Sandro
Con nuestro cronista el Guachín en la cárcel, volvimos a las fuentes: decidimos contactar a nuestro inestimable amigo Juan Alberto Badía para entrevistar a Sandro. Fuerte. Por eso, nos resignamos y volvimos a la que a esta altura es nuestra cronista suplente: La Vieja, otrora secretaria de la redacción y anciana renegada devenida en punk rocker… que no olvida sus orígenes. Por eso, cuando le pedimos si podía reemplazar al Guachín, nos pidió (nos extorsionó, bah) entrevistar a Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, ex ídolo de la anciana secretaria. Y le dijimos que sí. ¿Qué otra opción teníamos? El problema era el contacto, como siempre. Miren, nuestra agenda se compone de dos números de teléfono: el de la pizzería de acá a la vuelta y el de Juan Alberto Badía. Perdón: el de nuestro amigo, la estrella de la televisión mundial, el tipo más correcto e inteligente y talentoso que conocimos, un grosísimo, un par con la humildad de los grandes: Juan Alberto Badía. Sí, sí, sí y sí. Él sería nuestro contacto con Sandro. ¿Por qué? Se preguntan acaso “¿por qué?”. Oh, ya vemos vuestra cara de incredulidad, de sarcasmo… Seguramente piensan en este momento: “ah, estos giles le van a pedir a Badía que haga de contacto, le van a garronear el número de teléfono o algo así”. Pues no, se equivocan. Sabemos que nuestro amigazo Juan Alberto no tiene el teléfono de alguien que no sea un ex Beatle o ex Danger Four, por eso nos vimos forzados a tomar una decisión drástica: secuestrar a Badía. Sí, así como lo leen. Está bien, será nuestro amigo, pero primero están nuestro lectores, que (sabemos) se mueren de ganas por leer una entrevista a Sandro de América. La idea extorsiva fue ocurrencia del mismísimo Guachín, cuando nos llamó desde la cárcel para pedirnos guita para la fianza. “Eh, guacho, secuestren a alguien y listo, loco… hagan eso y páguenme la fianza, guachos”. Y ahí se nos prendió la lamparita. Sí, somos rapidísimos. Una luz. El plan era el siguiente: ir hasta la casa de Juan Alberto, secuestrarlo y ofrecérselo a Sandro como intercambio por una entrevista exclusiva con La Vieja. Brillante. Le pedimos prestado el Falcon al Guachín (bah, se lo robamos), agarramos unos Tramontina y nos fuimos hasta la casa de Badía. Esperamos horas, con paciencia infinita, escuchando bajito la cumbiamba de nuestro compañero, hasta que de repente, con paso sigiloso, salió Juan Alberto, rumbo a Canal 7. “Vieja, bajáte y agarrálo”, le dijimos a nuestra octogenaria secretaria. “Ni en pedo”, nos contestó amablemente. Estuvimos discutiendo sobre el tema durante media hora, y finalmente nadie se animó a secuestrarlo. Recordamos tantos años de amistad, de compañerismo con Badía y no pudimos… Bah, en realidad arrugamos. Nos volvimos en el Falcon a la redacción, con la cumbia al palo, derramando una lágrima, conmovidos, angustiados… y un poco dados vuelta por las extrañas sustancias que encontramos en el auto del Guachín.
Es un groso, un histórico, un grande entre grandes, alguien que abrió camino, un visionario… Las mujeres mueren por él, le tiran bombachones y corpiños… Un par de veces estuvo internado, pero resistió y volvió con todo… Es un sex symbol, un gran cantante… Hablamos, claro, del Guachín, nuestro nuevo cronista estrella y cumbianchero confeso, que en estos momentos se encuentra detenido por tráficos de drogas y portación de armas blancas, negras y coloradas.
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