19.9.07

Alcides (primera parte)

“No lo dejes ir, no lo dejes ir, ¿por qué?, te lo dice el Enano Groso, ¿quién es? Alcides y se va sin decir adiós.” Sí, mandamos al Guachín a entrevistar a uno de los grosos de la cumbia clásica.


Un hecho inusitado se dio el lunes a las tres de la madrugada en la redacción. Con paso de cumbia, hizo su entrada nada menos que el Enano Groso, el Jefe supremo y absoluto no sólo de esta web sino también de todas las galaxias circundantes a la nuestra. Se notaba a varios kilómetros que tenía un pedo como para cinco.

En una esquina, sentados en un rincón dele tipear, estaban los noveles cronistas Martín y Leonardo. Sí, de vuelta luego de una desconocida aventura en La Rioja intentando una entrevista con el Carlos (que seguramente, cuando nada se nos ocurra -y eso pasa seguido- contaremos), allí estaban nuestros estudiantes de periodismo, estupefactos ante la aparición de su patroncito en estado lamentable. “No nos quedan ejemplos a seguir, boludo” susurró Martín a su inseparable compañero.

“Eh, ustedes dos, manga de inútiles”, gritó el Enano tambaleándose y largando un olor a tetra insoportable, “eh, ustedes, ¿hay alguien responsable en este lugar de mierda? ¿Dónde está la vieja chota esa, eh?... ¡Hip! No la dejes ir, no la dejes ir... ¡Hip!”.

“Señor amado nuestro: la señor Vieja está durmiendo en su casa. El único adulto responsable presente en la redacción es el Guachín, que está en el baño haciéndose una manopla”, dijo Leonardo, arrodillado a los pies del Jefe.

“¡Y díganle que venga ya, eh! ¡Hip! ¿Qué tendraaa el petisoo? ¡Hip!”.

Pero no hizo falta que Martin o Leonardo fueran a interrumpir al Guachín en su noble labor onanista, porque justamente en ese momento el cronista cumbianchero irrumpió al grito de: “¡Jajajajaja, gatuuu! ¡El enano trolo se tomó hasta el agua el inodoro se tomó!”.

“Mire, agradezca que estoy sin mis samurais porque acabo de venir de una fiesta, que sino ya le hubiesen cortado la cabeza... además ¡hip!, tengo que pedirle un favorcete”.

“¿Que te rompa el ojete? Jejeje”, preguntó el Guachín.

“¡Pero qué chico más ocurrente!”, ironizó el Enano mientras vomitaba un cacho de pizza, “quiero pedirte de corazón, ¡hip!, de corazón, de acá adentro, que le hagas una entrevista al rey de la cumbia romántica: Alcides”.

“Uh, no, esos putos de la cumbia romántica se la comen doblada, gatuuu...”

“Bueno, mire, ¡hip!, señor Guacho, lleguemos a un acuerdo: primero les hace una entrevista y luego envío unos samuraís para que le peguen flor de paliza a Alcides, ¿le parece?”.

El Guachín asintió, entusiasmado ante la violencia física de la propuesta. Pero luego se produjo una situación de lo más patética, de la cual Martín y Leonardo fueron pasivos y asombrados espectadores: el Enano Groso, es un estado lamentable, se puso a cantar el hitazo de Alcides “Violeta” y a bailar con el Guachín, cuando se resbaló con su propio vómito y se dio la cabeza contra el suelo.

“¡Juaaaaa! ¡Se está desangrando! ¡Qué vagancia, locuuu!”, festejó el rey de la cumbia villera.

Ahí se quedó, o muerto o dormido, el Enano Groso, mientras Martín y Leonardo se preguntaban: “¿Cómo hago ahora para estudiar a Eliseo Verón con el recuerdo de este patético show, boludo?”.

Cuando al otro día la Vieja, nuestra jefa de redacción, se enteró que el Guachín tenía que verse cara a cara con Alcides, pensó: “¡Excelente! La cumbia villera se enfrenta a la cumbia romática... Dos épocas, dos argentinas... Una en pleno idilio menemista, los viajes a Miami, el microondas barato; la otra, en la debacle de la Alianza... Es bueno, me gusta... esperemos que el inútil este del Guachín... ¡Momento! ¿Alcides está vivo? Sí, creo que sí. ¿O no?”

En medio de estos pensamientos estaba la Vieja cuando se resbaló con el ya famoso vómito del Enano, que todavía estaba ahí, inalterable, al igual que el mismo Enano, roncando como un tronco.

“¡Pero carajo-mierda! ¿quién tiene que limpiar esta asquerosidad? ¡Manga de inútiles!”, gritó la Vieja.

“Momentus: me disculpo por mi tardanza, y por los incovenientes causados. Ya mismo agarró un trapo y limpio este desastre llamado vómito, que viene del griego 'vomitum', que significa 'hombre que escupe su alma pa' aguera'”.

Sí, era el mismo Mariano Bondiola, que había sido condenado a limpiar los pisos de la redacción durante unas semanas debido a la fracasada nota y el intento de violación hacia Maru Botana.

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