¿Usted es alcóholico, Bondiola? ¡No me conteste, le dije! Usted es apenas el piojo que mi abuelo tenía en la cabeza cuando vino de Europa y que mi bisabuela le quitó usando querosen. Después tenemos a un tal Marco Antonio, apodado Guachín. ¿Qué se puede esperar de semejante energúmeno? Dicen que ahora está recluido en Colombia, convertido en pastor. Ya lo mandé a buscar igual, sólo para torturarlo durante largas semanas. Y después, según me informan, tenemos a Martín y Leonardo, dos púberes que dicen estudiar periodismo... jajajajaja... periodismo, ¡Dios mío!... a estos dos pibes los tenemos trabajando por dos pesos, y por lo menos hacen el trabajo pesado y son bastantes chupamedias. Mire: ellos son lo mejor que tenemos. Porque usted, uña encarnada en el pie de mi hija no reconocida y muerta en un accidente de autos, usted es lo único que nos queda, y no sólo en esta redacción, sino también en el país entero, en este país vapuleado, en esta país destruido... En fin, me cansé de hablar ante un imbécil como usted. Se puede retirar. Lo único que le pido es una entrevista coherente con un candidato coherente como el señor López Morfi. Y a partir de allí, si todo sale bien, tendremos una nota con cada candidato a presidente. Saque el facho, Bondiola. Y ahora váyase antes que le destruya el tujes”.

Mariano se fue silbando bajito. En la puerta, un pibe le pidió una moneda para comer. El señor Bondiola, embalado por la diatriba del Enano Groso, sacó una metralleta que justo llevaba en un bolso y lo baleó al pibe de pies a cabeza, para luego bajarse los pantalones y mear el cadáver. “Ahí tenés, negrito mal parido”, dijo. Sí, se nos viene la noche.

Tenga miedo, señor Morfi.