22.7.07

Martha Holgado

Fuimos a por él. ¿Por quién? Ah, no se lo vamos a decir... Mitad porque, bueno... nos da un poco de vergüenza decirlo... hoy no tenemos entre(no)vista. Pero sí quilombo.


La idea era entrevistar a Martha Holgado, pero se nos murió. Ésa es la verdad. Por lo tanto, vamos a ceder este segmento a la libre expresión a nuestros dos columnistas principales: La Vieja y el Guachín.

Palabra de la Vieja: “No sé qué corno poner, ¡madonna! No me pagan nada, eso para empezar. Pero no me puedo quejar: conocí al amor de mi vida, me hice los pechos, me teñí de verde... Aprovecho este segmento para promover mi poesía. Sí, yo saqué dos libros con poemas...

Lamentablemente (o no), mientras tipeaba esas palabras la Vieja sufrió un percance. Sí, el Guachín le rompió la cabeza con un jarrón.

“No soporto a la anciana chota essssta”, fueron sus palabras. “Si quieren arte, mamen de essssta”, continuó.

Cedemos, entonces, su segmento al cumbianchero violento: “Eeeeeeeh, locooooo, nadie quiere laburá acá... esto se va al carajo, gato... recatate, Enano Groso. Sí, te hablo a vo', ya sé que sos el más capito... “Mas capito”, ¿entendieron? Que se la masca, loco, se masca el pitoooo. Sí, no te tengo miedo, mandáme los samuraís y todo eso, que me la banco solo, topuuuu. Acá quiero birra para todos los muchacho', sino no escribo más, gato.”

En ese momento, inauditamente, entró por la puerta... bah, en realidad primero entraron los samurais por la ventana... y después sí, vino El, el Jefe, el Hombre, el Perro que nos Parió: el Enano Groso.

El Guachín salió disparado, demostrando su valentía. Pero claro: no pudo escapar al entrenamiento y a la perspicacia de los ninjas del Enano, que rápidamente lo inmovilizaron.

El Enano, una personaje de poco hablar, lo miró fijo al Guachín y pronunció las dos palabras fatídicas: “Estás despedido”.

Temor.

Para colmo, la Vieja irrumpió a los gritos: “Sí, rájenlo al atorrante ese, que osó coartar mi poesía y me pegó un jarronazo. Y si pueden fájenlo bien fajado”.

Acto siguiente comenzó la tortura (por lo cual comenzamos a pensar que La Vieja puede ser una infiltrada del Enano Groso). Los samurais agarraron al atemorizado Guachín, y lo llevaron a un cuarto oscuro.

Temor al cuadrado.

“No, gatuuu, te pido perdón, dale, recatate, señor Enano... pasa que me tomé una Cafia y me pegó mal... por favor... no me tortureeeee, nooooooooo”.

Los ruegos fueron inútiles. En el cuarto empezó a sonar un tema de Pocho laPantera a más no poder. Lo que sufrió ese muchacho...

En el próximo capítulo: ¿zafará el Guachín? ¿No lo veremos más? ¿Se viene la Mano Dura del Enano Groso? ¿Es la Vieja una infiltrada?

(No, no estamos mal... bueno, un poco).

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