7.7.07

Michael Jackson (segunda parte)

Continúa la historia de nuestra (poco) querida Vieja, que se fue hasta Estados Unidos para entrevistar al mismísimo Michael Jackson. Temor.


En nuestra edición anterior te contamos cómo nuestra secretaria, apodada la Vieja, sacó a relucir de un día para el otro su fanatismo por Michael Jackson, gracias a su reciente y feliz viudez. Como excusa, la mandamos a entrevistar al decadente cantante pop. Ahí terminaba nuestra historia, quedando a la espera de novedades...

El lunes llegamos a la redacción y nos encontramos con una carta en cuyo remitente se podía leer: “La Vieja – Los Ángeles, California”. Contundente. Dicha misiva estaba destinada exclusivamente a nuestro colaborador Toti Chumpete.

Acá, y con el permiso correspondiente, se las transcribimos para ustedes:

“Querido Toti: ¡oh, cruel e injusto mundo! ¡oh, idolatrado Chumpete, en tu inocencia no puedes comprender toda la maldad del Hombre! Por suerte también existe gente buena, aunque lamentablemente no sé dónde está. Yo tenía un sueño, yo creía en Michael. 'I Believe in Jacko', como se dice por acá. Pero la vida se empeñó en darle otro machucón a mi pobre alma, a darle otro empujón a mi cinismo, oh Toti.

Hace dos semanas que llegué a Los Ángeles. En el aeropuerto me encontré con un tipo que dijo conocerme, cosa que me pareció extraña. Creo que se llamaba Baloa o Badía, algo así. Muy amable el hombre. Como me vio un poco desorientada, me llevó hasta un hotel, donde todavía estoy alojada y en cuya fría habitación escribo estas líneas. Te voy a contar, querido, cómo fue que me encontré con Michael Jackson. Sí, luego de una larga espera, pude estar con él y pude entrevistarlo, cosa que ninguno de tus zaparrastrosos compañeros de trabajo, esos que dicen ser periodistas, pudo hacer jamás. ¿Y por qué les pasa esto? ¡Porque son gente incrédula, que no cree en el destino! 'La clave para encontrar lo que querés es dejar de buscarlo', dijo mi amado Narovsky, y yo seguí su consejo. Por lo tanto, ni me preocupé en buscarlo a Michael. Si el destino así lo quería, él me iba a encontrar a mí.

Estuve varios días, entonces, haciendo la vida de una anciana común. Iba al supermercado (que son muy parecidos a los de allá, salvo que en vez de ser chinos acá son árabes o algo así), me acostaba temprano, jugaba a las bochas, etc. Hasta que un día, en uno de estos supermercaditos, me cruce con una señora, muy bonita ella, con un gran sombrero en su cabeza, una botas con taco alto y una camisa hawaiana. Me llamaba la atención su cara. ¡Era tan blanca! Me puse en la cola, detrás de ella, y de pronto lo descubrí: ¡era Michael! Sí, me encontré a Michael Jackson vestido de mujer en un supermercado árabe que está a la vuelta del hotel en el que me hospedo.

¿Vio, Chumpete? ¿Vio que el destino existe? Lo primero que se me ocurrió para llamar su atención fue hacer la 'caminata lunar', que tan bien me sale, como usted sabe. '¡Michael, Michael!', le grité y me puse a hacer el pasito, mientras tarareaba 'Billy Jean'. Ella (que en realidad era él) me vio y, espantada/o, salió corriendo del supermercado para meterse en la limousine que estaba esperándola/o afuera. Con una rapidez que usted y cualquier joven envidiaría, Toti, logré colarme con él/ella antes de que me cerraran la puerta en la cara. Todo esto fue cuestión de un minuto.

Imagínese: ahí estaba yo junto a Michael en su limousine. No podía reaccionar, pero alcancé a decirle: '¿interviú?'. A todo esto, el auto ya estaba andando. '¿Interviú?', repetí. Michael se sacó el sombrero, y entonces pude ver su hermoso y reluciente rostro. Claro, fue 'hermoso y reluciente' por un tiempo, porque después se volvió feo e irascible cuando me dijo: 'You’re old, I don’t like old people, I like pebete'. En ese momento no entendí nada, porque mi manejo del inglés es nulo, pero lo hice traducir al día siguiente y me dijeron que había dicho algo así como 'No me gustás, Vieja. No me gustan los viejos (la traducción del tercer renglón queda censurada)'.

No sé cómo sabía mi sobrenombre, se ve que soy famosa en Los Ángeles. Y ahí se pudrió todo, como dicen los jóvenes. Después de esas agresivas palabras, el señor Jackson abrió la puerta y me tiró a la calle con el coche andando. Diga usted que soy una mujer fuerte, que si no todavía estoy en el hospital. Espero que ahora entienda mi dolor, mi bronca hacia el mundo. Mi ídolo musical, a quien yo le prendía una vela cada noche, me menospreció. Estoy herida y triste, señor Chumpete. Por eso, ¡quiero que me manden un boleto de vuelta y me saquen esta mufa de encima!

Con la mayor de mis consideraciones, la Vieja.”

La plata para mandarle el pasaje la tenemos, pero no queremos gastarla en eso. Así que si le tienen simpatía a la Vieja, manden un cheque a nombre de Lauweb. Sean caritativos. Una pobre vieja está sola y desengañada en Los Ángeles.

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