7.12.07

Jorge Sobisch

Resumen de este loco y nuevo capítulo: la Vieja rescató a Mariano Bondiola del Borda mediante métodos poco santos, sólo para que se encontrara Jorgito Sobisch y Jorgito Asís. Temor neo facho.


La Vieja, nuestra ex emérita ex secretaria ex novia de Kevin Federline ex fan de Los Ramones actual Jefa de Redacción, se calzó una medibacha en la cabeza y con una barreta en la mano fue a rescatar a Mariano Bondiola del mismísimo Borda. Y lo logró. No fue fácil, pero lo logró.

Primero se intentó trepar por la pared, sin embargo cayó en la cuenta que se “resfalaba” (sic) y que “no hacía pie” y que “se le acalambraba la entrepierna” y que “hasta le tiró un ganglio cerca de la cachucha”.

Desesperados fueron los intentos de la nona, hasta que la guardia del hospital psiquiátrico la descubrió y la creyeron una “demente incontrolable”.

Por pura casualidad (“o causalidad”, según nos comentó luego la Vieja en medio de su sesión zen), le tocó la misma celda de Mariano Bondiola, que estaba en pleno delirio post empastillaje. “Que vuelve el Carlos”, repetía. “¡Vamo' Menem, vamo' todavía, loco!”.

No sabemos cómo, pero... Bah, sí sabemos cómo, pero es un tanto vergonzoso de contarlo. Sí, es verdad: nosotros ya traspasamos todos los límites del buen gusto, pero... Ok, la cosa fue así: la Vieja logró rescatar a Mariano usando sólo una palabra. Sí. Esa palabrita mágica empieza con P y termina con T. En realidad, termina en E. Y en el medio tiene otra E, entre la P y la T. O sea, sería la P, y luego la E, y después la T, y de nuevo la E.

Esa palabra se complementó con una acción, claro. Acción que dejó libre a ambos. ¿Y tanto esfuerzo, tanto salivar de la Vieja para qué? Para lograr una entrevista con Jorge Sobisch y su candidato a vice Jorge Asís.

El único capaz de hacerlo en la redacción era Mariano Bondiola, y de ahí el sacrificio de la Vieja. Hace unos días, finalmente Jorge y Marianito se juntaron. Asís llegó tarde.

“Tuve que sufrir un piquete insoportable, pero por suerte llevaba mi Magnum”, se excusó.

A Bondiola se le iluminaron los ojos. Se había encontrado con gente como él, gente común, preocupada por la inseguridad, luchando por el bienestar el prójimo, de la familia... Sí, fue un encuentro conmovedor. Marianito incluso sacó tres habanos y los repartió.

“Che, podemos hacernos un asadito un día de estos, ¿no?”, dijo en el borde de la emoción por haber recobrado la cordura. “Realmente pensé que estaba solo en este país de zurdos, pero encontrarme con ustedes me ha revitalizado, queridos amigos”, sentenció Bondiola mientras se tomaba un whiscacho.

Sobisch se peinó el bigote y dijo: “sí, hay gente que vale la pena. Nosotros estamos 100% preparados. No sabemos bien para qué, pero lo estamos. Es más, antes de venir nos depilamos la entrepierna para sentirnos más cómodos. ”

Y así, whisky va, whisky viene, se pasaron la noche entera recordando viejos tiempos, cuando los militares estaban en el poder, cuando los curas eran gente de bien, cuando el orden era impuesto a picana y submarinos. Conmovedor.

Ya en la cumbre del pedo, los tres se abrazaron emocionados y decidieron hacer un bien por la Patria: en un Ford Falcon blanco salieron a “matar negritos” por las villas. “Uuuuuuuuuuuuuuuuh”, gritaban, agitando las manos, revoleando la cabeza, “uuuuh, le pegué un corchazo en el corazón”. “¡Qué groso que sos! ¡Ahora dale en las patas a la bolita esa! ¡Dale, Jorgito, dale!”.

Se congratulaban mutuamente, en una imagen romántica, de la que un San Martín, un Sarmiento, un Videla, hubiese palidecido de envidia.

Y así pasaron toda la noche. "¡Uno menos, uno menos!", gritó Asís y cayó desmayado por la emoción.

La entrevista, claro, quedó en el olvido.

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