Luis Aguilé
La Vieja se calzó las chancletas y se fue para La Feliz. Pero no para descansar, eh. Nuestra secretaria intentó entrevistar a Luis Aguilé, de cara al mar y con la zapan en la arena.
Todavía lamentando la pérdida de Toti Chumpete, pero alegres por su progreso, y aun en búsqueda de su reemplazante (pueden seguir enviando mails a quieroserelnuevochumpete@badia.com) mandamos a La Vieja a Mardel porque nos enteramos que andaba Luisito Aguilé haciendo una gira de verano.
Nuestra casi nonagenaria y punk secretaria se calzó las chancletas, preparó los sánguches (sic) de mila, una sombrilla, la malla enteriza… y la mandamos a hacer dedo.
Después de casi insolarse bajo el sol en la ruta, consiguió con un camionero (“un poco perversote”, según confesó por fono luego) la llevara hasta la Feliz para entrevistar al gran Luisito.
Claro que lo primero que hizo La Vieja fue echarse a tomar sol como una iguana. O como un elefante o un hipopótamo o un bagre. Se clavó un firulete, cuatro churros, cinco palitos de agua y recién después comenzó con su búsqueda.
Y le metió pata, eh. Ah, sí, caminó como loca por toda la costa haciéndose visera con la mano y tratando de hallar el rostro inconfundible, la estampa de galán de Aguilé.
Pero no hubo caso.
Cuando toda la esperanza estaba perdida y la Vieja estaba dispuesta a clavarse cinco milas seguidas para ahogar la depresión, se lo encontró a nuestro héroe en el casino. Era obvio. ¿En qué otro lugar podía estar Luisito? Levaba su moñito, su traje rojo y esa sonrisa matadora como cereza del postre.
La anciana secretaria se le acercó sin ningún respeto y le dijo, textuales palabras: “Che, Luisito, ¿no te querés manducar esta mitad de mila conmigo?”. A lo que Aguilé, con carita de asco, le contestó: “No sé quién es usted, gorda e’ mierda”.
Temor.
La Vieja se puso roja, hirvió en cólera y preparó su mejor patada de karate.
Pánico.
Como vio que sus piernas eran demasiado cortas y sus huesos no daban para más, le tiró con un chancleta y le dio en el medio del ojo al popular cantante.
Descontrol.
Llegó la policía, la metieron en cana a la Vieja y a Luisito se llevaron al hospital a causa del chancletazo mortal.
Como no pagamos un carajo de fianza, la secretaria se tuvo que quedar un mes presa. Después la soltaron. Bah, eso creemos. Todavía la estamos esperando.
La cuestión es que… bueno, tenemos miedo que la patota de Aguilé nos venga a buscar después de la agresión imperdonable de la Vieja.
Muchachos, si leen esto perdónenla: está gagá.
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