14.7.07

Sandro

Con nuestro cronista el Guachín en la cárcel, volvimos a las fuentes: decidimos contactar a nuestro inestimable amigo Juan Alberto Badía para entrevistar a Sandro. Fuerte.


Es un groso, un histórico, un grande entre grandes, alguien que abrió camino, un visionario… Las mujeres mueren por él, le tiran bombachones y corpiños… Un par de veces estuvo internado, pero resistió y volvió con todo… Es un sex symbol, un gran cantante… Hablamos, claro, del Guachín, nuestro nuevo cronista estrella y cumbianchero confeso, que en estos momentos se encuentra detenido por tráficos de drogas y portación de armas blancas, negras y coloradas.

Por eso, nos resignamos y volvimos a la que a esta altura es nuestra cronista suplente: La Vieja, otrora secretaria de la redacción y anciana renegada devenida en punk rocker… que no olvida sus orígenes. Por eso, cuando le pedimos si podía reemplazar al Guachín, nos pidió (nos extorsionó, bah) entrevistar a Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, ex ídolo de la anciana secretaria.

Y le dijimos que sí. ¿Qué otra opción teníamos? El problema era el contacto, como siempre. Miren, nuestra agenda se compone de dos números de teléfono: el de la pizzería de acá a la vuelta y el de Juan Alberto Badía. Perdón: el de nuestro amigo, la estrella de la televisión mundial, el tipo más correcto e inteligente y talentoso que conocimos, un grosísimo, un par con la humildad de los grandes: Juan Alberto Badía.

Sí, sí, sí y sí. Él sería nuestro contacto con Sandro. ¿Por qué? Se preguntan acaso “¿por qué?”. Oh, ya vemos vuestra cara de incredulidad, de sarcasmo… Seguramente piensan en este momento: “ah, estos giles le van a pedir a Badía que haga de contacto, le van a garronear el número de teléfono o algo así”. Pues no, se equivocan.

Sabemos que nuestro amigazo Juan Alberto no tiene el teléfono de alguien que no sea un ex Beatle o ex Danger Four, por eso nos vimos forzados a tomar una decisión drástica: secuestrar a Badía. Sí, así como lo leen.

Está bien, será nuestro amigo, pero primero están nuestro lectores, que (sabemos) se mueren de ganas por leer una entrevista a Sandro de América.

La idea extorsiva fue ocurrencia del mismísimo Guachín, cuando nos llamó desde la cárcel para pedirnos guita para la fianza. “Eh, guacho, secuestren a alguien y listo, loco… hagan eso y páguenme la fianza, guachos”. Y ahí se nos prendió la lamparita. Sí, somos rapidísimos. Una luz.

El plan era el siguiente: ir hasta la casa de Juan Alberto, secuestrarlo y ofrecérselo a Sandro como intercambio por una entrevista exclusiva con La Vieja. Brillante.

Le pedimos prestado el Falcon al Guachín (bah, se lo robamos), agarramos unos Tramontina y nos fuimos hasta la casa de Badía. Esperamos horas, con paciencia infinita, escuchando bajito la cumbiamba de nuestro compañero, hasta que de repente, con paso sigiloso, salió Juan Alberto, rumbo a Canal 7.

“Vieja, bajáte y agarrálo”, le dijimos a nuestra octogenaria secretaria. “Ni en pedo”, nos contestó amablemente.

Estuvimos discutiendo sobre el tema durante media hora, y finalmente nadie se animó a secuestrarlo. Recordamos tantos años de amistad, de compañerismo con Badía y no pudimos… Bah, en realidad arrugamos.

Nos volvimos en el Falcon a la redacción, con la cumbia al palo, derramando una lágrima, conmovidos, angustiados… y un poco dados vuelta por las extrañas sustancias que encontramos en el auto del Guachín.

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