19.9.07

Alcides (segunda parte)

El Guachín tuvo su entrevista con Alcides, pero terminó fajado por el Grupo Commanche y convertido en pastor colombiano. O algo así. El mundo es, ahora, un lugar mejor.


¡Cómo le gusta el baile! ¿A quién? Al hijo de cuca. Y cuidado, cuidado, cuidado con la bomba, Chita. Ufff, estamos que no podemos más. Hasta Mariano Bondiola está bailando al ritmo de Gladys, la bomba tucumana.

Les pasamos a contar lo acontecido estas semanas, los ponemos al día, los bañamos de la actualidad lisérgica característica de esta sección.

La idea (brillante, por cierto) de la Vieja era hacer una nota que versara sobre las diferencias entre la cumbia clásica y la cumbia villera. Para eso, mandó al Guachín, nuestro cronista estrella (perdón Toti), a una entrevista con Alcides. Sí, el de “no la dejes ir, no la dejes ir, ¿por qué? Te lo digo yo...” Ok, basta.

Ayer justamente llegó a la redacción el cronista cumbianchero y nos contó lo sucedido en su encuentro con Alcides:

“No, vago, yo renuncio mañana, esto me cambió la vida, gatu. Conocerlo al cumbiamba clásico este, al guacho este, me cambió las perssspectiva me cambió. Miren, yo les cuento, guachos, pero que la vieja chota esa no se enoje porque no hay nota. No, loco, recatate, vieja. Yo me iba en mi falcon tuniado pa' la casa del guacho essste escuchando un tema mio que dice: 'ay, ay, ay... vamo' la mano la mano la mano... sos una peteraaaaa, re trola y bananeraaaa... lo' pibe del barrio me batieroooon que te comes el morcipan completo, y que en la noches frías o calientes, vos les hacés flor de peeeteeee...' Bueno, gatuuu, hoy ya me recaté, loco, no quiero escribir más esa puesía de la calle, me quiero recatar, loco, y todo gracia' al Alcides”.

Conmovidos por este relato, los estudiantes de periodismo Leonardo y Martín se pusieron de pie y aplaudiendo dijeron: “señor Guacho, le queremos decir algo, boludo, que este mensaje es para los fachos como Blumberg: siempre la gente, por más bruta que sea, se puede rehabilitar.”

“¿Quiénes son los guachos estos?”, dijo el Guachín.

Martín tomó la posta y aclaró mientras se acomodaba el huevo izquierdo: “somos dos estudiantes que estamos haciendo una pasantía en esta redacción tan... tan... tan... decadente. Pero ahora por favor continúe con su tan interesante relato y sepa de nuestro eterno respeto, boludo”.

“Gracias, loco... Aprendé del guacho essste que acá les habla, aprendé la lecion, aprendan. Bueno, iba con mi falcon tuniado y llegué al chalé de Alcides, yo estaba re drogado, loco, jajajajajaja, qué vaganciaaaa, locuuu, jajajaja... pero esos son tiempos pasados, gatu, ya me recaté... y le dije al Alcides, le dije: 'eh, guacho, ustedes los de la cumbia romántica me pueden mascar el prepucio'... y sí, me fui al re carajo, pero era la re vaganciaaa, locu... y después el Alcides se puso mal, me putió el loco, pero yo me quedé ahí batiéndole cosas, hasta que Alcides se recalentó y llamó a sus amigos de la cumbia clásica, gatu... me dijo: 'ahora vamos a ver si te hacés el vivo', y ahí nomá' llegó Pocho la pantera y llegó también Ricky Maravilla, locu... Como yo estaba re colocadooooo me chupó un guevo y la mitá del otro, y los seguí putiando... Pero loco, después recapacité, loco, porque llamaron al grupo Commanche, gatuuu... no sé, loco, se ve que tomaron alguna pastilla, porque los locos estaba re grosos, gatu, y me fajaron.”

En ese momento, mientras pronunciaba esas palabras con ese lenguaje tan estremecedor, al Guachín, al rey del paco y la cumbia brava, al mismo Marco “Guachín” Antonio, se le cayeron unas lágrimas.

“Sí, locuuu, porque después de cagarme a palo, se acercó Alcides y me dijo: 'escuchame, hijo de Dios, tú tienes una responsabilidad, un objetivo en esta vida: tienes un poder en tus manos, que es tu música, tu lírica. Tú tienes una responsabilidad social. Deja ya de cantarle a la droga, al alcohol, al acto sexual, y encomiéndate a Dios, Hermano.' Eso me dijo Alcides, loco, y listo, ahí nomá me asocié a su iglesia, loco, por eso les comunico que dejo esta redasion y me voy con unos pastores colombianos, me voy a hacer escursion, para desintocicarme, no quiero más cantar cumbia villera, gatuuu, quiero respetar a la mujer, loco, quiero respetar a la Madre Tierra, quiero respetar la propiedad privada, locuuuu, quiero respet... respet... pet... peteeeeeeeeee, petar, peteeeee, peteeeeeeeee, hacéme un peteeeeee, guachaaaaa...”

Entiéndanlo: el Guachín todavía no está totalmente rehabilitado, y le cuesta despegarse de su costumbres cumbiancheras. Por suerte, Martín y Leonardo se le acercaron y trataron de consolarlo: “no, señor Guacho, esa palabra no se dice”.

Podemos decir, como para concluir esta entre(no)vista tan esperanzadora, que la cumbia clásica le ganó la pulseada a la cumbia villera.

¿Se viene San Alcides? Amén.

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