30.7.07

Andrés Calamaro

Situación de estupefacientes, rock, fútbol, sala de ensayo... Sí, seguramente los niños que nos leen en vacaciones adivinaron de quién les hablamos: fuimos a por Andrés Calamaro.


Y un día parapetó. Yo parapeto, ellos parapetan, él parapeta, ella parapeta, nosotros parapetamos, vosotros parapetaís. Y sobre todo, el Guachín parapetó.

Luego de estar prófugo de la justicia del Enano Groso, nuestro cronista cumbianchero se apareció la semana pasada en la redacción. Pero la cosa no fue así como así, tan fácil. Hubo todo un trabajo de espionaje por parte de la Vieja, nuestra no tan emérita Jefa de Redacción.

Como nos quedamos sin periodistas disponibles para continuar con esta sección, la búsqueda desesperada del Guachín se intensificó. La Vieja se subió a la terraza, y mirando el cielo pegó el grito: “¡Ahijuna con la lobuna!”, y soltó una paloma mensajera.

“¡Oh, palomilla, ve a buscar a Marco Antonio y tráelo!”, fueron sus sentidas palabras. Y allá fue el bicho, con un mensaje en su patita que decía así: “Señor Guacho pequeño: se le ha decretado un indulto de parte del grandísimo Enano, su jefe sobre el planeta Tierra y alrededores. Por favor, le pedimos que vuelva para entrevistar a Andrés Calamaro. Gracias”.

Con lágrimas en los ojos (y sí, si no es en los ojos dónde carajo van a estar las lágrimas), nuestra ex secretaria pensó en su infancia, en su difunto y castrador esposo, y rezó a los santos del periodismo (Santo Biassatti, entre otros) para que el rey de la cumbia volviera a trabajar para Lauweb.

Y el método dio resultado, porque el Guachín regresó. “Sí, gatuuu”, nos confesó luego, “estaba en los bosques de Palermo con la gomera y bajé una paloma, guacho. Y cuando la agarré pa' hacerla al horno con papa e' batata, gatu, le vi que tenía un papelito en la pata... pensé que era merca pensé, je je, así que lo abrí pero tenía un mensaje pa' mí, re loco gatu... me re emocioné y ahí nomá me asalté un masikiosko para festejar...”.

Sin más preludio, la Vieja agregó: “Bueno, realmente es conmovedor su relato, señor Guachín, y todos queremos lograr la paz y hacer el amor. Pero ahora pónganse a trabajar. Una orden del benemérito y exquisito Enano Groso, jefe de todos nosotros mortales, pidió una entrevista con Andrés Calamaro. Ve a por él, oh hijo mío”.

“Bueno, viejita, pero antes bancáme un toque que me saco los hongos e' las patas”, sentenció el cronista del pueblo cumbianchero.

Y allí fue, en su Falcon, con una cumbia bien al palo de su propia autoría que decía más o menos así: “Cuando te vi, me sentí traspasado por tu miradaaaa / sentí que mi vida para siempre cambiabaaaa / tomá toda mi leche que es descremadaaaa / y después sentáte en mi poronga que está aceitadaaaa”. Espeluznante.

Sabemos que en este momentos, ustedes, caros lectores, estarán emocionados por el regreso del Guachín y sus poéticas cumbias; sabemos que no pueden más y tienen ganas de largarse a llorar... ¡pues lloren! ¡Dejen escapar esos sentimientos! ¡No le pongan una barrera al corazón! ¡Háganlo ahora, porque lo que viene es lamentable!

El Guachín, que no es un hombre muy empapado en el rocanrol, se confundió y fue a entrevistar a Calamaro, sí... pero a Javier, el hermano de Andrés. No sabemos cómo nuestro enviado especial consiguió la dirección y se fue a verlo, convencido que era el autor de “Costumbres Argentinas”.

“Eh, vo, gatu, tengo que hacerte unas preguntas...”, comenzó la nota el Guachín. “La primera es... pará que la tengo re pensada, loco, y la anoté... a ver ga... acá esta: '¿por qué tus viejos te pusieron de nombre Andrés, eh?'”.

En ese momento, Javier se paró, lo miró fijamente al Guachín y mientras sacaba un facón le dijo: “Te voy a matar, drogadicto de porquería”. Sí, sí, sí: se armó flor de quilombo.

El Guachín regresó a la redacción todo tajeado, y sentenció: “eh, gatuuu, el Calamardo ese es un guacho re careta... así no se puede lagurá, loco... a mí me mándenme a entrevistar a 'Néstor en Bloque', gatuuu... el rock es para los careta'”.

Tenemos miedo por una nueva represión del Enano Groso ante nuestro eterno fracaso. Por eso nos tomamos el atrevimiento de hablarle a nuestro Jefe por este medio y decirle: petiso querido, mirá el lado positivo... tiene su mérito fracasar constantemente... no cualquiera lo hace, eh... Pensálo. Y cuidáte. Queréte. Paz en el mundo. Amor. Locura. Arte. Arte. Arte

Carlos Menem (segunda parte)

Leonardo. Martín. Carlos. Zulemita. La Vieja. Toti. Enano. Groso. En este zoológico de personajes, cualquier cosa puede pasar... menos que todo o algo salga bien.


“¿Hola, Carlos?”, preguntaron los púberes periodistas Martín y Leonardo.

“Sí, ¿quién habla? ¿Zulemita?”

“No, no, somos dos jóvenes que estamos interesados en hacerle algunas preguntas”.

“No, io preguntas no contesto a los giles”, sentenció el Carlos y cortó.

Temor. Pánico. Alegría. Sed. Sindicalismo. Odio. Vivimos en un mundo. Sí, vivimos en una galaxia. Eso. No queríamos decir nada original, sólo boludeces (para variar).

Ocurrió luego del estrepitoso fracaso que La Vieja les mandó el siguiente mensaje de texto a Martín y Leonardo:

“Pero utds sn mdio pltuds? Vngn ya pqe sino stn dspddos y adms les rscndo el contrt... anqu stn en ngr y trbjndo por dos psos cn cncnt. Ls vy a rscndr el contrt con la vid, de la plza q les vn a dr ls smurs del Inestimable y Altísimo Señor Enano Groso”.

Los dos pichones del periodismo-verdad tiraron el celular al Riachuelo y se fueron a emborracharse a “El Obrero”, un barzucho de La Boca. Allí, entre las sombras, creyeron ver a un personaje extraño pero a la vez familiar. Se acercaron a él, desencantados del mundo como estaban, y lo invitaron a un trago.

“Paga el Enano Groso”, dijeron.

El extraño giró la cabeza y sus ojos se iluminaron como la luna: era nada menos que el indomable Toti Chumpete. Con una voz ronca, irreconocible, les dijo: “¿Enano Groso? Je je je. ¿Ustedes trabajan para él? ¡Díganle que no le tengo miedo a sus patovas orientales! ¡Las amenazas no surgirán efecto, manga de atorrantes hijos de una gran perra parida en el prostíbulo más decadente de la metrópolis pérfida!”.

“No, no, señor Chumpete”, susurró Martín, “todo lo contrario: nosotros lo admiramos, somos trabajadores del palo como usted. Y estamos desencantados, alienados, hastiados del mundo. Nos mandaron a entrevistar al Carlos, pero fracasamos.”

“¿Al Carlos? ¿Acaso ustedes dijeron “al Carlos”? Supongo que se refieren al ex patilludo. El señor Enano Groso, y se lo digo sin ningún tipo de respeto, quiere destruir el futuro de lo que alguna vez fue una redacción dominada por gente como yo, gente que quería trabajar, gente que... bueno, que ha quedado trastornada también. Vean que... me debo a mi público... soy un hombre responsable que dejó la vida...”.

Sin terminar de pronunciar la frase, Toti cayó desmayado.

El colapso del ídolo. Sí.

En ese momento, a Martín y Leonardo les agarró un julepe tremendo: no querían terminar ahogados en su propio vómito.

Decidieron, pues, tomarse un avión hasta La Rioja... bueno, en realidad no, se fueron en bondi... no, tampoco... Perdón, pero no podemos ir contra nuestra incansable búsqueda de la Verdad: se fueron a dedo. No sabemos si alguna vez llegarán a la tierra del Carlos.

Por el momento, el paradero de Martín y Leonardo es desconocido. Informamos a sus padres que cualquier reclamo debe ser callado si no quieren ser reprimidos violentamente.

A raíz del extravío de estos dos poco talentosos periodistas, y con Toti Chumpete en las sombras, le pedimos al señor Guachín que regrese de su exilio.

In Guachín we trust.

Carlos Menem (primera parte)

Aaaaaaaaaaah, arrrrrrrrrrgggggggggggh, aaarghghehe, laaaaaaaaaaaaaaaaccccccccoon chaaaaaaaaaa. Aaaaaaaaaaaaaaaaah, agárrense el izquierdooooooo.


Hagamos un repaso por nuestra sacrificada redacción:

-Tenemos al Enano Groso, jefe supremo y dueño de la mosca, secundado por un inquebrantable ejército de samurais que hace de fuerza represiva y de secretarios de escasa palabra.

-Tenemos a La Vieja, recientemente ascendida a Jefa de Redacción, después de ser durante años una simple secretaria renegada.

-Tenemos a Toti Chumpete, que el año pasado la rompió en esta misma sección, y que ahora anda creándose un espacio propio. Un tipo correcto, con información certera, siempre dispuesto a dar la vida por una nota de mierda.

-Tenemos al Guachín, nuestro cronista cumbianchero, ahora prófugo luego de la brutal represión del Enano Groso.

-Tenemos a Martín y Leonardo, dos púberes del periodismo, que hicieron su entrada por la puerta chica hace un par de semanas, intentado secuestrar a Tinelli y viendo a Moria Casán cagar.

-Y por último tenemos a un montón de inservibles, que quizás en algún momento peguen el salto hacia la galería de inestimables periodistas de esta loca sección.

Luego de este repaso por nuestro staff, vamos a lo que nos compete. Y si decimos “compete” nos acordamos de Chumpete, y de Chumpete saltamos al Guachín, cuya inoperancia (según la Vieja) hizo que los inexpertos Martín y Leonardo se tuvieran que hacer cargo de la entrevistas.

A nuestra ex emérita secretaria, devenida kapanga de la redacción, le picó el bicho de la poesía berreta y después de clavarse uno de mortadela, sentenció frente a una redacción atónita: “Oh, oh, oh... oh, oh, oh... arrrgh... momento, que se me atragantó un cacho e' pan... ejem, ejem... a ver... ahora sí: oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh y oh, queridos redactores y servidores a la patria del Enano Groso, escuchen estas sentidas palabras que tengo para decirles: yo lo he votado dos veces. Háganse presentes, reyes del malambo y la cumbia tecno, porque esta confesión no es gratuita: sí, soy menemista.”

Silencio sepulcral en la redacción (mitad porque ya varios se habían quedado dormidos).

“Lo voté en su primer mandato”, continuó la Vieja, “y lo voté en el segundo mandato... lo voté en las últimas elecciones y lo volveré a hacer. Sé, oh amados y borregos compañeros, que no está en boga decirlo, sé que todos tiran la piedra y esconden la mano, pero yo doy la cara: ¡vamooooo' Meneeeemmmm! ¡Vamooooooo! Así que quiero una entrevista ya con el señor Presidente de los argentinos. Sí, queridos, porque por más que sea ex Presidente, para mí sigue siendo el Presidente. Oh, oh, oh, por favor, llámenlo al Dinosaurio Bernie para que les dé el fono, y contáctense con el honorable Carlos. He dicho. Ah, una última cosilla: quiero que Martín y Leonardo se hagan cargo de la nota. Después del estricto entrenamiento que tuvieron, es hora que maduren y se hagan a fuerza de golpes. Amén”.

Martín y Leonardo, que votaron a Patricia Walsh en las últimas presidenciales, se miraron y se tocaron el izquierdo varias veces.

“Boludo”, dijo Martín, “esta vieja chota es peor que Jadá, pónganse media pila. Yo tuve que ver a un psicólogo después de presenciar cómo Moria Casán se echaba un cago”.

“Y bueno, boludo”, retrucó Leonardo, “yo no sé, boludo, qué decirte, boludo... de última vamos, boludo, y ya fue... le vamos a poder preguntar cosas grosas, boludo, mirálo desde un lado profesional, boludo”.

Los dos estudiantes de periodismo, luego de varias noches de insomnio, se armaron de valor y lo llamaron al Dino Bernie. Justamente, el Carlos estaba cenando en la casa del veterano periodista, junto a Marianito Bondiola y otros tantos adalides de los '90.

“¿Quién habla? ¿Sos vos, Mauri?”, preguntó Bernie, ya un poco gagá.

“No, somos dos jóvenes periodistas que lo tenemos como maestro, señor”, contestó Martín, entrenados por la Vieja para mentir a todo momento.

“Queremos conseguir una nota con el señor Menem, para reivindicar sus diez años de mandato, denostados hoy por la ola montonera que se adueñó del poder, pero incapaz de tener el amor del pueblo peronista”.

“Ah, sí, miren... el señor Carlos está justamente en mi hogar comiendo unos fideos con dulce de leche. Si quieren les paso ahora mismo y le hacen la nota... coima mediante, claro está. Je je”.

“Ah, bueno, sí, seguramente... esteeee... el cheque ya está en camino. Gracias.”

“Un placer hacer negocios con ustedes. Ya les paso con Carlos”.

En la próxima, la entrevista al ex patilludo.

Marcelo Tinelli (segunda parte)

Nuestros dos inexpertos y temerosos cronistas (Martín y Leonardo) se lanzaron estrepitosamente a la caza de Marcelo Hugo. El pánico en persona.


Luego de la asunción a Jefa de Redacción de La Vieja, y de que dos púberes del periodismo (Martín y Leonardo) fueran enviados a conseguir una entrevista sí o sí con Marcelo Hugo Tinelli, tal como contamos en nuestra anterior y decisiva entre(no)vista... bueno, luego de todo eso, les vamos a contar qué pasó (perdón, pero no sabíamos bien cómo empezar la nota y nos salió así, es que estamos un poco nerviosos por las políticas represivas del Enano Groso).

Obviamente, la entrevista no se concretó porque sino no estaríamos acá chamuyando como locos, y además ustedes estarían leyendo las preguntas y las respuestas del pope de la televisión inteligente. Estaba claro que era una misión suicida enviar a dos inexpertos a conseguir una nota con el capo de Ideas del Sur.

Sin embargo, acorralados, sin ninguna opción, transpirando temor, angustia, nerviosismo, allá fueron nuestros Martín y Leonardo. Se les ocurrió meterse cual chorros de poca monta en el edificio de la productora de Marcelo Hugo, pensando que así podrían secuestrarlo y obligarlo a contestar las preguntas a punta de pistola.

Esto nos deja una moraleja que aquí no queremos ni debemos obviar: cuando la gente está entre la espada y la pared, es capaz de hacer cualquier cosa. Piénselo, reflexionen, y mándenle un mail al Enano Groso para contárselo. La dirección es: latengobiengrande@lauweb.com.

Encapuchados cual piqueteros del MST, los dos inexpertos pichones de periodista treparon las paredes de Ideas del Sur (no nos pregunten cómo) y se metieron al mismísimo baño de Moria Casan.

Allí estaba la diva haciendo fuerza sobre el inodoro, puteando porque la diarrea la tenía a mal traer, cuando estos dos delincuentes cayeron por la claraboya. Imagínense la bizarra situación. Moria haciendo sus necesidades en el toilet, y dos pibes encapuchados que caen del techo.

La diva pensó inmediatamente: “¡secuestro, secuestro!”, y lo gritó de esa manera: “¡secuestro, secuestro!”.

“No, no, señora Moria, siga haciendo fuerza nomás, nosotros sólo venimos a secuestrar a Tinelli”, dijo Leonardo, poniéndose colorado pero no por la vergüenza, sino por el calor que le daba la capucha y por el olor nauseabundo que despedían las heces de la Casán.

Hacemos una breve pausa para aclarar que no es nuestra intención ser “asquerosos” ni “guarangos”. Lo aclaramos antes que nos lleguen miles de mails quejándose. Las cosas ocurrieron como las estamos contando, y no es nuestra culpa si la señora Moria Casan se había clavado una morcilla justo esa noche. Sí, señores y señoras: los famosos también hacen fuerza (segunda moraleja que nos deja la entre(no)vista de hoy).

Continuemos.

A pesar de la aclaración de Leonardo, la diva siguió gritando desesperada, y no tardaron en entrar dos guardaespaldas que, haciéndoles una toma de judo, no tardaron en inmovilizar a nuestros púberes periodistas.

“¡Sáquenlos ya... y traiganme la 'Papparazzi' que todavía no terminé!”, dijo Moria.

Y ahí comenzó la brutal represión y el interrogatorio de los guardaespaldas: “¿Quiénes son?” “¿Para quién trabajan?” “¿Son medio boludos?”, etc.

Martín se largó a llorar, pero ante el menor atisbo de violencia física desenbuchó: “Es culpa del Enano Groso, él nos obligó”.

Los guardaespaldas, o patovas si gustan, se miraron, y uno de ellos sacó su celular. ¿A quién llamó? Obviamente al Enano Groso para confirmar acusaciones y saber qué hacer con los dos buchones.

Temor con todo.

Por suerte, parece que el Enano Groso no estaba (después nos enteramos que se había tomado unas mini vacaciones en Santa Rosa de Calamuchita), y uno de los samurais contestó la llamada.

“Llamen a la Vieja”, fueron sus escuetas palabras orientales.

La locura, la pasión, el dolor, la acción, el frenesí, el terror, la catarsis, la... la... y la... Bueno, y algo más. Todo eso sintieron los pobres Martín y Leonardo en el momento que uno de los guardaespaldas les comunicó la sentencia de la Vieja: por no haber conseguido la entrevista con Marcelo Hugo, tendrían que trabajar gratis para la empresa por, digamos, unos... esteeee... por toda la vida. Y no sólo eso: serían sometidos a un bravo entrenamiento para conseguir entrevistas con famosos y convertirse en los nuevos Rinaldi y Polino de la web.

27.7.07

Marcelo Tinelli (primera parte)

“Les voy a dar una segunda oportunidad, manga de inadaptados, subdesarrollados, delincuentes: vayan a por Marcelo Tinelli”. Sentencia del Enano Groso.


Luego de la fracasada nota con Pablito Ruiz, el Enano Groso, nuestro Jefe máximo, no bajó la guardia y nos volvió a cascotear el rancho. Mandó a uno de sus samurais con una carta que aquí les reproducimos:

“Manga de parásitos inservibles: les escribo la presente para mandarlos bien a la mierda. Me veo obligado casi a humillarme para pedirles que hagan las cosas que deberían hacer solos. ¡Les pago un sueldo, carajo! ¡Ustedes saben cuántos pichones de periodistas tengo haciendo cola para trabajar por 0,50 la hora! Soy un hombre de pocas palabras, porque soy rico, multimillonario, y la vida (en realidad, MI vida) está para ser gozada, no para gastar saliva o tinta en inútiles como ustedes. Sin embargo, aquí me ven, dictándole estas palabras a uno de mis samurais para que se pongan a trabajar de una buena vez. Me fallaron varias veces, pero lo acontecido con el señor Pablo Ruiz fue inadmisible. Ese tal Marco Antonio, a quien ustedes llaman el Guachín, no volverá a pisar esta redacción jamás. Y jamás es nunca. Ahijuna con la lobuna si llego a enterarme que anduvo por estos lados. De todas maneras, y para no volver a cometer estos errores producto de mi bondadosa sapiencia, desde ahora la Jefa de Redacción será la señora rebautizada Amelita Gómez Córdoba Larreta de Groso. Se hará sólo lo que ella diga, ¿capisce? Y ahora quiero una exclusiva con Marcelo Tinelli. Punto. Que Alá se apiade de vosotros”.

La señora Amelita Gómez Córdoba Larreta de Groso no es nada menos que la emérita secretaria que nosotros conocemos con el apelativo de La Vieja. Sí, esa viejecita que ha pasado por tantos percances, que perdió a su marido y se enamoró de Kevin Federline, no sin antes teñirse el pelo de verde y hacerse los pechos (todo esto a los ochenta y pico), ahora es nuestra Jefa de Redacción.

Hacía tiempo que veníamos sospechando de la complicidad de La Vieja con el Enano Groso. Sonrisas picaronas entre ellos, una actitud demasiado poco sindicalista de la ex Secretaria... en fin: un cúmulo de situaciones que nos hicieron vislumbrar esta alianza.

¿Es la Vieja la nueva Graciela Fernández Meijide de la redacción? Temor.

La cuestión es que el mismo día que recibimos la carta, una alfombra roja se deslizó en la entrada de la redacción: era la ex secretaria, que a paso de diva argentina, entró sin saludar a sus antiguos amigos.

“Ahora quiero que alguien vaya hasta Ideas del Sur y haga una nota con Tinelli. Nada de excusas. Si no la consiguen, vamos a tomar medidas drásticas”, dijo una irreconocible Vieja, mientras pitaba un cigarrillo con boquilla.

Dos pibes, Martín y Leonardo, fueron los encargados de semejante tarea. Por la noche, se los vio a ambos rezándole, de rodillas, a la estampita que tenemos de Toti Chumpete en la redacción.

“Oh, señor Chumpete”, decían entre sollozos de fe, “guíanos por el camino del buen periodismo; dinos en este momento tan crucial para Lauweb cómo contactar a San Marcelo; danos tu serenidad, tu profesionalismo, tu sed de verdad; a tí nos encomendamos, señor Toti”.

Esa misma noche, se vio a dos sospechosos encapuchados entrar en la oficinas de Ideas del Sur. ¿Se viene el secuestro a Tinelli? ¿Será este el batacazo que haga tranquilizar al Enano Groso?

Todas estas respuestas, y muchas más, en la próxima edición.

Pablo Ruiz (segunda parte)

Esto va para usted, Enano Groso, señor jefe emérito de la redacción de Lauweb: tenemos la nota con el talentoso Pablito Ruiz. Bueno, algo así, pero lo que vale es la intención.

La nota al gran Pablito Ruiz:

-Usted empezó en la música desde muy chico, ¿no?

-Sí, la verdad que sí. Todo ese proceso fue muy duro para mí. A los 14 años de edad, en 1989, la popularidad me avasalló, y mi vida entera cambió: yo era un chico común, que vivía con su mamá, que todavía no sabía ni ponerse las medias solo. El reconocimiento me llevó a raíz de varios enormes éxitos, como “Ella me ha besado”, “Me la como bien dulce”, “Linda como un ángel”, “Hawai”, “El choto de Chicho”, y tantos otros hitazos.

-Luego hubo una época en la que desapareció de la escena musical, ¿qué pasó?

-Bueno, me fui al Congo para meditar. Allí descubrí mi lado femenino, y me volví travesti. De todos modos, continué componiendo, escribiendo mucha poesía, y sobre todo militando socialmente. De hecho, en Camboya descubrí el marxismo-leninismo y me leí El Capital en un fin de semana. Volví al Congo para armar una revolución, pero fracasó. Sin decaer en mi ánimo revolucionario, viajé a Cuba para conocer a Fidel Castro, quien me recibió en su despacho. Le conté sobre mis aventuras, mi conciencia social, etc. Luego, sí, regresé a mi amado país, la Argentina, para dedicarme a difundir el mensaje marxista en la sociedad. Creé un partido político, con un mensaje anarquista, por la liberación del trabajador y por demolición del Estado capitalista. Finalmente, al no conseguir ningún patriota que se uniera a mis proyectos, me marché a la selva chaqueña para meditar nuevamente, y me dije, luego de días de concentración cuasi budista: “tengo que volver al negocio de la música porque me estoy cagando de hambre”.

-Y así llegamos hasta hoy, donde usted salió a escena nuevamente.

-Sí, exactamente. Realicé varios recitales en el interior del país, donde recibí el cariño incondicional de la gente, del público que nunca se olvidó de mí. Aquellas palabras que me llevaron a la fama, aquel “Oh mamá, me estoy enamorando”, connotan un costado social que pude comprobar en mis nuevos shows: la “mamá” representa la Madre Tierra y el enamoramiento es hacia el trabajador. Es como decir: oh mamá, ya no puedo estar contigo, necesito vivir en la ciudad, en el cemento, para cambiar el mundo, porque este metejón comunista es innevitable, necesario.

-Eh, gato, pero es verdad que te manducás la berenjena...

Y la nota se fue al carajo. ¡Era la primera nota que lográbamos y el Guachín no pudo con su espíritu cumbianchero! Aunque usted no lo crea, las primera preguntas también fueron formulas por nuestro cronista... pero con una espada samurai en el cuello.

Sí, el mismísimo Enano Groso (nuestro jefe) le envió unos de sus guardaespaldas para asegurarse que hiciera la nota. Pero... por más ninja poronga que sea, también tiene sus necesidades y tuvo que ir al baño urgente. Y ahí, claro, el Guachín se mandó su pregunta, que tenía atragantada desde que se enteró que Pablito Ruiz fue travesti.

La cuestión es que cuando el samurai torturador del Enano volvió del baño. Pablito ya se había marchado, enojadísimo, jurando venganza... y el Guachín también, por miedo a una represalia.

Todavía está prófugo de la justicia del Enano, y por amor a la vida y a todo lo poco sagrado que nos queda en esta redacción le pedimos (si está leyendo esto) que no vuelva si no quiere ser rebanado vivo.

La Vieja, compungida, quiso reparar los daños con Pablito Ruiz, y fue hasta la casa del exitoso cantante pop para regalarle un ramo de rosas y pedirle perdón.

¿Se viene un romance entre La Vieja con pelo verde y pechos operados y un Pablito Ruiz travestido?

Pánico.

22.7.07

Pablo Ruiz (primera parte)

El Enano Groso, nuestro amable Jefe, impuso la mano dura en la redacción: de ahora en más se hace sólo lo que él dice. El primer entrevistado post-represión: Pablito Ruiz.


En nuestra edición anterior, se armó flor de quilombo. Y sí. Vino en el Enano Groso, que ante la rebelión pachorrienta del Guachín, impuso la mano dura con sus samurais carentes de piedad.

Después de la amable sesión de tortura sufrida por el cronista cumbianchero, nuestro Jefe, con lágrimas en los ojos, pronunció las siguientes palabras de amor y paz: “Hijos de una gran perra, se ponen a trabajar ya o uno de mis ninjas les va a meter la espada samurai por el upite hasta sacarles los riñones por la boca, ¿capisce?”.

Y agregó: “de ahora en más, los personajes a entrevistar los elijo YO y se acabó”.

Conmoción general.

“Y el primer entrevistado será Pablito Ruiz. Sí, carajo. Y quiero que este condenado haga el trabajo”, dijo el Enano señalando a un devastado Guachín.

En ese momento, una risita burlona se escuchó entre el equipo de redacción de Lauweb.

El Jefe hirvió en cólera: “¡¡¡¿quién fue?!!!”, vociferó.

Pánico completo.

Desde el fondo, el pequeño Ignacio, estudiante retirado de Paisajismo, alzó la mano: “Fui yo... ¿y qué?”.

“Mirá, pibe”, dijo el Enano, “antes de tirarte por la ventana, quiero saber de qué carajo te reías”.

“Ja ja ja. Me río de Janeiro, petiso malparido. ¿Querés saber por qué, eh? ¿Te molesta la alegría del proletariado? ¡Nos quieren tristes para vencernos, pero no lo lograrán! De todas maneras, chichón de suelo, mi risa era de burla: sos tan estúpido que querés entrevistar a un muerto como Pablito Ruiz”.

El Enano Groso simplemente chasqueó los dedos, y de inmediato media docena de samurais encapuchados y blandiendo sus espadas agarraron al pobre Ignacio, le cortaron un brazo, la mitad de una pierna, se preparon un café con leche y con una de las orejas merendaron, no sin antes tirar el resto por la ventana.

“Y ahora se me ponen a trabajar, manga de turros”.

El Jefe se fue con sus samurais, y el silencio fue inmenso. El temor paralizó a la redacción. La tragedia se había cernido sobre nuestras cabezas. El odio había dicho presente, y la brutal represión expresó lo peor de nuestra sociedad. Viva la UCD.

“Eh, gato, ni en la cumbia hay tanto quilombo”, dijo el Guachín.

“Usted se va ahora mismo a hacerle la entrevista a Pablito Ruiz. No nos meta en más aprietos, señor Marco Antonio”, sentenció la Vieja, con una media sonrisa extraña dibujada en su cara.

“¿Y quién es el guacho ese? ¿Toca cumbia?”, preguntó un dolorido Guachín.

“No”, explicó la Vieja en tono cuasi amable, “es un señor músico y poeta, autor de los siguientes memorables versos: 'oh mamá, me estoy enamorando / oh mamá, ella me ha besado / oh mi mamá'. Así que, por favor, no sea irrespetuoso”.

En la próxima edición de esta loca sección, el Guachín haciéndose cargo de su primera entrevista a pedido del Enano Groso.

Permiso.

Martha Holgado

Fuimos a por él. ¿Por quién? Ah, no se lo vamos a decir... Mitad porque, bueno... nos da un poco de vergüenza decirlo... hoy no tenemos entre(no)vista. Pero sí quilombo.


La idea era entrevistar a Martha Holgado, pero se nos murió. Ésa es la verdad. Por lo tanto, vamos a ceder este segmento a la libre expresión a nuestros dos columnistas principales: La Vieja y el Guachín.

Palabra de la Vieja: “No sé qué corno poner, ¡madonna! No me pagan nada, eso para empezar. Pero no me puedo quejar: conocí al amor de mi vida, me hice los pechos, me teñí de verde... Aprovecho este segmento para promover mi poesía. Sí, yo saqué dos libros con poemas...

Lamentablemente (o no), mientras tipeaba esas palabras la Vieja sufrió un percance. Sí, el Guachín le rompió la cabeza con un jarrón.

“No soporto a la anciana chota essssta”, fueron sus palabras. “Si quieren arte, mamen de essssta”, continuó.

Cedemos, entonces, su segmento al cumbianchero violento: “Eeeeeeeh, locooooo, nadie quiere laburá acá... esto se va al carajo, gato... recatate, Enano Groso. Sí, te hablo a vo', ya sé que sos el más capito... “Mas capito”, ¿entendieron? Que se la masca, loco, se masca el pitoooo. Sí, no te tengo miedo, mandáme los samuraís y todo eso, que me la banco solo, topuuuu. Acá quiero birra para todos los muchacho', sino no escribo más, gato.”

En ese momento, inauditamente, entró por la puerta... bah, en realidad primero entraron los samurais por la ventana... y después sí, vino El, el Jefe, el Hombre, el Perro que nos Parió: el Enano Groso.

El Guachín salió disparado, demostrando su valentía. Pero claro: no pudo escapar al entrenamiento y a la perspicacia de los ninjas del Enano, que rápidamente lo inmovilizaron.

El Enano, una personaje de poco hablar, lo miró fijo al Guachín y pronunció las dos palabras fatídicas: “Estás despedido”.

Temor.

Para colmo, la Vieja irrumpió a los gritos: “Sí, rájenlo al atorrante ese, que osó coartar mi poesía y me pegó un jarronazo. Y si pueden fájenlo bien fajado”.

Acto siguiente comenzó la tortura (por lo cual comenzamos a pensar que La Vieja puede ser una infiltrada del Enano Groso). Los samurais agarraron al atemorizado Guachín, y lo llevaron a un cuarto oscuro.

Temor al cuadrado.

“No, gatuuu, te pido perdón, dale, recatate, señor Enano... pasa que me tomé una Cafia y me pegó mal... por favor... no me tortureeeee, nooooooooo”.

Los ruegos fueron inútiles. En el cuarto empezó a sonar un tema de Pocho laPantera a más no poder. Lo que sufrió ese muchacho...

En el próximo capítulo: ¿zafará el Guachín? ¿No lo veremos más? ¿Se viene la Mano Dura del Enano Groso? ¿Es la Vieja una infiltrada?

(No, no estamos mal... bueno, un poco).

21.7.07

Mauricio Macri

Eh, loco, recatate, gato... Nos sale el “Guachín” de adentro. Es que, la verdad, nuestro cronista cumbianchero se re pasó al (no) contactar a Mauri.


Y... y... y... y...

“Vamo' la cumbia, la cumbia, la cumbia'... que somo' lo negruuuuuuu, somo' el pueblooooo, y lo vamo' a votá a Macriiiiii, porque Mauri es del paloooo”.

Para que vean que el Guachín y toda la cumbia no es un escape al capitalismo opresivo, y que también en ella se tratan temas políticos, comprometidos, va ese fragmento de una reciente composición de nuestro cronista, que continúa exactamente de la siguiente manera:

“A Telerman, a esa gatuuuuu, no le entiendo nadaaaa, y el Filmus es un guachuuuu con menos onda que un rulooooo... Y vamo', vamo' la cumbiamba de todos los negros que dice y que dice yyyy... Aguante Mauri, que es del pueblo, que es peronista... y vamooo al estribuuu... ¡Aguante Larreta, y su esposa re cheta!... Aguante Larreta, te rompo la cajeta...”

Y bueno, en esa parte de la letra le pegó mal la cafia y desbarrancó para cualquier lado. Aunque parezca increíble nuestro cronista, nuestro dios de la cumbia villera, Marco “Guachín” Antonio, votará a Mauricio Macri, el líder del PRO.

Y no sólo eso: el tipo es fanático del bigotito rubio. Por eso, le dijimos: “andá a entrevistarlo entonces, si tanto lo bancás”. ¿Choque de culturas? Estuvimos por venderle la nota a la Revista 24, justamente con ese título. Imagínense: "rey de la cumbia conoce empresario facho". Fuerte.

Igual, el Guachín iba en plan de fanático, por más increíble que sea. Bah, tan increíble no es: el tipo es hincha de Boca y piensa que el Mauri hizo una buena gestión.

“Ganamo' un montón de campeonato, ganamo'”, suele ser su excusa.

Y allá fue, en su falcon con la cumbia al palo, pensando que Mauri iba a estar en la puerta de la Bombonera esperándolo. No fue así, claro. Primera decepción.

El Falcón se le descompuso a las tres cuadras. Le pidió a Mauri que si realmente existía, se lo reparara de alguna manera. No ocurrió. Segunda decepción.

Se tomó el subte. En el camino vio un cartel de publicidad de Mauri con el signo de dólar pintado en los ojos. Reflexionó: “¿a Macri solamente le interesa la plata?”. Opa. Tercera decepción.

Bajó en la estación Palermo y caminó hasta la Rural. Empezó a la gritos: “¡Mauri! ¡Mauri! ¡Aguante Boca! ¡Dónde estás!”. Nada. Hizo tal escándalo que, claro, vinieron dos policías y se lo llevaron en cana. Nadie pagó la fianza. Nadie. Cuarta decepción.

Estuve en esa celda por dos días. Ahí lo agarró la barrabrava de Telerman y lo fajaron. La ausencia de Mauri fue dolorosa. Quinta y última decepción.

Ayer regresó a la redacción, con las manos vacías, varios golpes en la cara, medio rengueando, y sin el Falcon. Estas fueron sus sentidas palabras: “que ese Macri se vaya a la concha e' la lora, loco. Yo lo voto a Cherasny y listo, gatuu. Cuando lo necesité no estuvo, cuando quise comprar faso para calmar el dolor ningún dealer estuvo cerca... Eso no es pro, loco. Mauri, recatate. Eh.”

Temor.

Daniel Filmus

Volvimos, ¿volviste? Hoy vamos con todo por Filmus y el sentido de la vida. Aguante.


Sí, señores y señores, niños y niñas, perros y perras, gatos y gatas, insectos, medio ambiente en general, honorables rockeros y rockeros, rolingas o no, piojosos o rengos, señores de la alata cumbia villera, abuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas, desconocidos y desconocidas... en fin, toda la gentuza que anda dando vuelta por ahí; a ustedes, y no a otros, tenemos que decirles sólo una palabra: sí.

Recordemos que en nuestra última entre(no)vista nos había quedado pendiente una pregunta de corte existencial para el candidato Jorge Telerman: ¿qué sentido tiene la vida? Recibimos muchos mails... Spams, como siempre. Pero ninguno del Pelado Afrancesado.

Nos respondió la secretaria de la subsecretaria de Carrió que parece que respondía de parte de Telerman. Publicamos el mail tal cual nos llegó y luego nos metemos con otro de los candidatos:

“Señores irresponsables de Lauweb: nos preguntan qué sentido tiene la vida. He aquí la respuesta de Jorge: 'YO QUÉ SÉ'”.

Soberbio.

Adentrémonos, ahora sí, con nuestro siguiente candidato a Jefe de Gobierno: Danielito Filmus.

Nuestro amigazo Filmus, que tanto pero tanto lo queremos, y que por eso le mandamos a nuestro mejor y más serio cronista: Toti “el grande” Chumpete.

Nuestro periodista estrella se siente identificado con el candidato del gobierno: esa seriedad, ese talante, ese barba, ese carisma, ese vuelo sociológico, etc.

Zancadilla. He aquí otro palabra clave para comprender esta entre(no)vista. Sí, porque Toti se fue hasta la puerta de una radio muy conocida para esperar a Danielito y le hizo una zancadilla. Fuerte. Actitud extraña en Chumpete que pasaremos a explicar.

Lo primero que hizo nuestro compañero fue llamar al jefe de prensa de Filmus. No le dieron bola. “Pero yo soy groso, casi le hice una entrevista a Bush y todo”, fue la respuesta de Toti. No hubo caso.

Pasamos al Plan B: inventar la nota. Pero no, eso nunca lo hicimos ni lo haremos. En realidad, lo hicimos un par de veces, pero fue culpa de nuestro jefe, el Enano, que estaba desesperado porque no le entraba guita y mandó a sus samurais para reprimirnos. Resumiendo: el Plan B era descabellado teniendo, además, al gran Toti como encargado.

Pasamos al Plan C: no funcionó.

Pasamos al D: tampoco.

Y así se nos acabó el diccionario en tiempo récord: tuvimos que inventar la Z bis.

Y ese fue exactamente el plan que funcionó. Le dimos un par de pastillas a Chumpete y le dijimos: “tenés que conseguir la nota con Filmus sí o sí. Si no, ni vuelvas.”

Desesperado, Chumpete se tomó un remis y fue a esperarlo a la puerta de una radio. Cuando el Barba salió, nuestro cronista no tuvo mejor idea que hacerle una zancadilla.

Por suerte (por suerte para Filmus) el que cayó y se rompió la cara fue un doble del candidato... Bah, “doble”, lo que se dice “doble” no era. Bueno, lo admitimos: en realidad, el nabo de Toti se confundió a Danielito con otro tipo barbudo que era el doble pero de gordo, y le dio flor de paliza a nuestro cronista.

El encuentro nunca se produjo. Pero el gran Chumpete está esperando revancha para el ballotage. Lo único que le falta es que el candidato de la barba no le llegue. Si esto ocurre... aténgase a los consecuencias, señor Presidente. Eh. Ojo.

Ojo.

Jorge Telerman

¿Qué quedó del “piquete y cacerola, la lucha es una sola”? Quedó el Guachín, quedó Chumpete, quedó Badía. La patria combativa que fue a por Telerman.


“Oooooh, que se vayan todos, que no quede ni uno sólo. Uo oh oh”.

Seguramente, oh borrego lector, usted recuerda no sin cierta nostalgia esa época combativa del pueblo argentino, cuando la revolución era inminente, cuando la anarquía se apoderaba de nuestros corazones, cuando todo era cacerola destrozada y piquete comunista.

Pero ahora, claro, la situación cambió: la bonanza económica aburguesó nuestra alma. Pero a no desesperar: hay gente combativa que no cesa en la lucha. Está Toti Chumpete, está La Vieja, está el Guachín, está Badía; personas que no se conforman con una coima... bah, salvo que la coima supere los dos pesos con cincuenta... bueh, en realidad, con que supere el peso podemos negociar.

En fin, hay principios inconmovibles para nosotros. No sabemos cuáles, pero los hay.

Por eso no nos casamos con el telermanismo, ni con el macrismo, ni con el filmunismo. Tampoco con el ginésgarcialismo, ni con el oliverismo, ni con el rabinobergmanismo, ni con el blumbergrismo, ni con el castellismo, ni con el bidondismo.

Así que fuimos a por ellos.

Sí, compañeros peronistas: se vienen las elecciones en la Capital Federal. Y nosotros no podemos hacer la vista gorda. A nosotros no nos financian ni Macri, ni Filmus, ni el Pelado... porque no les interesa, en realidad. Saben que los que nos leen a nosotros no votan: están presos o en el manicomio.

Primero, fuimos a por Jorgito Telerman. ¿Y a quién podríamos mandar para semejante tarea? A nada más ni nada menos que a La Vieja, que es fana (sic) del Pelado.

La mandamos a una reunión de jubilaciones que los telermanistas (pseudo leninistas-marxianos-spilbergianos-chavistas-infobaistas) organizaron en Palermo. Allí, entre los viejos, La Vieja se iba a sentir en su salsa.

Sin embargo, los demás jubilados la miraron bastante raro. Y claro, si La Vieja tiene los pechos recién operados y el pelo verde... La envidia floreció. Imagínense la situación: entre todos los pelos canosos había dos cabezas que se distinguían: la pelada reluciente de Jorgito Telerman y el pelo verde moco de La Vieja.

El ex licenciado, cuya atención fue absolutamente absorbida por esa loca porra, se dirigió directo a nuestra cronista-ex secretaria nonagenaria.

“Esta señora es muy simpática”, dijo el afrancesado Pelado, “usted llenó mi mirada extraviada en la locura cotidiana con su inocente locura”.

A la Vieja se le calentó la chichi al escuchar esas poéticas palabras. Sí, las hormonas, ya un poco arruinadas pero no muertas, se encendieron en hervor juvenil: sin embargo, la cronista mantuvo su profesionalismo y le dijo:

“Mi nombre es Ermilia Santos de la Ñata, y vengo a hacerle una entrevista.”

“¡Pero qué señora más simpática!”, fue la respuesta de Jorgito, pensando que le estaban tomando el pelo... No vale el chiste fácil.

“Le digo en serio: acá va mi primera pregunta... ¿qué sentido tiene la vida?”

Telerman quedó shockeado. Prometió dar una respuesta la semana entrante, pero para ese entonces tendremos la interviú con Daniel Filmus. No sabemos qué hacer.

Así que esto va para vos Telerman: sabemos que leés esta sección, y estamos esperando que nos respondas la pregunta.

Si nos responde, prometemos publicarla la semana que viene. Y también mandaremos a Chumpete para que arremeta contra Filmus.

Ricardo Iorio (segunda parte)

Continúan las aventuras del Guachín frente al rancho de Ricardo Iorio, donde se producirá un fantasmagórico encuentro que nos dejará hablando a todos los argentinos por semanas.


Y ahí fue el Guachín, nuestro cronista cumbianchero, en su Ford Falcón, con la cumbia al palo, rumbo a la casa de Ricardo Iorio. ¿Una actitud suicida? Podríamos decir que sí.

“Vamo’ lo pibe, vamo’ la palma de todo lo’ negro’, lo’ negro’, lo’ negro’, arriba-arriba-arriba, la cumbia de la buena, y vamo’ con todo, vamo’”, así iba cantando el Guachín, con su voz melodiosa, acompañado por una romántica birra del amor, hasta llegar a la casa de Iorio.

Ahí estaba, frente al racho del músico, tocándole la bocina al grito de “Eh, gato, vo’ que te hacé’ el metalero, vení a agarrarme la toronja que me cuelga entre las dos patas”. Fuerte.

Claro, nuestro cronista amante de la cumbia y las yerbas, acostumbrado al fracaso rotundo y perpetuo, nunca supuso que en ese momento se iba a abrir la puerta del rancho y el que se iba a asomar no sería Ricardo Iorio, sino algo todavía mucho peor. ¿Qué cosa? ¿Quieren saber qué?

Bueno, en la próxima edición de la entre(no)vista lo sabrán…

...

No, mentira, mentirita, eeeeeeeh. ¿Se la creyeron? Tontitos. Picarones. No dejen nunca de creer en los milagros, porque el sol siempre está aunque no lo veamos. Perdonen el ingenioso chascarrillo, pero le queríamos dar un poco de suspenso a la cosa. Entiéndannos.

Claro, porque si el Guachín está bardeando al mismísimo Ricardo Iorio en su rancho, y la puerta se abre, y no es Iorio… ¿quién es? ¿Quién? Lo que podemos decirles por ahora es que nuestro cronista arrugó.

Él, que ha pergeñado atracos sangrientos a maxikioskos, que ha compartido prisión con temibles delincuentes (como Piñón Fijo), en ese momento tuvo miedo. No es joda.

Porque quien salió del mismísimo rancho fue nada más ni nada menos que… ¿Pappo? ¿Nos creen? Bueno, créannos o no, así fue… por lo menos según el relato del Guachín (que estaba medio empastillado, hay que decirlo).

Sí, nos dan ganas de llorar y de suicidarnos hoy a la tarde… porque queríamos una entrevista con Iorio y conseguimos un relato fantasmagórico sobre Norberto Napolitano.

Según el relato del Guachín, las palabras de Pappo fueron las siguientes: “Eh, pibe, bajá el volumen de esa mierda”.

De lo cual podemos deducir que:

a) A Pappo no le gusta la cumbia.

b) Finalmente la cumbia y el verdadero rocanrol poco tienen que ver.

c) Ricardo Iorio y Pappo no tienen nada que ver, pero nuestro Guachín ve al rock como un bloque y todo le da lo mismo.

d) El Guachín está pensando seriamente en dedicarse al blues. Pero cuando le dijimos que para eso hay que saber tocar en serio, desistió de la idea.

No se pierdan nuestro próxima entre(no)vista, donde seguramente tendremos el testimonio de los principales candidatos a Jefe de Gobierno por Capital Federal. Temor.

Ricardo Iorio (primera parte)

“La cumbia es una mierda”, dicen los rockeros. Pero nosotros estamos dispuestos a demostrar que el metal y la cumbiancha son hermanos siameses. Y fuimos a por Ricardo Iorio.


¿Nos metemos en el mundo del rocanrol? Dale, metámosnos. Sí, pebete/a, adentrémonos, sucumbamos, estallémonos dentro del mundo loco, del mundo de la farsa rocanrolera.

Tachas, crestas, pins, drogas, Termindor, espinaca, cerebros vacíos, en fin… ¿qué mejor que mandar a nuestro cumbianchero, a nuestro cronista estrellado, el gran Guachín, para conocer nada menos que a la cumbre del metal y el fascismo del rocanrol argento? ¿Quién? ¿Cómo “quién”? Ricardo Iorio. Nuestro amigo personal Ricardo Iorio (más vale tratarlo bien, a ver si nos viene a buscar).

Ricky es un adalid del metal, un tipo que odia a los judíos, es verdad, pero que con sangre y sudor ha construido la historia del rocanrol argentino. Nacional. ¡Viva Perón! ¡Viva el gaucho! ¡Viva la pepa!

Bueno, le dijimos al Guachín: “Ve, oh amigo nuestro, oh gran puñetero del periodismo, oh, oh, oh, ve y entrevista al gran Richard Iorio, en homenaje a los 40 años del rock nacional”.

“¿Qué decí’, gato?”, fue la respuesta de Marco Antonio. “Habláme en castellano a mí habláme”.

En ese momento irrumpió en la redacción el gran Toti Chumpete, vestido de Robin y buscando su Batman, al grito de: “Ea, ea, ea, ea… Yo soy el Toti Chumpete (yo soy el Toti Chumpete)… quiero volver a mi sección (quiero volver a mi sección)… así que no me rompan más… que no soy un boludón… ea ea ea ea ea”.

“Jua, jua, gato… pero si sos más boludo que los pajarito' vo’”, palabras del Guachín.

“Mire, señor Guachín”, exclamó Chumpete, “usted tiene una misión en esta vida, usted tiene que reformarse y reintegrarse en la sociedad. Sí, basta de robos, drogas, alcohol y cumbia estridente. Su misión es ser periodista, no le escape más al destino. Conviértase. Lauweb lo ama.”

Conmovido, el Guachín dijo entre llantos: “Es verdá’, gato, es verdá’. Me voy a ver al guacho ese de Ricardo Osho. Sí, loco, voy a dejar la droga... la voy a dejar bien guardada por si me arrepiento.”

Emocionante. Realmente. Muy fuerte.

Tan emocionante que no nos podemos recuperar del golpe.

El Guachín ya partió hacia la casa de Ricardo Iorio, y estamos aguardando los resultados.

La cumbia y el metal se saludan, sí señores.

17.7.07

Paolo el rockero (segunda parte)

Pasen más tinto, que siguen las aventuras del Guachín, Toti Chumpete y Paolo el rockero en una cárcel roñosa. Advertencia: esto puede derivar en cualquier cosa.


“Señor Paolo, reaccione, reaccione, no nos meta en más problemas”. Sufridas palabras del pobre Toti Chumpete.

Pero hagamos una pausa.

La semana pasada les contamos cómo nuestro cronista histórico Toti Chumpete terminó en la cárcel por… OK, no se entiende nada, explicaremos resumidamente para la gente normal qué es lo que está pasando acá. Ahí vamos: esta sección empezó hace más de un año con la intención de lograr entrevistas con grandes estrellas del mundo político, del espectáculo, del deporte o de donde sea, pero fallamos siempre, siempre, siempre, y este año decidimos abocarnos a las estrellas nacionales pero tampoco venimos muy bien; uno de nuestros cronistas más antiguos es el gran Toti Chumpete, que fue creciendo y este año tuvo su propia sección pero ahora nos está haciendo un favor y volvió a nuestra sección, pero cuando nos dejó tuvimos que contratar a otro cronista, hicimos un casting y nos quedamos con el único que se presentó: el Guachín, un cumbianchero que siempre termina preso, eso sumado a toda nuestra ya anterior caterva de periodistas, incluyendo por supuesto a nuestra octogenaria secretaria devenida periodista luego de lastrase al ex de Britney Spears y teñirse el pelo de verde, pero lo que pasó ahora, hace unas semanas, es que quisimos infiltrar en un grupo de izquierda a Chumpete y terminó en cana, justo en la misma celda que el nuevo cronista (el Guachín) y se encontraron, ellos que no se conocían, pero ahí también estaba Paolo el rockero que terminó en la naca porque se equivocaron y lo llevaron allí en vez de al manicomio, entonces se encontraron los tres, se dio un diálogo de lo más delirante, y el hippie decadente terminó desmayado. De allí las palabras de Chumpete con que empezamos esta nota: “Señor Paolo, reaccione, reaccione, no nos meta en más problemas”.

Ahora continuamos con nuestra loca historia. Desesperado porque el Paolo estaba tirado e inconsciente, Toti entró en pánico, pero inmediatamente el Guachín solucionó el problema.

De una manera poco civilizada, pero lo solucionó: se sacó el cinturón, se lo enroscó en la mano y le dio un par de cinturazos al Toti. Se calmó enseguida. Después se agachó y le dio dos piñas al Paolo. También reaccionó.

He aquí sus primeras palabras: “Uuuuh, persona, paremos con la violencia, loco… Paz, personas, aaaaarrrgh… Paz, paz, paz. Tuve un sueño re volador recién, venía una gaviota loco y me lavaba el pelo, loco… Era una pesadilla, soñé con agua, loco… Uuuuuuuuh”.

“Calláte la boca, hippie sucio, que te pego un cinturonazo”, fueron las palabras de un sacado Guachín, que de la admiración hacia el Paolo pasó al odio sin escalas.

“Ahora se me ponen los dos contra la pared y se quedan quietitos ahí, eh, que ahora viene la policía”, dijo un irreconocible Guachín.

“Pero, uuuuuuuh, loco, vo’ sos cana, loco, pintó el bajón, uuuuh”, dijo Paolo.

“Sí, gato, soy cana por un momento porque me tiraron un arreglo, soy un infiltrado, loco, sí, ¿y qué?”, dijo el Guachín.

“Usted, señor Marco Antonio”, dijo Toti, “como se dice en el barrio: se vendió a la Federal. Sos un botón, sos un botón, oh, oh, oh”.

“Calláte que te quemo acá mismo, Toti Hacemeunpete”, amenazó el cumbianchero.

“Yo estoy infiltrado para poder zafar de la cana, porque estoy podrido de esta roña, gato, re podrido, por eso me comprometí con lo’ rati a seguir a este Paolo trucho, que es un narco que se hace pasar por el famoso hippie, gato”.

“Noooooo, loco, persona, estás chamuyando cualquier banana… uuuuh”, arremetió el ahora supuesto Paolo.

Bueno, acusación va, acusación viene, terminaron a las piñas y tuvo que intervenir la gendarmería, y se supo finalmente que era verdad lo que decía el Guachín.

Nuestro cumbianchero cronista había sido sometido a presión por parte de la policía: le dijeron que iba a salir en libertad si les hacía de soplón. Estaban persiguiendo a un narco que estaba disfrazado de Paolo el rockero para despistar.

Y efectivamente, se trataba de Marcos López, famoso colombiano con un notable parecido físico al hippie.

Por suerte, todo terminó bien: nuestro Guachín quedó libre, pagamos la fianza de Chumpete y Paolo el rockero (el verdadero) debe estar colocado en su casa.

Y la entrevista… ¿qué entrevista?

15.7.07

Paolo el rockero (primera parte)

En este capítulo de la sección más lisérgica la web, el Guachín se conoce con Toti en la cárcel y un inesperado y querido personaje hace aparición: Paolo el rockero (y sus gaviotas).


Es un misterio. Si estirás el brazo hasta que la punta de tus dedos toquen la pared, luego lo doblás y de nuevo intentás tocar la pared, vas a ver que no podés. No hay caso. No hay explicación científica posible. No hay vuelta.

Esto era más o menos lo que estaba pensando Toti Chumpete durante su estadía en la Comisaría de la Boca, donde fue a parar luego de intentar infiltrarse en un grupo de izquierda.

Mientras su mente desvariaba por los misterios más profundos del Universo, oyó un sonido familiar, una voz popular y una poesía profunda e inescrutable. Sí, era el Guachín. Se miraron en un eterno instante. Dos potencias que se juntan, cuatro ojos que se juntan, una pestañas inmutables, un mate, un café, varios silencios, disparos, corridas, baile, pan árabe, una gaviota… ¿Una gaviota? ¿Una gaviota en una cárcel? No, no, no.

Fue la palabra “gaviota” la que resonó en el pabellón. Y la voz, oh Dios santo, Santo Biasatti, la voz no era ni de Toti, nuestro comprometido periodista, ni del Guachín, nuestro gran cronista cumbianchero. No, la voz provenía de otro lado, la voz que pronunció esa palabra (“gaviota”) llegó del fondo del abismo hippie.

Empastillado hasta los dientes con Cafia Plus, un groso hizo su aparición: el Paolo. ¿Cómo “qué Paolo”? ¡Paolo, el rockero! Ese monumento al humor lisérgico.

“Uuuuh, loco, mirá esa gaviota", masculló entre ataques epilépticos.

El Guachín y Toti se miraron, asombrados ante tanta locura acumulada, incrédulos al estar frente a un groso como Paolo.

“Agggherrrr, agggggh, aaaaaaaggggh, loco, tendría que estar en el manicomio yo, murciélago aladoooo… aaaaagggg, persona”.

Por una confusión en el traslado, el Paolo terminó en la cárcel en vez de ir derecho al manicomio.

El experimentado Toti Chumpete lo miró a los ojos, y con voz poco firme lo encaró: “Señor Paolo, también llamado ‘el rockero’, nosotros somos nobles periodistas de un medio independiente, comprometido, popular, anárquico-conservador, y en una ocasión que todos recordamos con especial beneplácito le hicimos una entre(sí)vista a usted, mi estimado señor”.

“Uuuuuh, locoooo, pasame esa manzana voladora”, fue la cabal respuesta del hippie trastornado.

“Escúcheme, señor”, repuso un calmado Toti, “somos del medio llamado Lauweb”.

“Agggggh, siiiiiiiiiiii persona, me acuerdo, aaaggh, me acuerdo de la nota re hamacadora. Uuuuuuuuuuuuuuuuuh”.

Ante la indescriptible situación bizarra que nos presenta un encuentro entre el Guachín, Toti Chumpete y Paolo Rockero, no tenemos más que transcribir el alocado diálogo que tuvo lugar. Adiós, nos retiramos (no se asusten, estamos bien).

Guachín: “eeeeeeh, gato, yo te vi en Esterminator 4, loco, fuistessss mi modelo en la juventú, Paolo. Me estoy re emocionando, chabón”.

Paolo: “uuuuh, loco, me siento re volador acá, personaaaaas”

Toti: “por favor, que vuelva la cordura si no queremos que la policía nos reprima en este mismo momento”.

Guachín: “Pero calláte, Toti Mehacéunpete… votemos que para que el Paolo haga un monólogo pa’ todos los muchachos acá”.

Paolo: “OK, si el pueblo radical lo pide, loco… aaaaaaghh, persona, ayer me comí una pizza voladora, con mucho aceite biológicamente testeado, agggggghhh… Persona, paz y amor en las pizzerías, loco, paz para poder tomar la birra sin agua de océano… Uuuuuuh, no sabés cómo pega el agua de océano… Está de diez, loco… Me siento como superman en el trencito de la alegría, persona. Estoy re mal, boló, estoy como un enano atado a la correa, uuuuuuuh…Todo re bactereólogico, men, uuuuuuuh… Todo este pabellón está muy apocalíptico, loco, arggggg… Mariposa alada, mariposa alada, al hada madrina, persona. Chau, loco, esto es un mambo total, loco, todos ladrones buena onda, con pancho y coca, loco, uuuuuh… Mirá lo que es este fraseo de batería, loco, mirá… catapún-pun-pun-patapún… Uuuuuuuh, persona, uuuh aaaagggh, ¡qué copado! Conmoción cebreal, loco, uuuuuh… Se me palma la cabeza del pescado, uuuuuh… Esto mata, persona… mató mil, mató mil, me tildo, me tildo… uuuuh, chau, loco, se me va la gaviota, chauuuuuu, uuuuuuuh…”

En ese momento Paolo vio el borde del precipicio y se desmayó…

Raúl Castells

Una vez leímos una parte del “Manifiesto Comunista” y nos marcó a fondo. Desde ese momento quisimos entrevistar a algún luchador social. Pero nos conformamos con Raúl Castells.


“Olé, olé… olé, olá… adonde vayan los iremos a buscar”. Sí, estamos ensayando para infiltrarnos en una movilización piquetera. ¿Por qué? Porque queremos entrevistar a un luchador social, a un incansable prócer de los derechos humanos, a un revolucionario de raíz gramsciana… pero por ahora no encontramos a ninguno en Argentina y nos conformamos con Raúl Castells.

Igual no fue nada fácil fracasar como fracasamos. Con el Guachín, nuestro cronista cumbianchero, en cana por haberle pegado a Moisés, tuvimos que mandar a La Vieja para acometer semejante empresa.

Primero pensamos en secuestrar a la esposa de Castells, Nina Peloso, y exigir una entrevista para liberarla, pero el plan fue rápidamente desechado: la Vieja es una defensora incansable de los Derechos Humanos e inhumanos también (porque le cabe defender los animales) y se negó duramente a secuestrarla a Nina.

No sabemos cómo, pero nuestro jefe, el Enano, se enteró de esta movida y nos llamó inmediatamente. Bah, en realidad mandó a sus yakuzas y nos apretaron. “Nada de Castells ni zurdaje”, dijeron en japonés.

Pero no arrugamos. No nos detendremos frente al capitalismo post industrial. No, no, no, no, no, no, no daremos el brazo a torcer. Nuestra meta es entrevistar al Raulo y así lo haremos, cueste lo que cueste.

¡Viva la revolución! ¡Viva el Che! ¡Viva Lenin! ¡Viva Bochini! ¡Viva Jazmín (el perro de Susana, que en paz descanse)! Aguanten todos los trabajadores del mundo, que uníos triunfaremos en la última y gran revolución humana: la nueva Creamfields.

Por todo esto, en un acto realmente revolucionario y fraternal, repatriamos a nuestro compañero Toti Chumpete. Sí. El mismo. El grande. Le dijimos: “Toti, volvé, te necesitamos para que te infiltres en una protesta piquetera y consigas una entrevista con Castells”.

Las palabras exactas y conmovedoras del Señor Chumpete fueron las siguientes: “Volveré y seré millones. Sé, me lo han contado: que intentaron reemplazarme por un fanático de la cumbia, pero no importa. Cuando me llamen, allí estaré, con mi inconmovible profesionalismo. Amigos, he vuelto”. Aplausos infinitos.

“Bueno, andá a laburar ahora y dejáte de decir boludeces”, le dijimos. Y allá fue el gran Toti Chumpete, nuestro (no) enviado especial, a infiltrarse con los grupos de izquierda. No, no somos de la SIDE ni tampoco de Quebracho: sólo queremos contactos para lograr entrevistas. Paz. Temor.

Toti, en una muestra de su inabarcable talento, no sólo se aprendió todos los cantitos combativos del PO y el MST, sino que también aportó nuevos.

Acá van unos cuantos ejemplos: “Ooooooooh, vamos todos juntos / a cantar por los desocupados / queremos tener trabajo / y comprarnos un tapado / ¡Que se mueran todos! Nosotros somos los mejores / Aguanten la cumbia y… ¡los ritmos populares! / ¡Aguante el manifiesto comunista! / ¡Y también el libro ese gordo llamado “El capital”, aunque nadie acá lo leyó ni por la mitad / ¡pero aguante igual!”.

Otro más conmovedor aún y menos enrevesado: “Olé, olé… olé, olá… matemos a los de la pizza y el champán… Olé, olé… olé, olá… aguante la birra y el chopán”.

Otro: “En la cancha de River vamo’ a ganar, en la cancha de River vamo’ a ganar, ¡y al capitalismo, y al capitalismo vamo’ a derrotar!”.

También hizo cambios en algunos cantitos que consideró demasiado ofensivos. Un ejemplo: al famoso “Kirchner sos botón”, lo modificó de la siguiente manera: “Oh, honorable señor presidente de la Nación Doctor Néstor Kirchner, no compartimos tu manera de entender la política y por eso te llamamos de forma cariñosa ‘botón’”.

Pero con esta corrección nuestro querido Toti metió la pata: fue demasiado oficialista, demasiado respetuoso, demasiado poco combativo. Y ahí se dieron cuenta que era un infiltrado.

Claro: Chumpete quiso explicarles que era de un medio de comunicación independiente, y que quería entrevistar a Raúl Castells, pero no le creyeron: pudo más la vertiente apocalíptica.

Empezaron a gritarle: “¡infiltrado de la SIDE!”, “¡hijo de una gran perra!”, “¡imperialista!”, etc. Se armó, entonces, un tole-tole de aquellos, con intervención dela gendarmería, y curiosamente Toti Chumpete quedó preso en la misma celda que el Guachín.

El encuentro entre estos dos grandes, en la próxima entre(no)vista.

Tierra Santa

Nosotros no descansamos ni siquiera en Pascuas, y mandamos a LaVieja y al Guachín nada menos que a Tierra Santa. No, a Israel no: al parque temático, en la Costanera Norte.


Por el chivo, estamos esperando entradas gratis o algo así. Se lo decimos a la gente del parque temático Tierra Santa. Y si no… ¡les quemamos todo, carajo! ¡Vamos a convertir ese lugar en el Infierno! ¡Jua, jua, jua! Perdón por el exabrupto. Continuemos. O mejor dicho, empecemos.

En la calle no hay nadie, ni los perros andan; en el Subte sólo viajan los borrachos; el 60 ni siquiera larga humo negro; los negocios están cerrados, incluso los maxikioskos y los supermercados coreanos. Y todo por qué: porque se murió Jesús y resucitó. Una pavada.

Sin embargo, en este día desolado, acá estamos nosotros, como soldados incansables del periodismo-verdad, siempre listos como un Boy Scout, cansados pero jamás rendidos.

Sí, acá estamos, por amor a nuestra profesión… y porque el Enano Groso (nuestro jefe) y sus samuráis (la fuerza armada de la represión) nos obligan. Principalmente porque nos obligan, sino estaríamos ahora tirados en la cama, con la babita cayendo sobre la almohada y la panza al aire.

Pero no. Acá estamos. La realidad no descansa. Y ya que estamos en Semana Santa, decidimos enviar a nuestros dos cronistas estrellas a conocer el lugar donde nació todo, aquel lugar donde Nuestro Señor fue crucificado y luego resucitó.

Sí, mandamos a La Vieja (nuestra nonagenaria secretaria gruñona) y al Guachín (flamante cronista cumbianchero) a Tierra Santa. Aaaaaaaa, uuuuuuuuuuh, aaaaaaaaaaaaah (sí, eso es música sacra).

A La Vieja se le escapó un lagrimón cuando le comunicamos su nueva misión periodística. Ella recordó que su fallecido esposo era devoto creyente del Gauchito Gil, y que siempre quiso conocer Israel... Pero lo más lejos que había llegado era a tomarse un bondi hasta la calle Estado de Israel.

Envuelta en emoción, nuestra emérita secretaria… bueno, no tardó en cambiar su sensibilidad religiosa en extrema furia infernal cuando le confesamos que, en realidad, iba a ir hasta la Costanera Norte nomás, a conocer el Parque Temático “Tierra Santa”. Y que, para colmo, la iba a acompañar el Guachín. Temor.

En un esfuerzo inconmensurable de producción, le pagamos un taxi. Salió quince pesos. Un dineral. A todo esto, el Guachín estaba contentísimo, saltaba en una pata, mientras decía: “eh, loco, pintó la alegría… es un parque de diversiones, gatuuuuu… al fin algo groso, loco… sí, loco… venden birra, ¿no?”.

Lean bien: “estaba” contentísimo. Claro, porque cuando llegó y se encontró con que el Parque Temático era religioso y no había ni montaña rusa ni nada, sólo un tipo crucificado, bueno… también se enfureció.

Y con todo el odio del Demonio dentro de sí, comenzó a destrozar el mismísimo Monte Sinaí. “Que venga el guacho ese de Moisé’, que le parto la jeta”, gritaba desencajado.

(N. del E.: Aclaramos que las opiniones de nuestros cronista no responden necesariamente a la línea editorial de Lauweb; no empiecen a acusarnos de antisemitas ni nada por el estilo; en todo caso, el ignorante es el Guachín).

Luego de romperle un botellazo en la cabeza al tipo que hacía de Cristo en la Crucifixión, nuestro cronista cumbianchero terminó preso. Como siempre.

Por suerte, La Vieja guardó compostura y se dedicó a visitar todo el Parque, mientras meditaba sobre el futuro de la Humanidad.

He aquí su breve y contundente informe: “Dios ha muerto. ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de ella?”.

Nos sonaba a algo este fragmento, pero no pudimos recordar bien a qué. Quizás a un tema de Pancho y la Sonora Colorada.

Y así terminamos nuestra nota de la fecha, con un consejo muy profundo: no coman carne. Y menos todavía vino con sandía.

Susana Giménez (segunda parte)

Seguimos con las aventuras del Guachín y su banda de cumbiamba por las callecitas de Miami, buscando a la diva de la televisión… y también al sexo, la droga y… la droga.


Recordemos lo ocurrido en el episodio anterior de nuestra entre(no)vista… No, mejor lean la nota ustedes solos. ¡Qué tanto!

La cuestión es que el Guachín, nuestro flamante cronista estrella, se fue con su banda de cumbia hacia Miami, para entrevistar a Susana Giménez. Pero, claro, no sabíamos que la diva estaba en Barrio Parque, tomándose un té con leche y mojando la pizza fría.

Pero bueno… el Guachín ya estaba en Miami, y la verdad que se le complicó… no, la entrevista no: se le complicó subsistir. Porque se gastó todos los ahorros y hasta tuvo que vender su órgano cumbianchero para pagarse el pasaje.

Cuando llegó con su banda al país del Norte, se dieron cuenta que no tenían nada para comer ni nada para fumar. Puestos en semejante aprieto, tuvieron que salir a tocar por los bares.

Al principio, fue un fracaso: todos los echaban a escobazos sin siquiera escucharlos, y si los escuchaban directamente los rajaban a escopetazos. “Loco, Miyami no está preparado pa’ nuestro arte, gatooo”, decía el Guachín tratando de consolar a sus compañeros, sedientos de éxito… bah, sedientos de birra y hambrientos de superpancho.

Hasta que una mañana, que seguramente quedará en la historia, Marco “Guachín” Antonio tuvo su momento de inspiración, y sentado en la calle, pidiendo una monedita, le compuso una canción a esa ciudad tan lejana y extraña que es Miami.

Fue un momento luminoso, pleno de poesía, que derivó en un clásico instantáneo, una viñeta social y amorosa sobre el destierro. La letra dice así (obviamente, es una cumbia):

“Ciudad lejana / oh, sitio cálido y frío a la vez / pido a tu sol que me dé cobijo / a mí y a todos mis hijos // Sendero que me lleva al mañana / que me envuelve y compromete / oh, amor, ¡hacéme un pete! / quiero robar una masikiosko / ¡pero acá no hay masikioskooooo! / oh, temor, oh, gato / vení que parto / te parto al diome / y cuando veo a los yanquis no me conmuevo / todos me chupan un huevooooo”.

Francamente conmovedor.

Fue esta canción la que llevó al Guachín y sus guachines a la fama. Sí, así como lo leen. Ese mismo día de la composición, a la noche lograron meterse a la fuerza en un boliche de mala muerte, y el éxito fue instantáneo.

Al otro día, el dueño del lugar le declaró a la prensa de Miami: “nunca había escuchado algo así… tan desastroso. Pero a la gente le gustó, y a mí me conviene”.

El éxito fue enorme, masivo… por dos días. Después los rajaron de EE.UU. porque los pescaron con droga encima. Claro, lo primero que hicieron con unos pesos encima fue comprarse una buena dosis de revitalizantes. Y cuando decimos revitalizantes queremos decir drogas. Todo tipo de drogas.

Y así volvieron deportados a la Argentina. Quisieron imponer el tema dedicado a Miami en nuestro país, pero no resultó: era demasiada poesía para una cumbia villera.

Susana Giménez (primera parte)

La Capos de Lauweb nos metieron presión para que empecemos a laburar. Por eso, el Guachín se fue a Miami para encontrarse con Su. Pero la diva estaba en Barrio Parque tomando mate.


Postal de Susana Giménez conseguida por nuestro cronista de lujo Marco “Guachín” Antonio: la diva estaba en su mansión de Barrio Parque, sentada en una reposera, en sandalias, tomando adelga-mate, mientras se depilaba los chivos. Una imagen poco edificante, por cierto.

Tenemos esa foto, pero no la vamos a publicar acá porque sería de mal gusto… Bah, en realidad, nos ofrecieron plata de la revista Pente, Grasas, Paparrucha, pero… bueno, ocurrió una desgracia.

He aquí, en esta habitual y lisérgica columna, la historia de la foto exclusiva que nuestro cronista cumbianchero le sacó a la diva de los teléfonos.

La cosa fue así: era una tarde lluviosa y estábamos todos los integrantes del numeroso staff de Lauweb sentados, morfándonos una napolitana, mientras discutíamos si Toti Chumpete era gay, cuando de repente entran los Capos: vestidos de impecable negro, con sus sables samurais, al grito de “¡laburen, manga de turros!”.

Ojo, cuando decimos “capos” decimos “capos”, pero “capos-capos”… Les damos un ejemplo: ¿vieron Rinaldi, el columnista de Rial? Bueno, más groso. Sí, increíble.

Imagínense nuestro julepe: ¡nunca antes habíamos visto a los dueños de Lauweb! Guachiguau. Sí, lo sabemos, es muy groso, pero en ese momento, mientras teníamos nuestras gargantas contra el filo de las espadas, no nos gustó para nada.

Entre todos estos matones asiáticos se abrió paso un enano con sombrero y traje gris, que luego de media hora de silencio absoluto en la sala, dijo: “me he enterado, queridos empleados, que tengo acciones en esta página web. No entiendo cómo pasó, fue sin duda un error, pero aquí estamos. Y lo que es peor: soy el accionista mayoritario. Así que de ahora en más le voy a sacar tajada a esto. Con todo esto quiero decir una sola cosa… ¡LABUREN!”.

El enano pegó media vuelta, se fue, y con él todos los espadachines asesinos. Nos miramos con La Vieja, con el Guachín (que estaba pálido), con nuestro jefe editor, y hasta Toti Chumpete nos llamó por teléfono para solidarizarse. Estuvimos shockeados por unos días, recordando al enano… perdón, al Señor Enano, nuestro Jefe… quizás la persona más importante en la historia de la Humanidad.

Luego dijimos a coro, con un dejo de tristeza: “se acabó la joda… hay que empezar a laburar”.

“Eeeeeh, loco, lagurá, no… yo vine acá para conocer famoso’, no para lagurá”, senteció el Guachín.

“Aaaah, ¿querés conocer celebridades?”, dijo nuestro editor mientras se escupía una ceja e intentaba sacarse una basurita del ojo al mismo tiempo, “entonces te vamos a mandar a Miami a conseguir una exclusiva con Susana”.

“¿Qué Susana? ¿Toca cumbia la guacha esa?”, preguntó el Guachín mientras ensayaba unos pasos de murga y afinaba su teclado cumbianchero.

“No, es Susana Gimenez, la diva de los teléfonos”.

“Ah, si la guacha esa, la tengo, la tengo… ¿Y qué bondi me lleva a Mashami?”

Así estuvimos unos 15 minutos y 40 segundos aclarando estos asuntillos, hasta que finalmente logramos meter al Guachín en un avión y mandarlo a Miami en una misión imposible, casi suicida. Eso sí: tuvimos que ceder a una exigencia de nuestro redactor estrella…do. Sí, adivinaron: se fue para al país del norte con toda su banda de cumbia.

Como verán, la historia da para largo… Así que van a tener que esperar hasta la próxima semana para que desarrollemos la anécdota de la foto prohibida de Susana. Además, tenemos una resaca increíble. Y ya fue. Listo.

14.7.07

Sandro

Con nuestro cronista el Guachín en la cárcel, volvimos a las fuentes: decidimos contactar a nuestro inestimable amigo Juan Alberto Badía para entrevistar a Sandro. Fuerte.


Es un groso, un histórico, un grande entre grandes, alguien que abrió camino, un visionario… Las mujeres mueren por él, le tiran bombachones y corpiños… Un par de veces estuvo internado, pero resistió y volvió con todo… Es un sex symbol, un gran cantante… Hablamos, claro, del Guachín, nuestro nuevo cronista estrella y cumbianchero confeso, que en estos momentos se encuentra detenido por tráficos de drogas y portación de armas blancas, negras y coloradas.

Por eso, nos resignamos y volvimos a la que a esta altura es nuestra cronista suplente: La Vieja, otrora secretaria de la redacción y anciana renegada devenida en punk rocker… que no olvida sus orígenes. Por eso, cuando le pedimos si podía reemplazar al Guachín, nos pidió (nos extorsionó, bah) entrevistar a Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, ex ídolo de la anciana secretaria.

Y le dijimos que sí. ¿Qué otra opción teníamos? El problema era el contacto, como siempre. Miren, nuestra agenda se compone de dos números de teléfono: el de la pizzería de acá a la vuelta y el de Juan Alberto Badía. Perdón: el de nuestro amigo, la estrella de la televisión mundial, el tipo más correcto e inteligente y talentoso que conocimos, un grosísimo, un par con la humildad de los grandes: Juan Alberto Badía.

Sí, sí, sí y sí. Él sería nuestro contacto con Sandro. ¿Por qué? Se preguntan acaso “¿por qué?”. Oh, ya vemos vuestra cara de incredulidad, de sarcasmo… Seguramente piensan en este momento: “ah, estos giles le van a pedir a Badía que haga de contacto, le van a garronear el número de teléfono o algo así”. Pues no, se equivocan.

Sabemos que nuestro amigazo Juan Alberto no tiene el teléfono de alguien que no sea un ex Beatle o ex Danger Four, por eso nos vimos forzados a tomar una decisión drástica: secuestrar a Badía. Sí, así como lo leen.

Está bien, será nuestro amigo, pero primero están nuestro lectores, que (sabemos) se mueren de ganas por leer una entrevista a Sandro de América.

La idea extorsiva fue ocurrencia del mismísimo Guachín, cuando nos llamó desde la cárcel para pedirnos guita para la fianza. “Eh, guacho, secuestren a alguien y listo, loco… hagan eso y páguenme la fianza, guachos”. Y ahí se nos prendió la lamparita. Sí, somos rapidísimos. Una luz.

El plan era el siguiente: ir hasta la casa de Juan Alberto, secuestrarlo y ofrecérselo a Sandro como intercambio por una entrevista exclusiva con La Vieja. Brillante.

Le pedimos prestado el Falcon al Guachín (bah, se lo robamos), agarramos unos Tramontina y nos fuimos hasta la casa de Badía. Esperamos horas, con paciencia infinita, escuchando bajito la cumbiamba de nuestro compañero, hasta que de repente, con paso sigiloso, salió Juan Alberto, rumbo a Canal 7.

“Vieja, bajáte y agarrálo”, le dijimos a nuestra octogenaria secretaria. “Ni en pedo”, nos contestó amablemente.

Estuvimos discutiendo sobre el tema durante media hora, y finalmente nadie se animó a secuestrarlo. Recordamos tantos años de amistad, de compañerismo con Badía y no pudimos… Bah, en realidad arrugamos.

Nos volvimos en el Falcon a la redacción, con la cumbia al palo, derramando una lágrima, conmovidos, angustiados… y un poco dados vuelta por las extrañas sustancias que encontramos en el auto del Guachín.

13.7.07

Pablo Lescano

Eh, loco… no sé qué se pone acá en la subida, loco… yo soy el Guachín, gato… y tomé la redacción de estos pelagatos. Se viene la cumbiamba, se viene el bardo, gato, gato, gatoooo.


Eeeeeeeeeh, guacho piola… Le vamo’ a poner un poco de onda a esto, loco. Sí, loco, se viene el bardo del Guachín se viene. Y a las palmas, las palmas, las palmas, las palmas… “Vamo’ todo’ a fugarnos / de la cárcel / vamo’ a matar un rati / vamo’ a tomar una birra / y a chorear un masikiosko”…

Eeeeeh, amargos… vamo’ a la palma, la palma… Eh, son unos putos, loco… Son todo unos chetitos, que no se la bancan, gato… Acá el que tiene aguante es el Guachín, son todos unos chetitos… Seguro que escuchan música danse o teknológica, loco. No saben lo que es el barrio, lo que es el sentimiento popular de los vagos.

Sí, loco, tomé esta redasion porque no me pagan, loco… lo mío es la revolución con Lennon y Mars y todo los rusos esos, guachooooooo… Vamo’ loco… A la cumbia, la cumbia, la cumbia al palo… “Como sé que tu belleza me embeleceeeeee / vení y tocáme la que creceeeeee”… y “pi pi pi ri piiiiiii – aun aun aun auncccchh”.

Sí, guacho, porque encima la Vieja chota esa que trabaja de secretaria me acosa, loco… Y yo sé que el Guachín es muy sesi, que las trolas se me cuelgan de todos lados… Jajajajajaajja… sí, pero esta Vieja es un asco, loco, no da para más… Me tengo que bancar a todos estos y encima no me pagan un patacón, vieja… Todo mal, gato.

Voy a montar mi propia empresa, gato, y hacer buenas entrevistas a cumbiancheros, loco… Sí, y ya empecé con Pablo Lescano, que es un guacho polenta, pero ya me dejó plantado, loco, se me cayó un ídolooooo… Mañana le voy a componer una canción, y ya tengo el nombre: “Pablo Lescano se la come”. Sí, loco, y que me venga a buscar, el guacho ese.

La cosa fue así… Me subí al falcon con otros piolas y nos fuimos hasta la casa del guachín este, del Pablete te rompo el ojete. Pero el guacho se agrandó y no nos quiso atender, loco… En serio, te lo juro, tenía dos perros callejeros re rabiosos en el puerta… Amagamos con cagarlos de un corchazo pero salió un cana, que le defiende la casa al guacho este… Y nos fuimos, loco, porque el próximo guacho porongoso de la cumbia voy a ser yo…

Sí, ahora soy periodista pero ya no me gusta, loco, que me paguen, loco, porque se arma el bardo, loco, guacho, gatooooo. Le hacemo’ el piquete, loco. Vamooooosssssss… “Hay que matar un ratiiiiiiiii…”

Che, loco, guacho, ¿y quién es el Toti Chumpete, loco? Me hace un pete, me haceeee un peteeeee… Vamoooooooo…

Ufff… cómo pega la Cafia, loco… Juajuaaaaa… Pega mal la Cafia Plus.

Uuuuuh, ¿qué está pasando? ¡Pintó la yuta! Los guachos estos de Laugueb mandaron a la cana, loco… ¡Se arma el bardo! ¡Viva Rokefeler, loco! Vamoooo’, viva el Che, viva Perón, loco… Subí la cumbia, subí la cumbiaaaaa… ¡Aguante la villa! Y la re puta que los parió a todos.

(La nota será confiscada por la Policía. Léanla antes que sea borrada).

Daniel Hadad

Queremos armar polémica para tener más lectores. Por eso mandamos a nuestro nuevo redactor, “el Guachín”, a entrevistar al pope los medios progres: Danielito Hadad. Pánico.


“Somos los dueños del pabellón / y estamos cansados de tanta represión”. Y a las palmas, las palmas, las palmas, las palmas, las palmas, las palmas…

Ufff, estamos como locos en la redacción con nuestro nuevo redactor, que ya nos robó el corazón, el alma, el cariño… y las billeteras, los MP3, los celulares, etc. Pero lo material no cuenta acá, porque “el Guachín” llenó de alegría nuestra gris rutina.

Todos los días llega a la redacción a eso de las 10 (de la noche, claro), y comienza a batir las palmas, con paso de murga, mientras entona algunas de sus poesías.

Sin ir más lejos, ayer estrenó en exclusiva para todos nosotros su nueva canción, intitulada “El culo roto”. Sólo repetiremos los primeros párrafos para no tener problemas con el COMFER. Dice así: “Me gusta cuando callas, porque estás como ausente / pero más me gusta cuando abres la boca / para hacerme flor de pete”. Bueno, basta. Recordamos que nosotros sólo somos un medio para la poesía de “el Guachín”. Él es el único responsable de las barbaridades que dice. Que quede claro.

Bueno, vamos al meollo de esta entre(no)vista, que seguramente causará bastante revuelo. Por lo menos esa fue nuestra intención. Para vender más tenemos que crear polémica, al estilo de Revista 23 o Noticias o 7 días o Caras o incluso la Billiken. Ah, sí, sí, sí, ¿y qué mejor que usar a nuestro nuevo cronista estrella para entrevistar al pope de los medios progres? Sí, claro que sí, hablamos de Danielito Hadad.

Imagínense: el choque de dos mundos opuestos, el de nuestro Guachín y el de Danielito. Cualquier cosa podía pasar. Lo mandamos a Marco Antonio hasta Radio 10 para intentar hacer contacto.

En la entrada se encontró con otro amigo progre, el Negro Oro, que cuando vio al Guachín pegó un salto hacia atrás al grito de: “¡Un negro, un negro! ¡Un negro cumbianchero! ¡Vade retro!”

La respuesta del Guachín fue más que civilizada: “No, señor, que no lo asuste el color de mi piel y mi pelo oxigenado. Sólo quiero un peso pa’ la birra”. Pero el Negro ya se estaba tomando un taxi en la esquina, rumbo a San Isidro.

De Danielito ni noticias.

Pasaron los minutos, pasaron las horas, pasaron incluso los días, pero el zurdito de Hadad no aparecía.

Al Guachín entonces no se le ocurrió mejor idea que hacer un piquete enfrente a Radio 10. Pintó un cartel que decía: “Jadá, compadre, la concha de tu ma…”, quemó unas gomas y se sentó a esperar, con la cumbia de su Ford Falcón al palo. Y ahí se armó el quilombo.

“Protesta de bolivianos en frente a Radio 10”, anunciaron desde el noticiario. “Cortan la calle y queman gomas, sin dejar circular libremente a los ciudadanos comunes y respetables, no como estos negritos sucios que escuchan cumbiamba. ¡Qué asco!”.

Toda esta campaña en contra del Guachín, no lo hizo retroceder ni un paso. Por el contrario, lo enfureció. Pero claro: el poder de la prensa es grande, y lo que empezó como la protesta de un simple colega terminó siendo pintado como “el motín de un montón de bolitas sucios, roñosos y haraganes” (según palabras de la 10).

Sin embargo, nuestro Marco Antonio no aflojó. Con un coraje que muchos periodistas respetados no tienen, se quedó soportando todas las afrentas de la clase media acomodada, sin bajar ni un poco el volumen de su cumbia villera y con el humo negro bien espeso.

A la semana, no obstante, llegó la gendarmería con sus balas de goma, sus gases lacrimógenos y sus helicópteros. A nuestro novato redactor lo reprimieron sin piedad. Se lo llevaron de nuevo preso, y así sigue hasta hoy.

Si alguien quiere pagar la fianza, escríbanos al jadáselacomedoblada@hotma.com. Y recuerden que el Guachín fue encarcelado por la libertad de prensa, por defender nuestros derechos, por… Nos emocionamos, la pucha…