30.7.07

Andrés Calamaro

Situación de estupefacientes, rock, fútbol, sala de ensayo... Sí, seguramente los niños que nos leen en vacaciones adivinaron de quién les hablamos: fuimos a por Andrés Calamaro.


Y un día parapetó. Yo parapeto, ellos parapetan, él parapeta, ella parapeta, nosotros parapetamos, vosotros parapetaís. Y sobre todo, el Guachín parapetó.

Luego de estar prófugo de la justicia del Enano Groso, nuestro cronista cumbianchero se apareció la semana pasada en la redacción. Pero la cosa no fue así como así, tan fácil. Hubo todo un trabajo de espionaje por parte de la Vieja, nuestra no tan emérita Jefa de Redacción.

Como nos quedamos sin periodistas disponibles para continuar con esta sección, la búsqueda desesperada del Guachín se intensificó. La Vieja se subió a la terraza, y mirando el cielo pegó el grito: “¡Ahijuna con la lobuna!”, y soltó una paloma mensajera.

“¡Oh, palomilla, ve a buscar a Marco Antonio y tráelo!”, fueron sus sentidas palabras. Y allá fue el bicho, con un mensaje en su patita que decía así: “Señor Guacho pequeño: se le ha decretado un indulto de parte del grandísimo Enano, su jefe sobre el planeta Tierra y alrededores. Por favor, le pedimos que vuelva para entrevistar a Andrés Calamaro. Gracias”.

Con lágrimas en los ojos (y sí, si no es en los ojos dónde carajo van a estar las lágrimas), nuestra ex secretaria pensó en su infancia, en su difunto y castrador esposo, y rezó a los santos del periodismo (Santo Biassatti, entre otros) para que el rey de la cumbia volviera a trabajar para Lauweb.

Y el método dio resultado, porque el Guachín regresó. “Sí, gatuuu”, nos confesó luego, “estaba en los bosques de Palermo con la gomera y bajé una paloma, guacho. Y cuando la agarré pa' hacerla al horno con papa e' batata, gatu, le vi que tenía un papelito en la pata... pensé que era merca pensé, je je, así que lo abrí pero tenía un mensaje pa' mí, re loco gatu... me re emocioné y ahí nomá me asalté un masikiosko para festejar...”.

Sin más preludio, la Vieja agregó: “Bueno, realmente es conmovedor su relato, señor Guachín, y todos queremos lograr la paz y hacer el amor. Pero ahora pónganse a trabajar. Una orden del benemérito y exquisito Enano Groso, jefe de todos nosotros mortales, pidió una entrevista con Andrés Calamaro. Ve a por él, oh hijo mío”.

“Bueno, viejita, pero antes bancáme un toque que me saco los hongos e' las patas”, sentenció el cronista del pueblo cumbianchero.

Y allí fue, en su Falcon, con una cumbia bien al palo de su propia autoría que decía más o menos así: “Cuando te vi, me sentí traspasado por tu miradaaaa / sentí que mi vida para siempre cambiabaaaa / tomá toda mi leche que es descremadaaaa / y después sentáte en mi poronga que está aceitadaaaa”. Espeluznante.

Sabemos que en este momentos, ustedes, caros lectores, estarán emocionados por el regreso del Guachín y sus poéticas cumbias; sabemos que no pueden más y tienen ganas de largarse a llorar... ¡pues lloren! ¡Dejen escapar esos sentimientos! ¡No le pongan una barrera al corazón! ¡Háganlo ahora, porque lo que viene es lamentable!

El Guachín, que no es un hombre muy empapado en el rocanrol, se confundió y fue a entrevistar a Calamaro, sí... pero a Javier, el hermano de Andrés. No sabemos cómo nuestro enviado especial consiguió la dirección y se fue a verlo, convencido que era el autor de “Costumbres Argentinas”.

“Eh, vo, gatu, tengo que hacerte unas preguntas...”, comenzó la nota el Guachín. “La primera es... pará que la tengo re pensada, loco, y la anoté... a ver ga... acá esta: '¿por qué tus viejos te pusieron de nombre Andrés, eh?'”.

En ese momento, Javier se paró, lo miró fijamente al Guachín y mientras sacaba un facón le dijo: “Te voy a matar, drogadicto de porquería”. Sí, sí, sí: se armó flor de quilombo.

El Guachín regresó a la redacción todo tajeado, y sentenció: “eh, gatuuu, el Calamardo ese es un guacho re careta... así no se puede lagurá, loco... a mí me mándenme a entrevistar a 'Néstor en Bloque', gatuuu... el rock es para los careta'”.

Tenemos miedo por una nueva represión del Enano Groso ante nuestro eterno fracaso. Por eso nos tomamos el atrevimiento de hablarle a nuestro Jefe por este medio y decirle: petiso querido, mirá el lado positivo... tiene su mérito fracasar constantemente... no cualquiera lo hace, eh... Pensálo. Y cuidáte. Queréte. Paz en el mundo. Amor. Locura. Arte. Arte. Arte

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