7.12.07

Luciana Salazar (segunda parte)

Luciana Salazar tuvo buenas intenciones, pero nuestros periodistas Martín y Leonardo no pudieron dominar sus hormonas y le tocaron los pechos.


“Nene, salí del baño que hace dos horas y media que estoy esperando para bañarme”, le dijo la madre de Martín a Martín, quien estaba dándole duro y parejo a la manopla, liberando hormonas para poder llevar a cabo la entrevista a Luciana Salazar sin tocarle una teta.

Leonardo, en cambio, fue mucho más... ¿cómo decirlo? ¿Intimista? El muchacho tiene prohibido quedarse más de cinco minutos en el baño, y mucho menos llevar una revista a ese recinto del demonio. Por lo tanto, juntó lo ahorrado durante cinco años y se fue hasta un telo. Solo, obvio. Allí se metió en el jacuzzi, lo llenó espuma, después se pegó un baño en la ducha romana, se acostó en la cama, abrió un preservativo, lo infló e hizo un globito, prendió el canal porno y le dio duro y parejo al viejo arte de la masturbación.

Sí, digámoslo con todas las letras, porque los jóvenes de hoy también se masturban. No todo es PlayStation y rocanrol. También existe la paja. Tratemos este tema, que tanto nos preocupa a los latinoamericanos.

A pesar de los denodados esfuerzos que hicieron Martín y Leonardo para no tocarle un pecho a Luciana, las cosas no terminaron lo que se dice bien. Más bien terminaron mal. Más mal que bien, o sea bien para el culo. Todo mal. No, no todo. Pero... bueno, continuemos con nuestro relato.

La entrevista estaba pactada a las 12.35 de la noche, en un bar en Palermo Harlem, donde Luciana prácticamente vive. No, en realidad vive en su departamento. Pero en ese bar parece que la chica tiene su tongo, y bueno... son cosas que no nos competen.

Justamente en eso pero sin el “com” ni la “n” final, venían pensando Martín y Leonardo cuando llegaron al bar. Luciana tenía un escote profundo que literalmente asustó a Leonardo, al punto de casi salir corriendo del lugar para ir de nuevo al telo y dedicarle una.

Por suerte, Martín tuvo un momento de madurez y lo frenó. “No, boludo, tenemos que crecer, boludo, no todo es sexo, boludo”, dijo. “También existe La Renga, que es una pasión, boludo”. Luciana los miró y le dijo a su manager: “¿quiénes son estos dos pendejos pajeros?”. “Ma' pendeja pajera será vo'”, dijo Leonardo, con toda la furia del mundo. Empezaron mal. Luciana estuvo a punto de levantarse e irse... a buscar un patovica para que los cagara a palos. “Boludo, esto a Rolando Graña no le pasa”, comentó Martín, y luego agregó: “señorita Luciana, nosotros no queremos faltarle el respeto, ocurre que somos vírgenes en el ámbito de la entrevista... y en otras ámbitos también. Si usted quiere hacernos el favor de brindarnos un buen debut... en el periodismo, no nos malinterprete.” A Leonardo casi le agarra un paro cardíaco: su amigo Martín había hablado mucho sin decir “boludo” ni una vez. Groso.

Luciana aceptó las disculpas, y Leonardo peló el machete. Primera pregunta: “¿es verdad que te gusta el sexo anal?”. Martín tuvo una erección. Luciana respondió: “sí, me encanta, sobre todo que me lo hagan los chicos con granos en la cara y que sean aspirantes a periodistas”. Y Martín no aguantó. Se paró (ejem), tiró la mesa al carajo, y con la lengua afuera se le abalanzó a la Salazar y le tocó el pecho izquierdo. Leonardo aprovechó la volteada y le pudo tocar el derecho.

El manager se puso como loco: sacó el celular y llamó directamente al Enano Groso, mientras unos patovicas agarraban de las cejas a Martín y Leonardo y les depilan los pendejos con una cuchara de acero inoxidable.

El Enano Groso, al enterarse del atropello cometido por sus pichones de periodista, llamó directamente a los padres de los muchachos y les dijo: “queridos padres, tutores o encargados: no quiero volver a sus hijos nunca más. Estoy dispuesto a pagarles una mudanza a ellos y a toda su familia, e incluso a cambiarles los nombres, con tal que no molesten más mis perspectivas triunfalistas. Si llegan aparecer en un diámetro menor a los 4000 metros de mi oficina, los mando a castrar por mis samurais. Desde ya, muchas gracias por su atención. Muy atentamente, Enano Groso, rey del Universo y alrededores”.

Y sí, la triste verdad asoma: ya perdimos a Toti Chumpete, mandamos al Guachín a la selva chaqueña, y ahora se nos van Martín y Leonardo. ¿Quedará alguien para fin de año? Temor.

Luciana Salazar

Querida Luciana Salazar: si estás leyendo estas palabras, por favor te pedimos que tengas mucho cuidado esta semana. Dos púberes, astros en el onanismo, están buscándote.


“Del barrio me voy, del barrio me fui, voy dejando atrás todo el arrabal...”, cantaba Toti Chumpete, fanático de Daniel Melingo, acodado en un bar de San Telmo, tomando un Tetra.

En nuestra anterior entre(no)vista, les contamos cómo Chumpete renunció a la web y las consecuencias que eso trajo.

Queremos resaltar que desde Lauweb estamos tremendamente apenados por la partida de ese pilar del periodismo autóctono. Nos encontramos todavía conmovidos por su renuncia, tristes, apesadumbrados, dolidos, estupefactos.

Pero la vida sigue, y nosotros seguimos ¡pum para arriba! Que Toti Chumpete se muera de cirrosis. ¡Qué nos importa! Es más, ya casi nadie se lo bancaba en la redacción. Era un nabo pesadísimo, que lo único que hizo fue fracasar en cada entrevista, que quiso tener su sección, y cuando la tuvo la abandonó. Una verdadera lacra.

El Enano Groso apostó todo ahora a los pollos jeropas Martín y Leonardo. Los llamó para que fueran a verlo a su mismísima oficina. “Sí, boludo, te re juro, boludo, que el Jefe nos quiere hablar, boludo, por ahí nos quiere aumentar el sueldo, boludo”, dijo Martín. A lo que Leonardo respondió: “¿Pero vos sos medio boludo, boludo? Seguro que nos raja y nos hace violar por algún samurai, boludo”. “Uuuuh, es verdad, re pintó el bajón, boludo”, respondió Martín, “mejor vayámonos a nuestro casa con nuestros padres y no volvamos más, boludo”.

Pero como dice la Santa Biblia del Periodismo Facho, nadie escapa a la mano dura del Enano Groso. Todos somos juzgados a través de su impiadosa violencia. Martín y Leonardo lo sabían, y si no lo sabían se lo hicieron saber cuando un grupo de samurais armados con cuchillos Tramontina entró a la redacción y secuestró a los púberes periodistas al grito de: “San garán aichidooo, saján”, que en castellano quiere decir: “El Enano los espera, estúpidos, vamos ya antes que venga la hinchada de Chacarita y les haga un enema a los dos no sin antes llevarlos hasta el baño y hacerles la famosa lluvia marrón”.

Martín y Leonardo fueron custodiados, entonces, hasta la oficina del Enano. Pero cuando llegaron no estaba el Enano tras el escritorio, sino la Jefa de Redacción conocida como La Vieja. “El señor Enano Groso es demasiado groso como para recibir a dos estudiantes repletos de acné”, dijo mientras se clavaba una bola de fraile mojada con Taí de pomelo. “La voy a hacer corta: nos quedamos sin personal y no estamos dispuestos a contratar a nadie, por lo tanto ustedes dos tendrán que hacerse cargo de las entrevistas. Su primera misión es conseguir una nota con Luciana Salazar. No pongan esa cara de jeropas. No van a ver sólo una tetas, también verán una cola. Y tomen: llévense mi celular con cámara para sacar fotos. Sí, tal es la confianza que les tengo. Ahora vayan a por Luli”.

Los dos polluelos admiradores de Rolando Graña (“Rolando es lo más, boludo”, dijo Martín cierta vez) fueron corriendo al baño y se descargaron flor de manopla con todas las fotos de Luciana que tenía guardadas en una carpeta.

“Ahora sí, boludo”, dijo Leonardo, “ya estamos listos para ser unos profesionales, boludo”.

La renuncia de Chumpete

Tremendas, terribles, espantosas, asfixiantes, horripilantes, paupérrimas noticias tenemos para darles: se nos fue Toti Chumpete. No, no murió: renunció. Dolor.


A usted, señora Lita de Lázari, nuestro Enano Groso, neoliberal máximo de este universo lleno de piojosos obreros, la hace máxima responsable de la renuncia del ilustre Toti Chumpete.

En nuestra anterior entre(no)vista, pudimos recuperar al señor Chumpete pero un nuevo fracaso tumbó su carrera en Lauweb de una vez y para siempre. El mismo Mariano Bondiola derramó una lágrima. El Guachín le aulló a la luna en medio del bosque chaqueño. La Vieja dijo en silencio: “Toti, tú has sido mi amor, no hay Kevin Federline que valga; cuando mi dorima murió y quedé viuda, tú me has consolado. Oh, sí. No te olvidaré. Pasá por ventanilla que te pagamos tu último miserable cheque y no pidas indemnización ni nada por el estilo”.

Cuando el Enano Groso se enteró de la determinación de Toti Chumpete, se subió al 60, mató al conductor, se sentó a conducir y pisó a dos o tres viejas que cruzaban la calle.

Se fue hasta Escobar, se metió en una casa, tuvo cautiva a toda una familia (siempre con la ayuda de los samurais asesinos), y luego, mientras defecaba en el baño, con la mirada en el piso, dijo: “Toti Chumpete, yo nunca te conocí en persona, nunca tomé un whisky con vos, pero si te llego a cruzar alguna vez te embadurno el upite, te siento en la punta del Obelisco, para después pasearte en cuatro patas por la Plaza de Mayo al grito de: 'acá está, este es, el culpable de que suba el tomate y el zapallo anco', después te ato frente a la Catedral y hago que, uno por uno, todos los granaderos te metan por la garganta sus sables... y eso para empezar”.

Emotivo, ¿no?

Sólo Martín y Leonardo, los púberes pasantes de este medio, se comunicaron con Toti Chumpete para expresarle solidaridad. “Sí, boludo, aguante el consumismo”, dijeron. “Ah, no, el comunismo, boludo”, se corrigieron al instante. A lo que Toti les contestó, vía messenger: “Mi tolerancia tiene un límite, y ese límite se llama La Virgen de Lujan. Yo he visto la luz, yo he mirado más allá, yo... yo... yo he conseguido otro laburo donde me garpan más y no hay un Enano estúpido con samurais represores que nos mandan al fracaso continuo. Y además, he descubierto al Señor... al Señor kiosquero de la vuelta de mi casa, que me consiguió un laburito atendiendo el puesto de chipá y churros.”

“¿Pero porqué renunciaste, boludo?”, preguntó Martín (o Leonardo). “Se los acabo de decir, ignorantes borregos. ¿Están escuchando, oh amables estudiantes, o le están dando duro y parejo a la matraca?”.

“No, te re escuchamos, boludo, pero no nos queda claro, o sea... ¿porqué te bas, boludo?”.

“Primero, 'vas' es con V corta. Segundo, llamen a Susana que por ahí se ganan un televisor o una plancha. Sí, estoy siendo irónico”.

Esas fueron las últimas palabras del célebre cronista, cuasi artífice de esta sección. Hoy no hay entrevista, no hay nada: sólo silencio. Vacío. Con papas al horno. Dolor. Chorizo. Pancho con papitas. Eso hay. Nada más. Se nos fue Chumpete. El futuro de esta sección tambalea. Temor.

Lita de Lazari

Volvió el que sabe. Sí, recuperamos a Toti Chumpete. Alegría, alegría. Y para que entrara en calor lo mandamos a una misión cuasi imposible: entrevistar a Lita de Lázari.


Y un día el Enano Groso lo llamó al Guachín y le dijo: “Nos encontramos en el bosque chaqueño”. Y el Guachín respondió: “¿dónde queda eso, gatu?”. A lo que el Enano respondió: “no se haga problema, oh empleado en negro: nosotros mismos lo llevaremos en helicóptero”. A lo que Marco Antonio respondió: “uh, re pintó”. Así fue que el Guachín llegó al Impenetrable y fue abandonado a su suerte.

“Uno menos”, dijo el Enano cuando se enteró que el plan para deshacerse del ex cumbianchero estaba concluido. “Ahora tenemos que traer de vuelta a Toti Chumpete”.

La búsqueda fue ardua: no quedó bar ni telo sin revisar. Cuando finalmente lo encontramos en tercer cordón del conurbano, Toti sentenció en plan existencial: “oh, amada tierra, amado barro, dime cómo hacer para levantarme cual ave Fénix, cual gato Felix, cual Tweety escabiado, para volver a trabajar. Sí, necesito trabajar. El hombre que no trabaja se transforma en un animal. Yo he visto el infierno y he vuelto para contarlo. Oh, oh, oh, soy el gran Toti Chumpete, vine para resurgir de las cenizas. Guarda la tosca.”

El mismísimo Enano Groso junto a nuestra jefa y editora La Vieja lo recibieron a Toti. “Todo muy lindo”, dijo esssssta, “pero ahora tienes que trabajar y por eso tu primer entrevista será a la distinguidísima señora Lita de Lázari. Sí, porque la papa y el tomate están muy caros.”

Toti se clavó una berlinesa y se fue sin chistar a cumplir con su deber. Era otro hombre, había descendido al infierno y había vuelto para contarlo... sí, ya sabemos: eso lo acaba de decir el mismo Chumpete en la frase de arriba. Pero bueno, lo cierto es que estuvo en el infierno y volvió para contarlo.

Como dijimos, estuvo en el infierno. Y volvió. Para contarlo. Además, era otro hombre. En realidad no, era el mismo: Toti Chumpete. Pero estaba cambiado: la experiencia infernal se notaba en su rostro cuajado por el dolor.

Antes de cumplir con su deber se fue caminando hasta Luján. ¿El Toti es creyente? No: en realidad no tenía un peso para el bondi y tuvo que ir caminando para cobrar una deuda. En el camino a Luján se cruzó con Lita.

Sí, no nos pregunten cómo... bah, sí, pregunten, porque sino no podemos seguir. ¿Listo? ¿Preguntaron? Bueno, la cuestión es que a la mitad del camino el Toti se nos cansó y empezó a hacer dedo. ¿Y quién paró para llevarlo? No, Lita de Lázari no. Lo llevó un camionero que intentó violarlo y no pudo. No pudo porque Toti se ofreció solito a tener sexo. En fin, el hombre (o sea, Toti) está confundido. Recuerden que estuvo en el infierno y volvió para contarlo. De hecho, dentro de unos meses saldrá a la venta el libro de Chumpete intitulado: “Estuve en el infierno y volví: para contarlo”. La cuestión es que después de tener relaciones sexuales con un camionero, Toti fue arrojado violentamente desde el vehículo por esssste. Compungido, tirado en medio de la ruta, Toti vio una imagen acercándose desde el horizonte: era Lita.

Las palabras de Chumpete fueron las siguientes: “oh, señora Lita, a la cual tanto he estado buscando en mi corazón, ven a mí y concédeme una entrevista”. A lo que Lita respondió, bañada en lágrimas: “¿Y vos quién sos, pibe?”. El Toti respondió: “Soy Toti Chumpete, el hombre que fue al infierno y volvió para contarlo. Usted ha venido a rescatarme, señora: no existen las casualidad, sólo las causalidades. Y el Pato Donald, que también existe.”

“No”, respondió Lita, “el Pato Donald son los padres. Y yo estoy acá por otras razones: me dijeron que hay una verdulería muy barata en la zona”. Y la señora menemista se fue, al grito de “¡que vuelva el que sabe!”, dejándolo solo a Chumpete, desangrándose.

Nuestro recuperado periodista (el que fue al infierno) miró al cielo (y volvió para contarlo) y exclamó: “oooooooooh, dame un laburito, Señor, yo sé que Tú existes... bah, en realidad no lo sé, pero estoy acá más solo que perro malo y no tengo nadie a quién hablarle. Por favor, el periodismo no es lo mío, yo quiero tener un maxikiosko, una remisería, algo así. Por favor, Señor, si es que existes dame una señal ahora”.

En ese preciso momento una luz se vislumbró en el camino: era el camionero violador que volvía a buscarlo al Toti para pintarle los labios y llevarlo a vivir en un rancho en Catamarca. Temor.

Soda Stereo (segunda parte)

Una pregunta que nos conmueve y nos hace reflexionar a todos los argentinos: Soda Stereo... ¿tiene aguante? El Guachín, nuestro cronista estrella, tiene la respuesta a semejante interrogante.


En nuestra entre(no)vista pasada, mandamos al Guachín, nuestro cronista cumbianchero, al recital de Soda Stereo a ver si conseguía una nota con Cerati o con Zeta Bossio o con la novia de Zeta Bossio. Se los adelantamos ya: no consiguió un carajo. Pero el fracaso fue doble: tampoco logró asesinar a Cerati. Ni a la novia de Zeta. Ni siquiera puedo agarrar un palillo de Charly Alberti. Pero vayamos paco por paco.

Lo primero que hizo el Guachín fue conseguir a unos cuantos piolas vagos para entrar al recital “de colado”. Muy PRO de su parte. Lo segundo que hizo fue pasar por un maxikiosko para hacerse unos billetes “para el paquito”, según nos contó. Lo tercero fue hacerse de alguna arma blanca “por las dudas”. Lo cuarto fue intentar morfarse un vaciopan. Lo quinto fue fracasar en ese intento de comerse un vaciopan porque sólo servían sushi en el recital. Lo sexto que hicieron fue tomarse un bondi hasta Caseros para comprar birra y superpanchos. Lo séptimo fue volver a tomarse el bondi para volver a River. A todo esto el recital de Soda ya había empezado. Lo octavo que hicieron el Guachín y sus amigos fue “arrebatar un par de celulare' y billete”, según sus exactas palabras. Lo noveno fue meterse a la cancha, en pleno recital, al grito de “el que no salta se la come”, “los Redó, los Redó, la puta que lo parió” y “Cerati es un puto”. Lo décimo que hicieron fue mearle la pierna a una señorita que estaba viendo el recital junto a su novio, un patovica de dos metros de altura. Lo décimo primero que hicieron fue clavarle un cuchillazo al patovica. Lo décimo segundo que hicieron fue salir rajando.

El Guachín volvió a la redacción sorprendido: “Loco, gatu, qué amargo en ese recital loco, y al Cerati careta ese no lo ubico, loco. Gatuuu, no tenían droga, ni se cagaron a cuchillazos, loco, re vigilante, loco... ademá', loco, eso' tipo hacían playba', porque no estaba el tecladito, loco, ni estaba la percusión, loco. Son re atrevidos esos guacho”.

Lamentable.

Soda Stereo

Rescatado de los festejos peronistas por el triunfo de Cris, el Guachín volvió a la redacción para entrevistar a Gustavo Cerati. O a Zeta. O a Charly Alberti O a Leo García, por lo menos.


“Uy, sí, gatuuu… Soda Stereo, sí, me re suena… son los del amor de música pajera, ¿no, loco? Sí, qué bardeá, loco. Si ese tema lo cantaba Néstor en Bloque, gatuuu… re flasheroooo… de música pajera… ¿que es qué? ¿música ligera? Nuuu, qué bardeá, eh, mirá que so’ atrevido… ¿cómo va a ser ligera la cumbia, papá? Ligera son las perras, la cumbia es lenta, es re fumona, jaja, gatuuuu… uuuuh, gatuuuu… dame más paco, papá”.

Así reaccionó nuestro cronista recuperado, ex cumbianchero y ex pastor colombiano, cuando La Vieja le dijo que tenía que conseguir una nota con Soda Stereo.

“Es lo que vende, la boludez que les gusta a los pibes y a los treintañeros que tienen plata y viven en Palermo SOHO”, le había dicho a la Vieja el Enano Groso, nuestro emérito y supremo Jefe.

“Mire, señor Guacho”, señaló la jovata ex secretaria mientras se tomaba un whisky mezclado con nafta súper, “mire, yo le voy a contar cómo es la historia: hace casi dos años que buscamos hacer una entrevista más o menos importante. Empezamos el año pasado queriendo expandirnos hacia el exterior, buscando figuradas internacionales. Fracasamos. Este año leímos un libro de Osho y bajamos el ego. Quisimos, pues, conseguir una nota con alguna estrella nacional. Y estamos fracasando. Usted, señor Guacho, es un excluido de la sociedad. Acéptelo. Lo único que le pedimos es que haga algo por la sociedad antes de ser abatido en un robo a mano armada. Ergo, que genere algún ingreso para el Enano Groso, que anda necesitando cambiarle el tapizado a uno de los diez Mercedes Benz que tiene. Concluyendo: vaya a ver a Soda Stereo a la noche y consiga la entrevista con Cerati. Si no la consigue, aunque sea arme un escándalo para que alguien nos lea. De última, lo asesina a Cerati y se convierte en el nuevo Chapman o algo así. Pero no asesine a otro a Soda, por favor, porque sería un fracaso total”.

Martín y Leonardo, púberes estudiantes haciendo una pasantía en nuestra redacción, se quedaron azorados cuando escucharon las palabras de la Vieja. “¿Viste, boludo?”, dijo Martín (o Leonardo, es lo mismo), “¿viste lo que le dijo la señora Vieja al Guacho? Al final acá aprendemos que todo lo de la facultad es mentira, boludo. Dediquémonos a cirujear y listo, boludo.” “Pero, boludo”, replicó Leonardo (o Martín), “boludo, no puede ser, boludo, o sea, tipo, vos escuchaste lo que dijo, está re mal, va re en contra de la ética periodística o sea… es matar a Cerati, boludo… no sé, se ve que esta Vieja es rolinga, boludo.”

Cuando llegó la noche y se hizo la hora del recital, el Guachín estaba perdido dentro de la Villa “La Esperanza Es Lo Ultimo Que Se Pierde Y Nosotros Ya La Perdimos Hace Rato Así Que Te Vamos A Hacer Mierda Si Entrás” , buscando un poco de poxirán para darse valentía y asesinar a Cerati.

“Loco, este es el sistema, gatu, que me pone entre la espalda y la pared… y te aprieta con la espada, gatu… ah, no, ¿cómo era? Bueno, loco, a mi me gusta De Música Pajera, gatuuuu, tiene una letra que me re identifico, re del barrio, loco”.

El Guachín se daba aliento a sí mismo. Y en el medio del éxtasis post-poxirán se dio cuenta: la única manera de no asesinar a Cerati era haciéndole una entrevista.

“Uuuh, loco, pensé en algo… qué mal”, se sorprendió el ex cumbianchero.

Hasta ahí llegan nuestras noticias sobre el trabajo exclusivo de Marco “Guacho” Antonio acerca del regreso de Soda Stereo. Este fin de semana, nuestro cronista intentará contactarse con la banda. Esperemos, por el bien de Cerati, que lo logre.

De última, fans de Soda, ya saben a quién echarle la culpa: a Dios.

Jorge Sobisch

Resumen de este loco y nuevo capítulo: la Vieja rescató a Mariano Bondiola del Borda mediante métodos poco santos, sólo para que se encontrara Jorgito Sobisch y Jorgito Asís. Temor neo facho.


La Vieja, nuestra ex emérita ex secretaria ex novia de Kevin Federline ex fan de Los Ramones actual Jefa de Redacción, se calzó una medibacha en la cabeza y con una barreta en la mano fue a rescatar a Mariano Bondiola del mismísimo Borda. Y lo logró. No fue fácil, pero lo logró.

Primero se intentó trepar por la pared, sin embargo cayó en la cuenta que se “resfalaba” (sic) y que “no hacía pie” y que “se le acalambraba la entrepierna” y que “hasta le tiró un ganglio cerca de la cachucha”.

Desesperados fueron los intentos de la nona, hasta que la guardia del hospital psiquiátrico la descubrió y la creyeron una “demente incontrolable”.

Por pura casualidad (“o causalidad”, según nos comentó luego la Vieja en medio de su sesión zen), le tocó la misma celda de Mariano Bondiola, que estaba en pleno delirio post empastillaje. “Que vuelve el Carlos”, repetía. “¡Vamo' Menem, vamo' todavía, loco!”.

No sabemos cómo, pero... Bah, sí sabemos cómo, pero es un tanto vergonzoso de contarlo. Sí, es verdad: nosotros ya traspasamos todos los límites del buen gusto, pero... Ok, la cosa fue así: la Vieja logró rescatar a Mariano usando sólo una palabra. Sí. Esa palabrita mágica empieza con P y termina con T. En realidad, termina en E. Y en el medio tiene otra E, entre la P y la T. O sea, sería la P, y luego la E, y después la T, y de nuevo la E.

Esa palabra se complementó con una acción, claro. Acción que dejó libre a ambos. ¿Y tanto esfuerzo, tanto salivar de la Vieja para qué? Para lograr una entrevista con Jorge Sobisch y su candidato a vice Jorge Asís.

El único capaz de hacerlo en la redacción era Mariano Bondiola, y de ahí el sacrificio de la Vieja. Hace unos días, finalmente Jorge y Marianito se juntaron. Asís llegó tarde.

“Tuve que sufrir un piquete insoportable, pero por suerte llevaba mi Magnum”, se excusó.

A Bondiola se le iluminaron los ojos. Se había encontrado con gente como él, gente común, preocupada por la inseguridad, luchando por el bienestar el prójimo, de la familia... Sí, fue un encuentro conmovedor. Marianito incluso sacó tres habanos y los repartió.

“Che, podemos hacernos un asadito un día de estos, ¿no?”, dijo en el borde de la emoción por haber recobrado la cordura. “Realmente pensé que estaba solo en este país de zurdos, pero encontrarme con ustedes me ha revitalizado, queridos amigos”, sentenció Bondiola mientras se tomaba un whiscacho.

Sobisch se peinó el bigote y dijo: “sí, hay gente que vale la pena. Nosotros estamos 100% preparados. No sabemos bien para qué, pero lo estamos. Es más, antes de venir nos depilamos la entrepierna para sentirnos más cómodos. ”

Y así, whisky va, whisky viene, se pasaron la noche entera recordando viejos tiempos, cuando los militares estaban en el poder, cuando los curas eran gente de bien, cuando el orden era impuesto a picana y submarinos. Conmovedor.

Ya en la cumbre del pedo, los tres se abrazaron emocionados y decidieron hacer un bien por la Patria: en un Ford Falcon blanco salieron a “matar negritos” por las villas. “Uuuuuuuuuuuuuuuuh”, gritaban, agitando las manos, revoleando la cabeza, “uuuuh, le pegué un corchazo en el corazón”. “¡Qué groso que sos! ¡Ahora dale en las patas a la bolita esa! ¡Dale, Jorgito, dale!”.

Se congratulaban mutuamente, en una imagen romántica, de la que un San Martín, un Sarmiento, un Videla, hubiese palidecido de envidia.

Y así pasaron toda la noche. "¡Uno menos, uno menos!", gritó Asís y cayó desmayado por la emoción.

La entrevista, claro, quedó en el olvido.

Lilita Carrió

Mariano Bondiola continúa con sus sanguinario-fascistas intentos de entrevistar a los candidatos presidenciales. Esta vez le tocó a Elisa “Lilita” Carrió. ¿Habrá pacto moral?


Anda en la mala Marianito Bondiola. Nuestro cronista, padre y ejecutor de la mano dura, se tuvo que tomar el 39 para ir hasta la casa de Lilita Carrió. Sí, viajó en bondi, cuando en sus buenos años menemistas se manejaba una limousine o una feyari.

Pero los tiempos han cambiado, y Bondiola es un periodista en decadencia, que terminó trabajando en nuestra redacción, que empezó barriendo los pisos luego de dejar embarazada a Maru Botana, y que ahora se prendió en una espiral de violencia de ultraderecha.

Con los ánimos calmados luego de la tortura que le profirieron los samurais del Enano Groso, nuestro jefe (“un clavo se saca con otro clavo”, dijo antes de dar la violenta orden), Marianito se fue dispuesto a hacer una buena entrevista complaciente como en los buenos tiempos.

Carrió lo recibió clavándose unos salamines con queso, y sacándose con un palillo un pedazo de grasa que le había quedado pegado en un diente. “¿Qué hacé, Marianito? ¿Queré un ferné?”, le dijo Lilita a nuestro cronista. “No, soy un profesional en busca de la paz social”, sentenció Mariano con voz robótica. “De la paz social... ¡y del pacto moral!”, gritó Lilitada, extasiada.

Se sentaron en el living y se clavaron un par de sánguches de milanga antes de comenzar la entrevista.

“Lilita querida, decíme... ¿cuáles van a ser tus planes para combatir la inflación?”, “¿cómo vas a afrontar el tema de los piquetes y las cacerolas y la lucha es una sola?”, “¿vas a respetar a los militares?”, “¿me pasás el ketchup?”, fueron sólo algunas de las preguntas que Bondiola realizó antes de... bueno, imagínense. Como dijo la Vieja después de conocer los acontencimientos: “este muchacho no tiene cura... hay que fusilarlo”.

¿Exagerada? Para nada. La entrevista se desarrollaba con normalidad hasta que a Marianito se le ocurrió preguntar por el compañero de fórmula de Carrió: “me comentaron, querida Lilita, que te va a acompañar un socialista en el fórmula, lo cual me parece cómico, ¿no?, porque todos sabemos, los que te conocemos, que el zurdaje no es lo tuyo, jeje”, dijo Bondiola.

“Sí, Mariano, es verdad: Giustiniani me acompaña... pero antes me rechazó Lopez Morfi, que si no...”

Y ahí se pudrió todo. “¡Muerte al zurdaje apátrida y la re puta madre que lo parió a Zamora!”, gritó como loco Bondiola antes de sacar la Mangum y empezar a los tiros. Una mucama (“¡negra sucia!”, le dijo nuestro cronista) resultó herida, y varios adornos de Carrió, entre ellos un retrato de Alfonsín, fueron destrozados.

Marianito se desnudó, y así, en bolas, salió corriendo por la calle, disparando para cualquier lado, ante el espanto de los transeúntes por el cuerpo lampiño del cronista. “¡Que vuelva Julio Argentino Roca!”, gritaba, al borde de la locura. Bah, al borde no: ya completamente loco. Tan loco que terminó en el Borda. Sí, lo perdimos a Bondiola para siempre.

Dolor.

16.10.07

Vilma Ripoll

Mariano Bondiola prometió el desarme, pero no pudo contener su sed de fascismo y sangre de “bolitas” y “zurditos”. Encima lo mandaron a entrevistar a Vilma Ripoll.


“Aflojále con la violencia, Marianito... así no podemos hacer negocios. El discurso... bueno, se me fue de las manos. Sí, ya sabemos: hay que matar a los negritos. Pero para eso están los políticos y la policía. Nosotros facturemos, llenémonos de plata, pero sin violencia, porque la violencia trae problemas, y los problemas cuestan plata. ¿Capisce?”.

A ese nivel llegó a rebajarse el Jefe Emérito del Universo y Villa Luro, conocido como Enano Groso, para que nuestro cronista Mariano Bondiola se desarme, deje la violencia a un lado y se dedique a laburar.

Mariano aceptó las palabras del Enano, pidió perdón y se fue a entrevistar con La Vieja, nuestra jefa de redacción.

“Bueno, querido”, dijo la anciana gagá, “ya fracasaste con Lopez Morfi debido a tu fascismo exorbitante, así que ahora redoblo la apuesta y te mando con otro candidato presidencial: Vilma Ripoll”.

“¿Quién es esa?”, preguntó Mariano, desconcertado, como loco, limado, casi dado vuelta.

“Es una mujer candidata a presidente por la izquierda desunida, Mariano. Sí, quiero armar polémica”.

Ese día a la noche, el señor Bondiola se fue a su casa, agarró varios libros de Sartre y los usó como banquito... y así, meditando sobre su futuro, tratando de contener tanta violencia nazi, se preguntó: “¿La mato o no la mato?”, reemplazando el interrogante metafísico shakespereano.

Al otro día, se calzó la Magnum y fue a encontrarse con Vilma, no sin antes cruzarse con un cartonero, al que invitó amablemente a tomar un café sólo para envenenarlo, y con un “bolita” (tal como le dice Marianito a los bolivianos y a todo aquel que no tenga ojos azules) al que le clavó un cuchillo en el estómago al grito de “¡viva Anne Krueger!”.

Cuando llegó a las oficinas de Ripoll, ya estaba ensangrentado y cargaba la .47 en la mano (derecha, claro).

“¿Dónde está la zurdita esa, eh?”, gritó con los ojos desorbitados.

Pero antes de comenzar con la masacre se escupió una ceja, respiró profundo y sentenció: “cuando digo 'zurdita' o 'zurda' o 'de izquierdas' o 'comunista mal parido' me refiero al término que tiene su origen en el lugar de la Asamblea Nacional en que se sentaban, durante la Revolución Francesa, los representantes jacobinos, que respaldaban medidas que favorecían a las clases más pobres de la sociedad. A la izquierda se sentaban los 'bolitas' y a la derecha la 'civilización'. ¿Compredierum?”.

Silencio absoluto. Los empleados se escondieron tras sus escritorios. Temor. Mucho. Temor. El pánico era insoportable cuando hizo su aparición la misma Vilma Ripoll.

“¡Pero señor Bondiola! Me extraña de usted, que es tan civilizado, que cree en la democracia...”

“Sí, de 'demos' que viene de 'pueblo' y 'cracia' que viene de 'gobierno', ¿no?”, dijo Marianito, incontenible.

“Así es, señor Bondiola, así es”, continuó Vilma. “Por favor deje las armas y únase a nuestro partido, que por ahí conseguimos algunos votos más de la derecha reaccionaria, que nunca vienen mal.”

Mariano la miró a Vilma, pensó en la situación y reflexionó durante un minuto. A los 31 segundos de haber acabo ese minuto, gatilló la Magnum y le disparó a uno de los empleados de Ripoll por ser “medio leninista”.

Luego, al grito de “¡Viva Jorge Luis Borges y Bioy Casares, caracho!” se lanzó hacia la candidata a presidente, pero Vilma, aplicando una patada ninja, pudo bloquear el ataque y escapar.

Bondiola, sediento de sangre, se conformó con masacrar a todo aquel no fuera de Barrio Parque, hasta ser atrapado por la policía, metido en cana y derivado al manicomio.

Dolor.

Ricardo López Morfi (segunda parte)

Mariano Bondiola, convertido en un fascista de acción luego del discurso del Enano Groso, fue rumbo a la entrevista con Lopez Morfi... y en el camino se cargó a dos o tres negritos.


Permítannos interrogarlos, caros lectores. ¿Ustedes saben algo de armas? ¿Conocen, por casualidad, lo que es una magnum .357? ¿O una magnum .44? ¿No? Bueno, pregúntenle a Mariano Bondiola.

Voz imaginaria de alguno de nuestros lectores: “Mariano, ¿qué es una magnum .357?”

Voz neo fascista del señor Bondiola: “Bueno, verán, es un revólver que revuelve (si se me permite el la reiteración fonética... ética... éticum... vademecum... cum... cum Agüero), que revuelve (como decía) las tripas y se las saca hacia afuera a cualquier ser viviente. El objetivo de su creación fue hacer una bala de profunda penetración, trayectoria plana y largo alcance efectivo. Es excelente para la autodefensa por su alto poder de parada, que puede detener de un disparo animales superiores en tamaño al hombre. Inclusive puede matar a un ciervo de un disparo certero a corta distancia. ¿Entendierum?"

Voz imaginaria de alguno de nuestro lectores: “Y Marianito, ¿qué es una .44?”

Voz neo fascista del señor Bondiola: “Bueno, verán, es otra arma, un poco más poderosa, que viene del griego 'podem', que significada 'podar', de podar -por ejemplo- una planta, un arbusto, un felpudo, lo que sea. Para aquellos cinéfilos (del mandarín 'filos' que viene de 'filito', o sea 'minita' o 'turrita de ocasión'; y del mandarín del norte 'ciné' que en realidad es una modificación de 'sin té', es decir que 'cinéfilos' significa 'minita de ocasión que acepta cualquier cosa menos un té', esto es cerveza, vino, semen de Pitufo... ahora que recuerdo, es interesante que los lectores de esta página de culto sepan de donde viene la palabra 'Pitufo', que algunos creen invento de alguna mente afiebrada. No, queridos; no, queridas. En realidad la curiosa palabra tiene un origen claro, preciso, iso, o no iso, nunca lo sabremos, lo que sí sabremos es que hace muchos años, cuando China estaba unida a América, un cazador mongol se adentró en un espeso bosque en búsqueda del 'polvo mágico' que, según las creencias de la época, curaría la sífilis, la tuberculosis, la pediculosis, y todas las demás culosis, que viene del cordobés 'culiao'... bueno, este cazador mongol se perdió en el bosque y estuvo allí por meses, sin comida, sin agua, sin techo, sin 4 x 4, hasta que un día, ya desesperado, se comió un hongo que encontró en el piso, y los efectos lisérgicos no se hicieron esperar. Creyó ver dinosaurios rosa, extraños seres con pantallas en vez de panzas, e incluso un enanito color azul que le dijo en un dialecto desconocido: 'pitufinum garchum tu pitufinam e pitufinum gruñum enojadum cum pitufimun sabium, ¿entedé vieja?' El cazador mongol, entre estupefacto y sorprendido, salió corriendo. De pura suerte, llegó a un arroyo que lo llevó directamente a su pueblo, donde contó las maravillas que había visto en el bosque. '¿Y el polvito mágico, che?', le contestaron sus vecinos, insatisfechos. El cazador no hizo caso a los reclamos y continuó con su relato de dinosaurios, teletubbies, y... y... ese enano azul... no sabía cómo llamarlo y recordó lo primero que le dijo: 'pitufinum'. De ahí se fue deformando hasta llegar al actual 'Pitufo'. Al cazador nadie le creyó en su momento, y terminó atado a un árbol por el resto de sus días. Sin embargo, la historia prevaleció, hasta que llegó a oídos del creador de los famosos 'Pitufos'. Fin de la historia. Ahora sí, volviendo a la magnum .44 podemos decir que es el revolver más poderoso del planeta, capaz de derribar un elefante. O elefantum que...”

Y siguió la voz de Bondiola con su eterna (y estúpida) explicación de las cosas, pero sin revelar lo que acá nos importa: que cuando se dirigía a entrevistar al candidato presidencial López Morfi llevaba esas dos armas, una a cada lado de la cintura, caminando cual sheriff texano, cortando Buenos Aires con su mirada nazi... se cruzó con un par de "cabezas" (como les dice él) y los mató de un tiro; se encontró con una marcha piquetera y gastando sólo cinco balas logró dispersar la manifestación e incluso asesinar algún "zurdito".

La entrevista con Lopez Morfi nunca se concretó, porque Bondiola fue preso. Estuvo alojado por dos días en una cárcel de lujo, con internet, televisión, teléfono, incluso llave para abrir la prisión y salir. Por cortesía (según dijo) se quedó dos días.

¿Se viene el corrimiento de la centro derecha hacia la derecha y dos centímetros al domie? Temor.

Ricardo López Morfi (primera parte)

Las dos fuerzas más poderosas del Universo se juntaron para detener el fracaso: el Enano Groso y la Vieja meditaron semanas enteras y tomaron una decisión. ¿La víctima? López Morfi.


12 P.M. - Redacción de Lauweb: situación de estupefacientes, sala de ensayo, rocanrol.

La Vieja está haciendo yoga en un rincón, de regreso de su viaje por el Congo. Una rayo de luz parte en dos la oscura habitación. El silencio es total. En otro rincón está el Enano Groso, jefe absoluto del Universo y de esta redacción, fumándose un habano, meditando sobre el futuro del negocio, sobre el alza del dólar, sobre lo buena que estaba la mina que se cruzó en el ascensor y sobre el bagayo que ahora se tiene que bancar. El bagayo es, por supuesto, la Vieja, su amante desde hace dos meses. A los dos los separa una enorme distancia, a pesar de encontrarse en la misma habitación. Una hora hace que se encuentran allí: la anciana cruzada de piernas, casi en un nirvana; el enano fumando un habano infinito, largando humo por la nariz. El silencio es cada vez más profundo.

3 A.M. - Hamburguesería del payaso: situación pos-moderna, pre-visible.

El Enano se manduca unas papas pequeñas, mientras la Vieja sigue haciendo yoga. El silencio permanece, mientras de fondo suena una vieja canción de Ricky Martin. Unos niños juguetean en el pelotero, con caritas felices, resplandecientes, con su inonencia intacta... “¡pendejos de mierda!”, piensa el Enano Groso. Lo piensa, pero no dice nada, porque le prometió a la Vieja que iba a meditar lejos de sus samurais. Se contiene, va al baño, se tira un gas, piensa qué olor, se mira en el espejo, casi que no llega por su estatura, se sube a un banquito, se mira, piensa qué olor hay todavía, se lava las manos, se escupe las cejas, se saca una lagaña, piensa en la Vieja, vomita, piensa en sus amantes de antaño, se deprime, toma una pastilla, sale del baño, la mira a la Vieja que sigue meditando, piensa esta vieja chota me tiene podrido.

300,2 P.M. - Calle Perón, entre Uruguay y Talcahuano: situación de prostitución inminente.

La Vieja va a upa del Enano: una imagen digna de un Dalí empastillado. Sigue meditando. La Vieja, claro. El Enano extraña a sus samurais. La situación lo está poniendo tenso. Las bocinas de los autos, el 60 pisando a un transeúnte, un robo a un maxikiosko: nada altera a la actual jefa de redacción, ex secretaria, ex amante de Kevin Federline. No: ella medita. Y medita. Y sigue meditando. Son tiempos difíciles.

2 A.Mmmmm – Redacción de Lauweb: situación límite.

Y sigue meditando. El Yoga le pegó mal. O tal vez fue la sobredosis de cafias del fin de semana pasado. Nadie lo sabe. Pero La Vieja medita. Está casi convertida en un Buda con los pechos operados. Se eleva, su cuerpo se extiende, su alma toca el cielo, y dice luego de semanas de silencio: “¡Hay que entrevistar a López Morfi!”. Y agrega, con los ojos en blanco: “¡Y el encargado debe ser Mariano Bondiola”. Brillante.

40,3333333 F.M. - Salón exclusivo del Enano Groso, con dirección desconocida: situación íntima entre la vida y la muerte.

Luego de la sabia resolución de la Vieja, el Enano Groso solicitó una entrevista en su salón con Mariano Bondiola. Sentado en su enorme sillón (bueno, el sillón es grande pero además el Enano es enano), en casi completa oscuridad, rodeado (ahora sí) de sus samurais, recibió al periodista facho, ya libre de su condena por haber embarazado a Maru Botana.

“Dígame, dios mundano del periodismo: ¿qué deseaus de mius?”, dijo Marianito.

“Quiero que se calle la boca”, sentenció el Enano.

Uuuuuh, vamoooooo, y pegue y pegue y pegue Enano pegue.

“Escúcheme, pichón salido de mi huevo izquierdo: usted es nuestra última esperanza. Sí, así de mal estamos. Estuvimos meditando largo tiempo con nuestra Jefa de Redacción y llegamos a la conclusión que usted tiene que resurgir como el Ave Fénix. Escuche bien lo que voy a decir, engendro nacido en un container lleno de prostitutas: debe hacer entrevistas, pero nada de ser complaciente: queremos que saque al fascista que tiene dentro suyo. Mucho no le va a costar, eso seguro. No, no diga nada. ¡Silencio! Usted es el chicle que pisé hace dos años con estos mismos zapatos luego de pisar un sorete de perro. Así que cállese. Tuvimos varios cronistas, según me cuentan: un tal Toti Chumpete, zurdito incompetente que se hundió en el alcohol... ¿Usted es alcóholico, Bondiola? ¡No me conteste, le dije! Usted es apenas el piojo que mi abuelo tenía en la cabeza cuando vino de Europa y que mi bisabuela le quitó usando querosen. Después tenemos a un tal Marco Antonio, apodado Guachín. ¿Qué se puede esperar de semejante energúmeno? Dicen que ahora está recluido en Colombia, convertido en pastor. Ya lo mandé a buscar igual, sólo para torturarlo durante largas semanas. Y después, según me informan, tenemos a Martín y Leonardo, dos púberes que dicen estudiar periodismo... jajajajaja... periodismo, ¡Dios mío!... a estos dos pibes los tenemos trabajando por dos pesos, y por lo menos hacen el trabajo pesado y son bastantes chupamedias. Mire: ellos son lo mejor que tenemos. Porque usted, uña encarnada en el pie de mi hija no reconocida y muerta en un accidente de autos, usted es lo único que nos queda, y no sólo en esta redacción, sino también en el país entero, en este país vapuleado, en esta país destruido... En fin, me cansé de hablar ante un imbécil como usted. Se puede retirar. Lo único que le pido es una entrevista coherente con un candidato coherente como el señor López Morfi. Y a partir de allí, si todo sale bien, tendremos una nota con cada candidato a presidente. Saque el facho, Bondiola. Y ahora váyase antes que le destruya el tujes”.

Mariano se fue silbando bajito. En la puerta, un pibe le pidió una moneda para comer. El señor Bondiola, embalado por la diatriba del Enano Groso, sacó una metralleta que justo llevaba en un bolso y lo baleó al pibe de pies a cabeza, para luego bajarse los pantalones y mear el cadáver. “Ahí tenés, negrito mal parido”, dijo. Sí, se nos viene la noche.

Tenga miedo, señor Morfi.

19.9.07

Jesucristo

“Cristo vive en vuestros corazones, hermanos”... entonces, ¿porqué no hacerle una entrevista? ¿Eh? El Guachín, convertido en pastor post-evangelista, encomendó su fe a semejante tarea.


“Ay, me duele el guevo izquierdo”, dijo el Guachín, en la cumbre de su lírica cristiana.

Un pastor colombiano que estaba a su lado sentenció: “Como dijo nuestro Señor Anastacio Amurrea: 'si te pica el izquierdo, rascate con la mano derecha, hermano.' El equilibrio lo es todo, hermano Marco Antonio, también llamado Guachín”.

Allí estaba nuestro ex cronista ex cumbianchero devenido en pastor colombiano luego de conocer la verdad revelada gracias a Alcides.

Hace unos días recibimos una carta suya, donde nos contó las peripecias del mundo religioso: “sí, gatu, el jesú este era un vago groso, yo quería hacerle una entrevista, porque él es la verdá y el camino, loco”.

El Guachín tuvo una revelación (y no por el Paco), y hay que respetarlo. Además, como no tenemos nadie a quien entre(no)vistar, dado que La Vieja y el Enano Groso se fueron de vacaciones al Congo, ¿qué mejor idea, amigos y amigos nuestros y nuestras, que adentrarse en las locuras del Guachín, siempre tan compenetrado en...? Ok, vamos a la historia.

El primer día religioso del ex rey de la cumbia drogona se la pasó leyendo la Biblia. Era una versión en historieta, pero bueno... se la aprendió de memoria.

“Me gusta la parte que lo crucifican al guacho me gusta”, nos dijo en su carta. “Los dibujo son re grosos, parece una de yuarseneger”.

El segundo día, mientras dormitaba en su cama en un templo, tuvo una revelación: tenía que conocer a Cristo, que vive en todos nuestros corazones, como todo el mundo sabe.

Así que el Guachín se sentó en la cama, prendió un faso, aspiró una línea, tomó un ácido, y se sentó a esperar que el Mesías se le apareciera. Estuvo dos minutos en el más absoluto silencio hasta que escucho una voz lejana, sutil, apenas perceptible, que le decía: “Holaaaa”. Groso, ¿no? No.

Después de ese conmovedor “hola”, pasaron otros dos minutos hasta que una extraña presencia lo extasió: era el teletubbie amarillo. Bailando con alegría, saludando, lo miró al Guachín, y el Guachín sintió en lo más profundo de su corazón que estaba ante el Cristo.

Una lágrima acompañó las siguientes palabras del cumbianchero religioso: “eh, pero vo parecés un teletubbie, yo pensé que eran satánicos esos guachos, pero ahora veo que era todo una maniobra, gatu... son los falsos profeta loco, seee, loco, yo te amo Jesú, yo te amo casi más que al paco, loco.”

El teletubbie seguía danzando.

El Guachín se desnudó, y con sus miembros viriles bamboleantes, bailó junto al adorable muñeco amarillo, que a veces tiraba un “hoaaaa” revelador, iluminado, profundo, estúpido...

Entre tanto gozo cristiano, el Guachín dudó. Sí, todo hombre de fe tiene sus dudas. Y preguntó, extasiado: “Oh, mi amado mesías, dime: ¿es la muerte sólo el traspaso de nuestra alma al más allá, al camino del Señor; o es acaso todo lo que hay carne podrida en suelo infértil? Dime, oh Padre”.

“Hoaaaaaaaaa”, respondió el teletubbie-cristo.

Fuerte.

El Guachín ahora anda convencido que tuvo una revelación y quiere escribir su propio evangelio. Lamentable.

Pedimos públicos disculpas a todas las religiones del mundo por los delirios de nuestro cronista. Y confirmamos que los teletubbies son satánicos. y ni hablar de Barney o los Power Rangers.

Alcides (segunda parte)

El Guachín tuvo su entrevista con Alcides, pero terminó fajado por el Grupo Commanche y convertido en pastor colombiano. O algo así. El mundo es, ahora, un lugar mejor.


¡Cómo le gusta el baile! ¿A quién? Al hijo de cuca. Y cuidado, cuidado, cuidado con la bomba, Chita. Ufff, estamos que no podemos más. Hasta Mariano Bondiola está bailando al ritmo de Gladys, la bomba tucumana.

Les pasamos a contar lo acontecido estas semanas, los ponemos al día, los bañamos de la actualidad lisérgica característica de esta sección.

La idea (brillante, por cierto) de la Vieja era hacer una nota que versara sobre las diferencias entre la cumbia clásica y la cumbia villera. Para eso, mandó al Guachín, nuestro cronista estrella (perdón Toti), a una entrevista con Alcides. Sí, el de “no la dejes ir, no la dejes ir, ¿por qué? Te lo digo yo...” Ok, basta.

Ayer justamente llegó a la redacción el cronista cumbianchero y nos contó lo sucedido en su encuentro con Alcides:

“No, vago, yo renuncio mañana, esto me cambió la vida, gatu. Conocerlo al cumbiamba clásico este, al guacho este, me cambió las perssspectiva me cambió. Miren, yo les cuento, guachos, pero que la vieja chota esa no se enoje porque no hay nota. No, loco, recatate, vieja. Yo me iba en mi falcon tuniado pa' la casa del guacho essste escuchando un tema mio que dice: 'ay, ay, ay... vamo' la mano la mano la mano... sos una peteraaaaa, re trola y bananeraaaa... lo' pibe del barrio me batieroooon que te comes el morcipan completo, y que en la noches frías o calientes, vos les hacés flor de peeeteeee...' Bueno, gatuuu, hoy ya me recaté, loco, no quiero escribir más esa puesía de la calle, me quiero recatar, loco, y todo gracia' al Alcides”.

Conmovidos por este relato, los estudiantes de periodismo Leonardo y Martín se pusieron de pie y aplaudiendo dijeron: “señor Guacho, le queremos decir algo, boludo, que este mensaje es para los fachos como Blumberg: siempre la gente, por más bruta que sea, se puede rehabilitar.”

“¿Quiénes son los guachos estos?”, dijo el Guachín.

Martín tomó la posta y aclaró mientras se acomodaba el huevo izquierdo: “somos dos estudiantes que estamos haciendo una pasantía en esta redacción tan... tan... tan... decadente. Pero ahora por favor continúe con su tan interesante relato y sepa de nuestro eterno respeto, boludo”.

“Gracias, loco... Aprendé del guacho essste que acá les habla, aprendé la lecion, aprendan. Bueno, iba con mi falcon tuniado y llegué al chalé de Alcides, yo estaba re drogado, loco, jajajajajaja, qué vaganciaaaa, locuuu, jajajaja... pero esos son tiempos pasados, gatu, ya me recaté... y le dije al Alcides, le dije: 'eh, guacho, ustedes los de la cumbia romántica me pueden mascar el prepucio'... y sí, me fui al re carajo, pero era la re vaganciaaa, locu... y después el Alcides se puso mal, me putió el loco, pero yo me quedé ahí batiéndole cosas, hasta que Alcides se recalentó y llamó a sus amigos de la cumbia clásica, gatu... me dijo: 'ahora vamos a ver si te hacés el vivo', y ahí nomá' llegó Pocho la pantera y llegó también Ricky Maravilla, locu... Como yo estaba re colocadooooo me chupó un guevo y la mitá del otro, y los seguí putiando... Pero loco, después recapacité, loco, porque llamaron al grupo Commanche, gatuuu... no sé, loco, se ve que tomaron alguna pastilla, porque los locos estaba re grosos, gatu, y me fajaron.”

En ese momento, mientras pronunciaba esas palabras con ese lenguaje tan estremecedor, al Guachín, al rey del paco y la cumbia brava, al mismo Marco “Guachín” Antonio, se le cayeron unas lágrimas.

“Sí, locuuu, porque después de cagarme a palo, se acercó Alcides y me dijo: 'escuchame, hijo de Dios, tú tienes una responsabilidad, un objetivo en esta vida: tienes un poder en tus manos, que es tu música, tu lírica. Tú tienes una responsabilidad social. Deja ya de cantarle a la droga, al alcohol, al acto sexual, y encomiéndate a Dios, Hermano.' Eso me dijo Alcides, loco, y listo, ahí nomá me asocié a su iglesia, loco, por eso les comunico que dejo esta redasion y me voy con unos pastores colombianos, me voy a hacer escursion, para desintocicarme, no quiero más cantar cumbia villera, gatuuu, quiero respetar a la mujer, loco, quiero respetar a la Madre Tierra, quiero respetar la propiedad privada, locuuuu, quiero respet... respet... pet... peteeeeeeeeee, petar, peteeeee, peteeeeeeeee, hacéme un peteeeeee, guachaaaaa...”

Entiéndanlo: el Guachín todavía no está totalmente rehabilitado, y le cuesta despegarse de su costumbres cumbiancheras. Por suerte, Martín y Leonardo se le acercaron y trataron de consolarlo: “no, señor Guacho, esa palabra no se dice”.

Podemos decir, como para concluir esta entre(no)vista tan esperanzadora, que la cumbia clásica le ganó la pulseada a la cumbia villera.

¿Se viene San Alcides? Amén.

Alcides (primera parte)

“No lo dejes ir, no lo dejes ir, ¿por qué?, te lo dice el Enano Groso, ¿quién es? Alcides y se va sin decir adiós.” Sí, mandamos al Guachín a entrevistar a uno de los grosos de la cumbia clásica.


Un hecho inusitado se dio el lunes a las tres de la madrugada en la redacción. Con paso de cumbia, hizo su entrada nada menos que el Enano Groso, el Jefe supremo y absoluto no sólo de esta web sino también de todas las galaxias circundantes a la nuestra. Se notaba a varios kilómetros que tenía un pedo como para cinco.

En una esquina, sentados en un rincón dele tipear, estaban los noveles cronistas Martín y Leonardo. Sí, de vuelta luego de una desconocida aventura en La Rioja intentando una entrevista con el Carlos (que seguramente, cuando nada se nos ocurra -y eso pasa seguido- contaremos), allí estaban nuestros estudiantes de periodismo, estupefactos ante la aparición de su patroncito en estado lamentable. “No nos quedan ejemplos a seguir, boludo” susurró Martín a su inseparable compañero.

“Eh, ustedes dos, manga de inútiles”, gritó el Enano tambaleándose y largando un olor a tetra insoportable, “eh, ustedes, ¿hay alguien responsable en este lugar de mierda? ¿Dónde está la vieja chota esa, eh?... ¡Hip! No la dejes ir, no la dejes ir... ¡Hip!”.

“Señor amado nuestro: la señor Vieja está durmiendo en su casa. El único adulto responsable presente en la redacción es el Guachín, que está en el baño haciéndose una manopla”, dijo Leonardo, arrodillado a los pies del Jefe.

“¡Y díganle que venga ya, eh! ¡Hip! ¿Qué tendraaa el petisoo? ¡Hip!”.

Pero no hizo falta que Martin o Leonardo fueran a interrumpir al Guachín en su noble labor onanista, porque justamente en ese momento el cronista cumbianchero irrumpió al grito de: “¡Jajajajaja, gatuuu! ¡El enano trolo se tomó hasta el agua el inodoro se tomó!”.

“Mire, agradezca que estoy sin mis samurais porque acabo de venir de una fiesta, que sino ya le hubiesen cortado la cabeza... además ¡hip!, tengo que pedirle un favorcete”.

“¿Que te rompa el ojete? Jejeje”, preguntó el Guachín.

“¡Pero qué chico más ocurrente!”, ironizó el Enano mientras vomitaba un cacho de pizza, “quiero pedirte de corazón, ¡hip!, de corazón, de acá adentro, que le hagas una entrevista al rey de la cumbia romántica: Alcides”.

“Uh, no, esos putos de la cumbia romántica se la comen doblada, gatuuu...”

“Bueno, mire, ¡hip!, señor Guacho, lleguemos a un acuerdo: primero les hace una entrevista y luego envío unos samuraís para que le peguen flor de paliza a Alcides, ¿le parece?”.

El Guachín asintió, entusiasmado ante la violencia física de la propuesta. Pero luego se produjo una situación de lo más patética, de la cual Martín y Leonardo fueron pasivos y asombrados espectadores: el Enano Groso, es un estado lamentable, se puso a cantar el hitazo de Alcides “Violeta” y a bailar con el Guachín, cuando se resbaló con su propio vómito y se dio la cabeza contra el suelo.

“¡Juaaaaa! ¡Se está desangrando! ¡Qué vagancia, locuuu!”, festejó el rey de la cumbia villera.

Ahí se quedó, o muerto o dormido, el Enano Groso, mientras Martín y Leonardo se preguntaban: “¿Cómo hago ahora para estudiar a Eliseo Verón con el recuerdo de este patético show, boludo?”.

Cuando al otro día la Vieja, nuestra jefa de redacción, se enteró que el Guachín tenía que verse cara a cara con Alcides, pensó: “¡Excelente! La cumbia villera se enfrenta a la cumbia romática... Dos épocas, dos argentinas... Una en pleno idilio menemista, los viajes a Miami, el microondas barato; la otra, en la debacle de la Alianza... Es bueno, me gusta... esperemos que el inútil este del Guachín... ¡Momento! ¿Alcides está vivo? Sí, creo que sí. ¿O no?”

En medio de estos pensamientos estaba la Vieja cuando se resbaló con el ya famoso vómito del Enano, que todavía estaba ahí, inalterable, al igual que el mismo Enano, roncando como un tronco.

“¡Pero carajo-mierda! ¿quién tiene que limpiar esta asquerosidad? ¡Manga de inútiles!”, gritó la Vieja.

“Momentus: me disculpo por mi tardanza, y por los incovenientes causados. Ya mismo agarró un trapo y limpio este desastre llamado vómito, que viene del griego 'vomitum', que significa 'hombre que escupe su alma pa' aguera'”.

Sí, era el mismo Mariano Bondiola, que había sido condenado a limpiar los pisos de la redacción durante unas semanas debido a la fracasada nota y el intento de violación hacia Maru Botana.

17.8.07

Maru Botana (segunda parte)

Llegó Mariano Bondiola a la redacción y con él arribó la filosofía, el análisis político y filosófico, la coima, el acoso sexual... ¿No nos creen? Pregúntenle a Maru Botana.


“Ta que lo tiró de las patas”, sentenció Mariano Bondiola, para luego ilustrarnos: “que viene del griego 'takim quem lo tirum dem las patus'”.

Esas profundas palabras fueron pronunciadas por el doctor (nuevo colaborador desde la semana pasada) cuando Maru Botana se le tiró encima, en un desesperado intento copulativo para tener otro hijo.

Sí, Maru es una máquina de copular. Lo cual no lo exime a Mariano, que con su sex appeal contribuyó al desmadre. Quizás sea el habano, quizá sea su cuantioso dinero, quizás sea su costado conserva y gorila. No lo sabemos.

Lo cierto es que, tal como contamos en nuestra anterior entre(no)vista, ya la Vieja (nuestro Jefa de redacción) le había lamido las patas al señor Bondiola, en un suceso que es mejor no recordar. Como corresponde ante semejante eminencia, lo dejamos a nuestro nuevo cronista Mariano Bondiola relatar cómo fueron los hechos en su primer fracaso en esta sección.

Adelante, por favor, tordo.

“Reflexionemos: Maru Botana siempre tuvo un perfil violento. Recuerdo, no sin nostalgia por mis épocas doradas, cuando la veía en la televisión, luego de almorzar con el dino Bernie, y allí ya suspicazmente notaba una violencia latente al verla patinar o decorar tortas, con un gusto demasiado peroncho, ¿no? Se notaba en ella un odio, un resentimiento, que estalló ayer cuando fui a su casa a entrevistarla. Estábamos conversando sobre salud reproductiva, cuando saqué un habano y fui repentinamente acosado sexualmente por esta mujer. En ese momento recordé las palabras sabias, ¿no?, de Platón, cuando dijo: 'la vida es larga y dura como un pene humano'. Luego Aristóteles, su discípulo, corrigió las palabras de su maestro y nos iluminó sobre la cuestión: '¿larga y dura como la de quién? Ojo ahí, eh. Porque sabido es que hay penes fláccidos imposibles de levantar, y que también abundan los órganos sexuales masculinos pequeños; por lo tanto, debemos concluir que la vida es larga y dura, aunque también puede ser corta y decadente.' Los invito a reflexionar sobre las sabias palabras de Aristóteles. Si uno las analiza bien, las podemos aplicar, ¿no?, a la época del peronismo, cuando...”

Bueno, ahí Mariano Bondiola patinó y siguió delirando sobre cualquier cosa, menos sobre la fallida entrevista a Maru Botana. Así que decidimos censurarlo por el bien de nuestro lectores, que ya bastante mal están de por sí.

Los rumores, sin embargo, circularon a paso tortuga por toda la redacción, hasta llegar a los oídos de la mismísima Vieja, y a través de ella a los del Enano Groso, que todavía se encontraba vacacionando en Calamauchita.

“El señor Bondiola queda suspendido por una semana”, sentenció nuestro Jefe, “y deberá encargarse de fregar los pisos durante ese tiempo. Caso contrario, se procederá a una tortura cruel sumistrada por mis samurais. Y ahora, déjeme en paz que me estoy clavando un morcipan y bajándolo con una Tai naranja”.

Pero los rumores siguieron circulando por la redacción. Se habló incluso de un presunto embarazo de Maru, o de un consentimiento por parte de Marianito, que no habría sido abusado, sino más bien todo lo contrario. Nunca sabremos la verdad, mitad porque a nadie le interesa.

Los chusmeríos, no obstante, llegaron hasta las orejas con cera del Guachín, que estaba sacándose los hongos de las patas cuando escuchó lo acontecido entre Maru y Marianito.

“Uh, gatuuu, para mí que este Bondiola se la come doblada se la come”, dijo. “¿Cómo no le dio maza a la Maru, loco, jejeje? Yo le daba pa' que tenga y reparta hijos por todo lado le daba”.

De toda esta alocada aventura sacamos la siguiente moraleja: más vale pájaro en mano, que cien hijos reclamando la paternidad. Fuerte.

7.8.07

Maru Botana (primera parte)

Tenemos una nota que cambiará los estándares del periodismo argentino. Y como si esto fuera mucho, incorporamos a la redacción al insigne periodista facho Mariano Bondiola.


La Vieja se hartó cuando supo que el incansable brío al que era sometida por el entusiasmo luego del ascenso inclaudicable que la llevó a ser Jefa de Redacción se agotó, pero no sin antes (y es bueno aclararlo) mandar a todo el grupo de periodistas y paracaidistas varios que trabajan en esta sección a la concha de su puta madre.

Perdón por el lenguaje, pero fue la misma Vieja, enajenada, quien lo utilizó.

“Pero manga de inútiles, ¿por qué no se van a la concha de su puta madre?”, vociferó ella; para luego agregar: “ya no se puede confiar en nadie en este momento donde los valores están tan trastocados. Años he estado sufriendo la opresión machista de mi difunto esposo (que en paz no descanse), años he estado siendo secretaria de estos pelagatos, años he escalado piedra por piedra, y todo para llegar donde ahora me encuentro. Entiendan que no quiero perder el puesto, manga de pelotas fritas en aceite de soja. Sí, me tienen patilluda, carajo mierda. Creo que en esta redacción hay que hacer borrón y cuenta nueva.”

“¡¿Pero quién carajo va a querer laburar acá, vieja chota?!”, gritaron desde el fondo.

¿Para qué? La Vieja rompió en llanto, mostrando su antigua humanidad, e indignada por la ineficiencia de los presentes. Y entonces, cuando ya nadie esperaba nada (o sea, hace años), cuando la luz de la esperanza se extinguía, justo en ese momento de oscuridad y desazón alguien golpeó la puerta. Y ese alguien era nada menos que el insigne periodista facho Mariano Bondiola. El mismo que otrora, durante la entre(no)vista con Ménem, se estaba clavando unos fideos con dulce de leche con el dino Bernie. Sí, sí y no. Sí.

“Vengo a pedir trabajo, que viene del griego laborum”, dijo Marianito. La Redacción entera quedó paralizada: ¡alguien pedía trabajo en esta redacción! ¡Y encima ese alguien era el antiguo profeta de la mano dura y la picana! Sólo había dos explicaciones: o el señor Bondiola estaba muy mal de la cabeza o realmente necesitaba el trabajo y en todos lados lo rechazaban por su inocultable decadencia.

Luego nos dimos cuenta que las dos opciones eran ciertas.

Imagínense cómo se puso La Vieja, desesperada como estaba y memista como siempre fue, cuando, en medio de un mar de llantos y ruegos, golpeó a su puerta el mismísimo Mariano Bondiola.

“Señor, permítame besarle las patas”, dijo la ex secretaria, a lo que Marianito respondió: “¿cómo no? Pero por favor antes límpiese la lengua”.

La Vieja fue al baño, se pegó un enjuague bucal, volvió, se agachó frente a Bondiola y -cuando todos temían lo peor- le empezó a lamer los zapatos con profusa pasión. Mariano, en tanto, se prendió un habano. Así estuvieron unos largos minutos, ante la mirada atónita del resto de los presentes.

Después de esta vergonzosa escena, la ahora Jefa de Redacción se reunió a solas con el ahora ilustre periodista estrella de esta página web. No sabemos qué pasó puerta adentro, pero sí sabemos que cuando ambos salieron la Vieja se escupió una ceja y anunció: “Miren a un profesional, cúmulo de liendres resucitadas; miren y aprendan: este mismo hombre, testigo de la historia argentina reciente, irá a entrevistar a nada menos que Maru Botana. ¿Y todo porqué? Porque fue una orden del Enano Groso, amante de los pasteles como es”.

Mariano Bondiola tomó la palabra y dijo: “Sí, justamente es como dice esta inestimable y chota señora. Le haré la entrevista a Maru Botana, y le daré un perfil sanitario: le preguntaré cómo pueden los jóvenes adentrarse en el fabuloso mundo de la salud reproductiva”.

Todo esto pasó ayer nomás y nos dejó hiper recontra shockeados, ¿vistesss? Así que aún aguardamos esa nota que seguramente cambiará los estándares del periodismo argento.

La semana que viene, el encuentro entre nuestro nuevo cronista Mariano Bondiola y esa imparable máquina reproductiva llamada Maru Botana.

30.7.07

Andrés Calamaro

Situación de estupefacientes, rock, fútbol, sala de ensayo... Sí, seguramente los niños que nos leen en vacaciones adivinaron de quién les hablamos: fuimos a por Andrés Calamaro.


Y un día parapetó. Yo parapeto, ellos parapetan, él parapeta, ella parapeta, nosotros parapetamos, vosotros parapetaís. Y sobre todo, el Guachín parapetó.

Luego de estar prófugo de la justicia del Enano Groso, nuestro cronista cumbianchero se apareció la semana pasada en la redacción. Pero la cosa no fue así como así, tan fácil. Hubo todo un trabajo de espionaje por parte de la Vieja, nuestra no tan emérita Jefa de Redacción.

Como nos quedamos sin periodistas disponibles para continuar con esta sección, la búsqueda desesperada del Guachín se intensificó. La Vieja se subió a la terraza, y mirando el cielo pegó el grito: “¡Ahijuna con la lobuna!”, y soltó una paloma mensajera.

“¡Oh, palomilla, ve a buscar a Marco Antonio y tráelo!”, fueron sus sentidas palabras. Y allá fue el bicho, con un mensaje en su patita que decía así: “Señor Guacho pequeño: se le ha decretado un indulto de parte del grandísimo Enano, su jefe sobre el planeta Tierra y alrededores. Por favor, le pedimos que vuelva para entrevistar a Andrés Calamaro. Gracias”.

Con lágrimas en los ojos (y sí, si no es en los ojos dónde carajo van a estar las lágrimas), nuestra ex secretaria pensó en su infancia, en su difunto y castrador esposo, y rezó a los santos del periodismo (Santo Biassatti, entre otros) para que el rey de la cumbia volviera a trabajar para Lauweb.

Y el método dio resultado, porque el Guachín regresó. “Sí, gatuuu”, nos confesó luego, “estaba en los bosques de Palermo con la gomera y bajé una paloma, guacho. Y cuando la agarré pa' hacerla al horno con papa e' batata, gatu, le vi que tenía un papelito en la pata... pensé que era merca pensé, je je, así que lo abrí pero tenía un mensaje pa' mí, re loco gatu... me re emocioné y ahí nomá me asalté un masikiosko para festejar...”.

Sin más preludio, la Vieja agregó: “Bueno, realmente es conmovedor su relato, señor Guachín, y todos queremos lograr la paz y hacer el amor. Pero ahora pónganse a trabajar. Una orden del benemérito y exquisito Enano Groso, jefe de todos nosotros mortales, pidió una entrevista con Andrés Calamaro. Ve a por él, oh hijo mío”.

“Bueno, viejita, pero antes bancáme un toque que me saco los hongos e' las patas”, sentenció el cronista del pueblo cumbianchero.

Y allí fue, en su Falcon, con una cumbia bien al palo de su propia autoría que decía más o menos así: “Cuando te vi, me sentí traspasado por tu miradaaaa / sentí que mi vida para siempre cambiabaaaa / tomá toda mi leche que es descremadaaaa / y después sentáte en mi poronga que está aceitadaaaa”. Espeluznante.

Sabemos que en este momentos, ustedes, caros lectores, estarán emocionados por el regreso del Guachín y sus poéticas cumbias; sabemos que no pueden más y tienen ganas de largarse a llorar... ¡pues lloren! ¡Dejen escapar esos sentimientos! ¡No le pongan una barrera al corazón! ¡Háganlo ahora, porque lo que viene es lamentable!

El Guachín, que no es un hombre muy empapado en el rocanrol, se confundió y fue a entrevistar a Calamaro, sí... pero a Javier, el hermano de Andrés. No sabemos cómo nuestro enviado especial consiguió la dirección y se fue a verlo, convencido que era el autor de “Costumbres Argentinas”.

“Eh, vo, gatu, tengo que hacerte unas preguntas...”, comenzó la nota el Guachín. “La primera es... pará que la tengo re pensada, loco, y la anoté... a ver ga... acá esta: '¿por qué tus viejos te pusieron de nombre Andrés, eh?'”.

En ese momento, Javier se paró, lo miró fijamente al Guachín y mientras sacaba un facón le dijo: “Te voy a matar, drogadicto de porquería”. Sí, sí, sí: se armó flor de quilombo.

El Guachín regresó a la redacción todo tajeado, y sentenció: “eh, gatuuu, el Calamardo ese es un guacho re careta... así no se puede lagurá, loco... a mí me mándenme a entrevistar a 'Néstor en Bloque', gatuuu... el rock es para los careta'”.

Tenemos miedo por una nueva represión del Enano Groso ante nuestro eterno fracaso. Por eso nos tomamos el atrevimiento de hablarle a nuestro Jefe por este medio y decirle: petiso querido, mirá el lado positivo... tiene su mérito fracasar constantemente... no cualquiera lo hace, eh... Pensálo. Y cuidáte. Queréte. Paz en el mundo. Amor. Locura. Arte. Arte. Arte

Carlos Menem (segunda parte)

Leonardo. Martín. Carlos. Zulemita. La Vieja. Toti. Enano. Groso. En este zoológico de personajes, cualquier cosa puede pasar... menos que todo o algo salga bien.


“¿Hola, Carlos?”, preguntaron los púberes periodistas Martín y Leonardo.

“Sí, ¿quién habla? ¿Zulemita?”

“No, no, somos dos jóvenes que estamos interesados en hacerle algunas preguntas”.

“No, io preguntas no contesto a los giles”, sentenció el Carlos y cortó.

Temor. Pánico. Alegría. Sed. Sindicalismo. Odio. Vivimos en un mundo. Sí, vivimos en una galaxia. Eso. No queríamos decir nada original, sólo boludeces (para variar).

Ocurrió luego del estrepitoso fracaso que La Vieja les mandó el siguiente mensaje de texto a Martín y Leonardo:

“Pero utds sn mdio pltuds? Vngn ya pqe sino stn dspddos y adms les rscndo el contrt... anqu stn en ngr y trbjndo por dos psos cn cncnt. Ls vy a rscndr el contrt con la vid, de la plza q les vn a dr ls smurs del Inestimable y Altísimo Señor Enano Groso”.

Los dos pichones del periodismo-verdad tiraron el celular al Riachuelo y se fueron a emborracharse a “El Obrero”, un barzucho de La Boca. Allí, entre las sombras, creyeron ver a un personaje extraño pero a la vez familiar. Se acercaron a él, desencantados del mundo como estaban, y lo invitaron a un trago.

“Paga el Enano Groso”, dijeron.

El extraño giró la cabeza y sus ojos se iluminaron como la luna: era nada menos que el indomable Toti Chumpete. Con una voz ronca, irreconocible, les dijo: “¿Enano Groso? Je je je. ¿Ustedes trabajan para él? ¡Díganle que no le tengo miedo a sus patovas orientales! ¡Las amenazas no surgirán efecto, manga de atorrantes hijos de una gran perra parida en el prostíbulo más decadente de la metrópolis pérfida!”.

“No, no, señor Chumpete”, susurró Martín, “todo lo contrario: nosotros lo admiramos, somos trabajadores del palo como usted. Y estamos desencantados, alienados, hastiados del mundo. Nos mandaron a entrevistar al Carlos, pero fracasamos.”

“¿Al Carlos? ¿Acaso ustedes dijeron “al Carlos”? Supongo que se refieren al ex patilludo. El señor Enano Groso, y se lo digo sin ningún tipo de respeto, quiere destruir el futuro de lo que alguna vez fue una redacción dominada por gente como yo, gente que quería trabajar, gente que... bueno, que ha quedado trastornada también. Vean que... me debo a mi público... soy un hombre responsable que dejó la vida...”.

Sin terminar de pronunciar la frase, Toti cayó desmayado.

El colapso del ídolo. Sí.

En ese momento, a Martín y Leonardo les agarró un julepe tremendo: no querían terminar ahogados en su propio vómito.

Decidieron, pues, tomarse un avión hasta La Rioja... bueno, en realidad no, se fueron en bondi... no, tampoco... Perdón, pero no podemos ir contra nuestra incansable búsqueda de la Verdad: se fueron a dedo. No sabemos si alguna vez llegarán a la tierra del Carlos.

Por el momento, el paradero de Martín y Leonardo es desconocido. Informamos a sus padres que cualquier reclamo debe ser callado si no quieren ser reprimidos violentamente.

A raíz del extravío de estos dos poco talentosos periodistas, y con Toti Chumpete en las sombras, le pedimos al señor Guachín que regrese de su exilio.

In Guachín we trust.

Carlos Menem (primera parte)

Aaaaaaaaaaah, arrrrrrrrrrgggggggggggh, aaarghghehe, laaaaaaaaaaaaaaaaccccccccoon chaaaaaaaaaa. Aaaaaaaaaaaaaaaaah, agárrense el izquierdooooooo.


Hagamos un repaso por nuestra sacrificada redacción:

-Tenemos al Enano Groso, jefe supremo y dueño de la mosca, secundado por un inquebrantable ejército de samurais que hace de fuerza represiva y de secretarios de escasa palabra.

-Tenemos a La Vieja, recientemente ascendida a Jefa de Redacción, después de ser durante años una simple secretaria renegada.

-Tenemos a Toti Chumpete, que el año pasado la rompió en esta misma sección, y que ahora anda creándose un espacio propio. Un tipo correcto, con información certera, siempre dispuesto a dar la vida por una nota de mierda.

-Tenemos al Guachín, nuestro cronista cumbianchero, ahora prófugo luego de la brutal represión del Enano Groso.

-Tenemos a Martín y Leonardo, dos púberes del periodismo, que hicieron su entrada por la puerta chica hace un par de semanas, intentado secuestrar a Tinelli y viendo a Moria Casán cagar.

-Y por último tenemos a un montón de inservibles, que quizás en algún momento peguen el salto hacia la galería de inestimables periodistas de esta loca sección.

Luego de este repaso por nuestro staff, vamos a lo que nos compete. Y si decimos “compete” nos acordamos de Chumpete, y de Chumpete saltamos al Guachín, cuya inoperancia (según la Vieja) hizo que los inexpertos Martín y Leonardo se tuvieran que hacer cargo de la entrevistas.

A nuestra ex emérita secretaria, devenida kapanga de la redacción, le picó el bicho de la poesía berreta y después de clavarse uno de mortadela, sentenció frente a una redacción atónita: “Oh, oh, oh... oh, oh, oh... arrrgh... momento, que se me atragantó un cacho e' pan... ejem, ejem... a ver... ahora sí: oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh y oh, queridos redactores y servidores a la patria del Enano Groso, escuchen estas sentidas palabras que tengo para decirles: yo lo he votado dos veces. Háganse presentes, reyes del malambo y la cumbia tecno, porque esta confesión no es gratuita: sí, soy menemista.”

Silencio sepulcral en la redacción (mitad porque ya varios se habían quedado dormidos).

“Lo voté en su primer mandato”, continuó la Vieja, “y lo voté en el segundo mandato... lo voté en las últimas elecciones y lo volveré a hacer. Sé, oh amados y borregos compañeros, que no está en boga decirlo, sé que todos tiran la piedra y esconden la mano, pero yo doy la cara: ¡vamooooo' Meneeeemmmm! ¡Vamooooooo! Así que quiero una entrevista ya con el señor Presidente de los argentinos. Sí, queridos, porque por más que sea ex Presidente, para mí sigue siendo el Presidente. Oh, oh, oh, por favor, llámenlo al Dinosaurio Bernie para que les dé el fono, y contáctense con el honorable Carlos. He dicho. Ah, una última cosilla: quiero que Martín y Leonardo se hagan cargo de la nota. Después del estricto entrenamiento que tuvieron, es hora que maduren y se hagan a fuerza de golpes. Amén”.

Martín y Leonardo, que votaron a Patricia Walsh en las últimas presidenciales, se miraron y se tocaron el izquierdo varias veces.

“Boludo”, dijo Martín, “esta vieja chota es peor que Jadá, pónganse media pila. Yo tuve que ver a un psicólogo después de presenciar cómo Moria Casán se echaba un cago”.

“Y bueno, boludo”, retrucó Leonardo, “yo no sé, boludo, qué decirte, boludo... de última vamos, boludo, y ya fue... le vamos a poder preguntar cosas grosas, boludo, mirálo desde un lado profesional, boludo”.

Los dos estudiantes de periodismo, luego de varias noches de insomnio, se armaron de valor y lo llamaron al Dino Bernie. Justamente, el Carlos estaba cenando en la casa del veterano periodista, junto a Marianito Bondiola y otros tantos adalides de los '90.

“¿Quién habla? ¿Sos vos, Mauri?”, preguntó Bernie, ya un poco gagá.

“No, somos dos jóvenes periodistas que lo tenemos como maestro, señor”, contestó Martín, entrenados por la Vieja para mentir a todo momento.

“Queremos conseguir una nota con el señor Menem, para reivindicar sus diez años de mandato, denostados hoy por la ola montonera que se adueñó del poder, pero incapaz de tener el amor del pueblo peronista”.

“Ah, sí, miren... el señor Carlos está justamente en mi hogar comiendo unos fideos con dulce de leche. Si quieren les paso ahora mismo y le hacen la nota... coima mediante, claro está. Je je”.

“Ah, bueno, sí, seguramente... esteeee... el cheque ya está en camino. Gracias.”

“Un placer hacer negocios con ustedes. Ya les paso con Carlos”.

En la próxima, la entrevista al ex patilludo.

Marcelo Tinelli (segunda parte)

Nuestros dos inexpertos y temerosos cronistas (Martín y Leonardo) se lanzaron estrepitosamente a la caza de Marcelo Hugo. El pánico en persona.


Luego de la asunción a Jefa de Redacción de La Vieja, y de que dos púberes del periodismo (Martín y Leonardo) fueran enviados a conseguir una entrevista sí o sí con Marcelo Hugo Tinelli, tal como contamos en nuestra anterior y decisiva entre(no)vista... bueno, luego de todo eso, les vamos a contar qué pasó (perdón, pero no sabíamos bien cómo empezar la nota y nos salió así, es que estamos un poco nerviosos por las políticas represivas del Enano Groso).

Obviamente, la entrevista no se concretó porque sino no estaríamos acá chamuyando como locos, y además ustedes estarían leyendo las preguntas y las respuestas del pope de la televisión inteligente. Estaba claro que era una misión suicida enviar a dos inexpertos a conseguir una nota con el capo de Ideas del Sur.

Sin embargo, acorralados, sin ninguna opción, transpirando temor, angustia, nerviosismo, allá fueron nuestros Martín y Leonardo. Se les ocurrió meterse cual chorros de poca monta en el edificio de la productora de Marcelo Hugo, pensando que así podrían secuestrarlo y obligarlo a contestar las preguntas a punta de pistola.

Esto nos deja una moraleja que aquí no queremos ni debemos obviar: cuando la gente está entre la espada y la pared, es capaz de hacer cualquier cosa. Piénselo, reflexionen, y mándenle un mail al Enano Groso para contárselo. La dirección es: latengobiengrande@lauweb.com.

Encapuchados cual piqueteros del MST, los dos inexpertos pichones de periodista treparon las paredes de Ideas del Sur (no nos pregunten cómo) y se metieron al mismísimo baño de Moria Casan.

Allí estaba la diva haciendo fuerza sobre el inodoro, puteando porque la diarrea la tenía a mal traer, cuando estos dos delincuentes cayeron por la claraboya. Imagínense la bizarra situación. Moria haciendo sus necesidades en el toilet, y dos pibes encapuchados que caen del techo.

La diva pensó inmediatamente: “¡secuestro, secuestro!”, y lo gritó de esa manera: “¡secuestro, secuestro!”.

“No, no, señora Moria, siga haciendo fuerza nomás, nosotros sólo venimos a secuestrar a Tinelli”, dijo Leonardo, poniéndose colorado pero no por la vergüenza, sino por el calor que le daba la capucha y por el olor nauseabundo que despedían las heces de la Casán.

Hacemos una breve pausa para aclarar que no es nuestra intención ser “asquerosos” ni “guarangos”. Lo aclaramos antes que nos lleguen miles de mails quejándose. Las cosas ocurrieron como las estamos contando, y no es nuestra culpa si la señora Moria Casan se había clavado una morcilla justo esa noche. Sí, señores y señoras: los famosos también hacen fuerza (segunda moraleja que nos deja la entre(no)vista de hoy).

Continuemos.

A pesar de la aclaración de Leonardo, la diva siguió gritando desesperada, y no tardaron en entrar dos guardaespaldas que, haciéndoles una toma de judo, no tardaron en inmovilizar a nuestros púberes periodistas.

“¡Sáquenlos ya... y traiganme la 'Papparazzi' que todavía no terminé!”, dijo Moria.

Y ahí comenzó la brutal represión y el interrogatorio de los guardaespaldas: “¿Quiénes son?” “¿Para quién trabajan?” “¿Son medio boludos?”, etc.

Martín se largó a llorar, pero ante el menor atisbo de violencia física desenbuchó: “Es culpa del Enano Groso, él nos obligó”.

Los guardaespaldas, o patovas si gustan, se miraron, y uno de ellos sacó su celular. ¿A quién llamó? Obviamente al Enano Groso para confirmar acusaciones y saber qué hacer con los dos buchones.

Temor con todo.

Por suerte, parece que el Enano Groso no estaba (después nos enteramos que se había tomado unas mini vacaciones en Santa Rosa de Calamuchita), y uno de los samurais contestó la llamada.

“Llamen a la Vieja”, fueron sus escuetas palabras orientales.

La locura, la pasión, el dolor, la acción, el frenesí, el terror, la catarsis, la... la... y la... Bueno, y algo más. Todo eso sintieron los pobres Martín y Leonardo en el momento que uno de los guardaespaldas les comunicó la sentencia de la Vieja: por no haber conseguido la entrevista con Marcelo Hugo, tendrían que trabajar gratis para la empresa por, digamos, unos... esteeee... por toda la vida. Y no sólo eso: serían sometidos a un bravo entrenamiento para conseguir entrevistas con famosos y convertirse en los nuevos Rinaldi y Polino de la web.

27.7.07

Marcelo Tinelli (primera parte)

“Les voy a dar una segunda oportunidad, manga de inadaptados, subdesarrollados, delincuentes: vayan a por Marcelo Tinelli”. Sentencia del Enano Groso.


Luego de la fracasada nota con Pablito Ruiz, el Enano Groso, nuestro Jefe máximo, no bajó la guardia y nos volvió a cascotear el rancho. Mandó a uno de sus samurais con una carta que aquí les reproducimos:

“Manga de parásitos inservibles: les escribo la presente para mandarlos bien a la mierda. Me veo obligado casi a humillarme para pedirles que hagan las cosas que deberían hacer solos. ¡Les pago un sueldo, carajo! ¡Ustedes saben cuántos pichones de periodistas tengo haciendo cola para trabajar por 0,50 la hora! Soy un hombre de pocas palabras, porque soy rico, multimillonario, y la vida (en realidad, MI vida) está para ser gozada, no para gastar saliva o tinta en inútiles como ustedes. Sin embargo, aquí me ven, dictándole estas palabras a uno de mis samurais para que se pongan a trabajar de una buena vez. Me fallaron varias veces, pero lo acontecido con el señor Pablo Ruiz fue inadmisible. Ese tal Marco Antonio, a quien ustedes llaman el Guachín, no volverá a pisar esta redacción jamás. Y jamás es nunca. Ahijuna con la lobuna si llego a enterarme que anduvo por estos lados. De todas maneras, y para no volver a cometer estos errores producto de mi bondadosa sapiencia, desde ahora la Jefa de Redacción será la señora rebautizada Amelita Gómez Córdoba Larreta de Groso. Se hará sólo lo que ella diga, ¿capisce? Y ahora quiero una exclusiva con Marcelo Tinelli. Punto. Que Alá se apiade de vosotros”.

La señora Amelita Gómez Córdoba Larreta de Groso no es nada menos que la emérita secretaria que nosotros conocemos con el apelativo de La Vieja. Sí, esa viejecita que ha pasado por tantos percances, que perdió a su marido y se enamoró de Kevin Federline, no sin antes teñirse el pelo de verde y hacerse los pechos (todo esto a los ochenta y pico), ahora es nuestra Jefa de Redacción.

Hacía tiempo que veníamos sospechando de la complicidad de La Vieja con el Enano Groso. Sonrisas picaronas entre ellos, una actitud demasiado poco sindicalista de la ex Secretaria... en fin: un cúmulo de situaciones que nos hicieron vislumbrar esta alianza.

¿Es la Vieja la nueva Graciela Fernández Meijide de la redacción? Temor.

La cuestión es que el mismo día que recibimos la carta, una alfombra roja se deslizó en la entrada de la redacción: era la ex secretaria, que a paso de diva argentina, entró sin saludar a sus antiguos amigos.

“Ahora quiero que alguien vaya hasta Ideas del Sur y haga una nota con Tinelli. Nada de excusas. Si no la consiguen, vamos a tomar medidas drásticas”, dijo una irreconocible Vieja, mientras pitaba un cigarrillo con boquilla.

Dos pibes, Martín y Leonardo, fueron los encargados de semejante tarea. Por la noche, se los vio a ambos rezándole, de rodillas, a la estampita que tenemos de Toti Chumpete en la redacción.

“Oh, señor Chumpete”, decían entre sollozos de fe, “guíanos por el camino del buen periodismo; dinos en este momento tan crucial para Lauweb cómo contactar a San Marcelo; danos tu serenidad, tu profesionalismo, tu sed de verdad; a tí nos encomendamos, señor Toti”.

Esa misma noche, se vio a dos sospechosos encapuchados entrar en la oficinas de Ideas del Sur. ¿Se viene el secuestro a Tinelli? ¿Será este el batacazo que haga tranquilizar al Enano Groso?

Todas estas respuestas, y muchas más, en la próxima edición.