30.7.07

Marcelo Tinelli (segunda parte)

Nuestros dos inexpertos y temerosos cronistas (Martín y Leonardo) se lanzaron estrepitosamente a la caza de Marcelo Hugo. El pánico en persona.


Luego de la asunción a Jefa de Redacción de La Vieja, y de que dos púberes del periodismo (Martín y Leonardo) fueran enviados a conseguir una entrevista sí o sí con Marcelo Hugo Tinelli, tal como contamos en nuestra anterior y decisiva entre(no)vista... bueno, luego de todo eso, les vamos a contar qué pasó (perdón, pero no sabíamos bien cómo empezar la nota y nos salió así, es que estamos un poco nerviosos por las políticas represivas del Enano Groso).

Obviamente, la entrevista no se concretó porque sino no estaríamos acá chamuyando como locos, y además ustedes estarían leyendo las preguntas y las respuestas del pope de la televisión inteligente. Estaba claro que era una misión suicida enviar a dos inexpertos a conseguir una nota con el capo de Ideas del Sur.

Sin embargo, acorralados, sin ninguna opción, transpirando temor, angustia, nerviosismo, allá fueron nuestros Martín y Leonardo. Se les ocurrió meterse cual chorros de poca monta en el edificio de la productora de Marcelo Hugo, pensando que así podrían secuestrarlo y obligarlo a contestar las preguntas a punta de pistola.

Esto nos deja una moraleja que aquí no queremos ni debemos obviar: cuando la gente está entre la espada y la pared, es capaz de hacer cualquier cosa. Piénselo, reflexionen, y mándenle un mail al Enano Groso para contárselo. La dirección es: latengobiengrande@lauweb.com.

Encapuchados cual piqueteros del MST, los dos inexpertos pichones de periodista treparon las paredes de Ideas del Sur (no nos pregunten cómo) y se metieron al mismísimo baño de Moria Casan.

Allí estaba la diva haciendo fuerza sobre el inodoro, puteando porque la diarrea la tenía a mal traer, cuando estos dos delincuentes cayeron por la claraboya. Imagínense la bizarra situación. Moria haciendo sus necesidades en el toilet, y dos pibes encapuchados que caen del techo.

La diva pensó inmediatamente: “¡secuestro, secuestro!”, y lo gritó de esa manera: “¡secuestro, secuestro!”.

“No, no, señora Moria, siga haciendo fuerza nomás, nosotros sólo venimos a secuestrar a Tinelli”, dijo Leonardo, poniéndose colorado pero no por la vergüenza, sino por el calor que le daba la capucha y por el olor nauseabundo que despedían las heces de la Casán.

Hacemos una breve pausa para aclarar que no es nuestra intención ser “asquerosos” ni “guarangos”. Lo aclaramos antes que nos lleguen miles de mails quejándose. Las cosas ocurrieron como las estamos contando, y no es nuestra culpa si la señora Moria Casan se había clavado una morcilla justo esa noche. Sí, señores y señoras: los famosos también hacen fuerza (segunda moraleja que nos deja la entre(no)vista de hoy).

Continuemos.

A pesar de la aclaración de Leonardo, la diva siguió gritando desesperada, y no tardaron en entrar dos guardaespaldas que, haciéndoles una toma de judo, no tardaron en inmovilizar a nuestros púberes periodistas.

“¡Sáquenlos ya... y traiganme la 'Papparazzi' que todavía no terminé!”, dijo Moria.

Y ahí comenzó la brutal represión y el interrogatorio de los guardaespaldas: “¿Quiénes son?” “¿Para quién trabajan?” “¿Son medio boludos?”, etc.

Martín se largó a llorar, pero ante el menor atisbo de violencia física desenbuchó: “Es culpa del Enano Groso, él nos obligó”.

Los guardaespaldas, o patovas si gustan, se miraron, y uno de ellos sacó su celular. ¿A quién llamó? Obviamente al Enano Groso para confirmar acusaciones y saber qué hacer con los dos buchones.

Temor con todo.

Por suerte, parece que el Enano Groso no estaba (después nos enteramos que se había tomado unas mini vacaciones en Santa Rosa de Calamuchita), y uno de los samurais contestó la llamada.

“Llamen a la Vieja”, fueron sus escuetas palabras orientales.

La locura, la pasión, el dolor, la acción, el frenesí, el terror, la catarsis, la... la... y la... Bueno, y algo más. Todo eso sintieron los pobres Martín y Leonardo en el momento que uno de los guardaespaldas les comunicó la sentencia de la Vieja: por no haber conseguido la entrevista con Marcelo Hugo, tendrían que trabajar gratis para la empresa por, digamos, unos... esteeee... por toda la vida. Y no sólo eso: serían sometidos a un bravo entrenamiento para conseguir entrevistas con famosos y convertirse en los nuevos Rinaldi y Polino de la web.

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