30.7.07

Carlos Menem (segunda parte)

Leonardo. Martín. Carlos. Zulemita. La Vieja. Toti. Enano. Groso. En este zoológico de personajes, cualquier cosa puede pasar... menos que todo o algo salga bien.


“¿Hola, Carlos?”, preguntaron los púberes periodistas Martín y Leonardo.

“Sí, ¿quién habla? ¿Zulemita?”

“No, no, somos dos jóvenes que estamos interesados en hacerle algunas preguntas”.

“No, io preguntas no contesto a los giles”, sentenció el Carlos y cortó.

Temor. Pánico. Alegría. Sed. Sindicalismo. Odio. Vivimos en un mundo. Sí, vivimos en una galaxia. Eso. No queríamos decir nada original, sólo boludeces (para variar).

Ocurrió luego del estrepitoso fracaso que La Vieja les mandó el siguiente mensaje de texto a Martín y Leonardo:

“Pero utds sn mdio pltuds? Vngn ya pqe sino stn dspddos y adms les rscndo el contrt... anqu stn en ngr y trbjndo por dos psos cn cncnt. Ls vy a rscndr el contrt con la vid, de la plza q les vn a dr ls smurs del Inestimable y Altísimo Señor Enano Groso”.

Los dos pichones del periodismo-verdad tiraron el celular al Riachuelo y se fueron a emborracharse a “El Obrero”, un barzucho de La Boca. Allí, entre las sombras, creyeron ver a un personaje extraño pero a la vez familiar. Se acercaron a él, desencantados del mundo como estaban, y lo invitaron a un trago.

“Paga el Enano Groso”, dijeron.

El extraño giró la cabeza y sus ojos se iluminaron como la luna: era nada menos que el indomable Toti Chumpete. Con una voz ronca, irreconocible, les dijo: “¿Enano Groso? Je je je. ¿Ustedes trabajan para él? ¡Díganle que no le tengo miedo a sus patovas orientales! ¡Las amenazas no surgirán efecto, manga de atorrantes hijos de una gran perra parida en el prostíbulo más decadente de la metrópolis pérfida!”.

“No, no, señor Chumpete”, susurró Martín, “todo lo contrario: nosotros lo admiramos, somos trabajadores del palo como usted. Y estamos desencantados, alienados, hastiados del mundo. Nos mandaron a entrevistar al Carlos, pero fracasamos.”

“¿Al Carlos? ¿Acaso ustedes dijeron “al Carlos”? Supongo que se refieren al ex patilludo. El señor Enano Groso, y se lo digo sin ningún tipo de respeto, quiere destruir el futuro de lo que alguna vez fue una redacción dominada por gente como yo, gente que quería trabajar, gente que... bueno, que ha quedado trastornada también. Vean que... me debo a mi público... soy un hombre responsable que dejó la vida...”.

Sin terminar de pronunciar la frase, Toti cayó desmayado.

El colapso del ídolo. Sí.

En ese momento, a Martín y Leonardo les agarró un julepe tremendo: no querían terminar ahogados en su propio vómito.

Decidieron, pues, tomarse un avión hasta La Rioja... bueno, en realidad no, se fueron en bondi... no, tampoco... Perdón, pero no podemos ir contra nuestra incansable búsqueda de la Verdad: se fueron a dedo. No sabemos si alguna vez llegarán a la tierra del Carlos.

Por el momento, el paradero de Martín y Leonardo es desconocido. Informamos a sus padres que cualquier reclamo debe ser callado si no quieren ser reprimidos violentamente.

A raíz del extravío de estos dos poco talentosos periodistas, y con Toti Chumpete en las sombras, le pedimos al señor Guachín que regrese de su exilio.

In Guachín we trust.

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