17.7.07

Paolo el rockero (segunda parte)

Pasen más tinto, que siguen las aventuras del Guachín, Toti Chumpete y Paolo el rockero en una cárcel roñosa. Advertencia: esto puede derivar en cualquier cosa.


“Señor Paolo, reaccione, reaccione, no nos meta en más problemas”. Sufridas palabras del pobre Toti Chumpete.

Pero hagamos una pausa.

La semana pasada les contamos cómo nuestro cronista histórico Toti Chumpete terminó en la cárcel por… OK, no se entiende nada, explicaremos resumidamente para la gente normal qué es lo que está pasando acá. Ahí vamos: esta sección empezó hace más de un año con la intención de lograr entrevistas con grandes estrellas del mundo político, del espectáculo, del deporte o de donde sea, pero fallamos siempre, siempre, siempre, y este año decidimos abocarnos a las estrellas nacionales pero tampoco venimos muy bien; uno de nuestros cronistas más antiguos es el gran Toti Chumpete, que fue creciendo y este año tuvo su propia sección pero ahora nos está haciendo un favor y volvió a nuestra sección, pero cuando nos dejó tuvimos que contratar a otro cronista, hicimos un casting y nos quedamos con el único que se presentó: el Guachín, un cumbianchero que siempre termina preso, eso sumado a toda nuestra ya anterior caterva de periodistas, incluyendo por supuesto a nuestra octogenaria secretaria devenida periodista luego de lastrase al ex de Britney Spears y teñirse el pelo de verde, pero lo que pasó ahora, hace unas semanas, es que quisimos infiltrar en un grupo de izquierda a Chumpete y terminó en cana, justo en la misma celda que el nuevo cronista (el Guachín) y se encontraron, ellos que no se conocían, pero ahí también estaba Paolo el rockero que terminó en la naca porque se equivocaron y lo llevaron allí en vez de al manicomio, entonces se encontraron los tres, se dio un diálogo de lo más delirante, y el hippie decadente terminó desmayado. De allí las palabras de Chumpete con que empezamos esta nota: “Señor Paolo, reaccione, reaccione, no nos meta en más problemas”.

Ahora continuamos con nuestra loca historia. Desesperado porque el Paolo estaba tirado e inconsciente, Toti entró en pánico, pero inmediatamente el Guachín solucionó el problema.

De una manera poco civilizada, pero lo solucionó: se sacó el cinturón, se lo enroscó en la mano y le dio un par de cinturazos al Toti. Se calmó enseguida. Después se agachó y le dio dos piñas al Paolo. También reaccionó.

He aquí sus primeras palabras: “Uuuuh, persona, paremos con la violencia, loco… Paz, personas, aaaaarrrgh… Paz, paz, paz. Tuve un sueño re volador recién, venía una gaviota loco y me lavaba el pelo, loco… Era una pesadilla, soñé con agua, loco… Uuuuuuuuh”.

“Calláte la boca, hippie sucio, que te pego un cinturonazo”, fueron las palabras de un sacado Guachín, que de la admiración hacia el Paolo pasó al odio sin escalas.

“Ahora se me ponen los dos contra la pared y se quedan quietitos ahí, eh, que ahora viene la policía”, dijo un irreconocible Guachín.

“Pero, uuuuuuuh, loco, vo’ sos cana, loco, pintó el bajón, uuuuh”, dijo Paolo.

“Sí, gato, soy cana por un momento porque me tiraron un arreglo, soy un infiltrado, loco, sí, ¿y qué?”, dijo el Guachín.

“Usted, señor Marco Antonio”, dijo Toti, “como se dice en el barrio: se vendió a la Federal. Sos un botón, sos un botón, oh, oh, oh”.

“Calláte que te quemo acá mismo, Toti Hacemeunpete”, amenazó el cumbianchero.

“Yo estoy infiltrado para poder zafar de la cana, porque estoy podrido de esta roña, gato, re podrido, por eso me comprometí con lo’ rati a seguir a este Paolo trucho, que es un narco que se hace pasar por el famoso hippie, gato”.

“Noooooo, loco, persona, estás chamuyando cualquier banana… uuuuh”, arremetió el ahora supuesto Paolo.

Bueno, acusación va, acusación viene, terminaron a las piñas y tuvo que intervenir la gendarmería, y se supo finalmente que era verdad lo que decía el Guachín.

Nuestro cumbianchero cronista había sido sometido a presión por parte de la policía: le dijeron que iba a salir en libertad si les hacía de soplón. Estaban persiguiendo a un narco que estaba disfrazado de Paolo el rockero para despistar.

Y efectivamente, se trataba de Marcos López, famoso colombiano con un notable parecido físico al hippie.

Por suerte, todo terminó bien: nuestro Guachín quedó libre, pagamos la fianza de Chumpete y Paolo el rockero (el verdadero) debe estar colocado en su casa.

Y la entrevista… ¿qué entrevista?

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